sábado, 22 de febrero de 2025

Los 10 del Dictador para... cuerdas de acero

Ahora que se nos acaba de ir John Sykes, creo que es un momento perfecto para recuperar una idea que llevaba en la nevera un buen tiempo. Fue preparando la reseña del “Thunder in the East" cuando se me ocurrió que podía estar bien hacer un top 10 de mis guitarristas favoritos y así dar mi muy particular visión sobre el tema... Esto de los guitarristas es algo muy relativo y más en mi caso, que no siento particular reverencia por determinados músicos basándome únicamente en su habilidad técnica. Al contrario, es más una alquímica combinación entre sentimiento, destreza y personalidad lo que suelo buscar y, en más de una ocasión, para mí la clave estriba en su encaje en tal o cual banda. Precisamente por esa misma razón, cada uno podríamos hacer una lista en la que no coincidiera ningún nombre porque esto de considerar a uno mejor o peor guitarrista es algo muy personal. Hay gente que toca a Dios y a su madre que no me dice absolutamente nada. Por eso, veréis que la mayoría de los que nombro son guitarristas “de banda", no músicos que hayan desarrollado grandes carreras en solitario. Otros más virtuosos, claro que los hay, sólo que yo no les encuentro mucha gracia. Estoy seguro de que os va a llamar la atención algún nombre, pero, como os explicaré mis razones para incluirlo, supongo que me acabaréis entendiendo… o no, me da igual, es mi lista. Razones, normalmente, bastante alejadas de lo que podríamos llamar “el mundo de la guitarra", pero qué os voy a decir yo que ni siquiera me suelen gustar los álbumes instrumentales. Vamos allá…

1. Andy LaRoque (King Diamond, E.F. Band, Illwill, X-World/5…)

Lo sé, es una elección extraña como mejor guitarrista de todos los tiempos y seguro que no estaría en las quinielas de nadie, pero este tío me puede. Hay algo que para mí lo pone por encima de cualquier otro y es que, cuando su púa rasga una cuerda, inmediatamente sabes que es él quien toca. Para mí eso es algo que no tiene precio. La evidencia de esto la tuve en 1995 cuando escuché el “Slaughter of the Soul" de At the Gates. Con muy buen ojo, los muchachos Göteborg le pidieron a Andy que se marcase un solito en el que sería su álbum de consagración, y de despedida, paradójicamente. Cuando suena esa “Cold", si hemos escuchado a King Diamond con anterioridad, inmediatamente sabemos que es Andy quien toca. Curiosamente, yo escuché “Slaughter of the Soul" y “The Spider's Lullabye" casi al mismo tiempo y aquello fue como una revelación. Desde aquel momento, estoy totalmente rendido ante este tío y lamento profundamente que lleve más de 15 años en silencio. Pero la cosa empezó mucho más atrás y ya tenemos a Anders Allhage dando sus primeros guitarrazos a mediados de los 80 con la E.F. Band en su último álbum de 1985, “One Night Stand". Aquel mismo año entra a formar parte de la banda de King Diamond y ahí está desde entonces como corresponsable de todos los álbumes en solitario del maestro danés, tanto en el apartado técnico como en el musical. Además, lo tenemos al frente de su propio estudio de grabación desde 1995 como Los Angered Recording en Göteborg y ya como Sonic Train en la ciudad de Varberg, también en Suecia, desde 2007. Amén de múltiples colaboraciones con incontables bandas y varios proyectos en solitario que palidecen en comparación con su inestimable tarea como guitarrista de King Diamond en sus 12 álbumes de estudio. Así que ni me voy a molestar en mencionarlos...


2. Alex Skolnick (Testament, Savatage, Trans-Siberian Orchestra…)

Otro guitarrista “de banda”... Siempre recordaré aquellas declaraciones en las que Alex Skolnick afirmaba escaparse a Los Angeles a ver a Eddie Van Halen, George Lynch, Warren De Martini y demás figuras porque allí era donde estaban los guitarristas realmente buenos. Creo que esto ya es clara demostración de que la miras del muchacho del mechón cano iban mucho más allá del thrash metal de la Bahía de San Francisco, algo que demostró a medio mundo cuando debutó en 1987 con aquel impresionante “The Legacy". Antes que a él, sólo habíamos escuchado tal alarde instrumental en un álbum de thrash metal a los Megadeth del histórico "Peace Sells... but Who's Buying?”... El resto de sus colegas no pasaban de destripar sus guitarras como buenamente podían. Tal era la impronta de Skolnick en el debut de Testament, que en “The New Order"  hasta se descolgaba con dos instrumentales (de un total de nueve cortes) centradas única y exclusivamente en sus acrobacias guitarreras. A partir de aquel momento, su innegable gusto melódico y su incomparable técnica se convertirían en sinónimo de la música de Testament y en su verdadero rasgo distintivo, más allá que cualquier otro mérito del que pudieran hacer gala. Incluso en los momentos más flojos de la banda por aquellos años (véase “The Ritual"), el trabajo de Skolnick servía para salvar el resultado final de la hoguera. Con razón, Paul O'Neill y Jon Oliva lo escogerían en 1994 para emprender la titánica tarea de sustituir a un insustituible Criss Oliva en Savatage y no creo que saliera precisamente mal parado en “Handful of Rain". Pocos han marcado tanto como él la música de una banda en un estilo a priori tan poco lúcido para el despliegue virtuoso como es el thrash metal.


3. Adrian Smith (Iron Maiden, ASAP, Bruce Dickinson)

Si hubiera hecho esta lista cuando tenía 13 o 14 años, seguramente Adrian Smith ocuparía el primer puesto, hasta ahí llegaba mi fanatismo por Iron Maiden, pero con los años he ido poniendo las cosas en su sitio y lo que entonces era ceguera de fan, ahora se intenta revestir de cierta objetividad. Con esto os sigo diciendo que me derrito cada vez que escucho uno de los solos de Adrian Smith sobre cualquier clásico de Iron Maiden. Guitarrista totalmente alejado del concepto de “virtuoso”, el gran logro de los músicos de Iron Maiden fue el de convertirse en la persona ideal para ocupar su puesto en la banda. Más allá de egos, lejos de luchas internas, durante muchos años, Iron Maiden estuvo por encima de todos ellos y por algo se hicieron así de grandes. Adrian lo comprendió a la perfección y puso sus habilidades al servicio de una banda que haría de sus duelos guitarreros con Dave Murray una de sus señas de identidad. Más allá del derroche técnico, que seguramente no estuviera ni de lejos a la altura del resto de esta lista, Adrian Smith hizo que cada uno de sus solos resultase coreable, que pudiéramos aprendernos cada una de las notas que tocaba de memoria y luego reproducirlo en nuestra cabeza de forma precisa… y eso, me perdonaréis, vale para mí mucho más que el más rápido de los solos de guitarra del mundo. Decía Yngwie Malmsteen aquello de que “más es más" y el sueco, aunque un guitarrista extraordinario, es un auténtico impresentable, así no deberíamos hacerle demasiado caso. Adrian Smith es la viva imagen de que, muchas veces, menos es más. Una sola nota puesta en el sitio correcto puede decir mucho más que 1000 disparadas a la velocidad de la luz… ¿o me vais a decir que os quedáis antes con un Michelangelo Batio que con el amigo Adrian?


4. George Lynch (Dokken, Lynch Mob, T&N, Sweet & Lynch, The End Machine…)

George Lynch era uno de esos guitarristas a los que admiraba Alex Skolnick cuando era poco más que un adolescente... y por muy buenas razones. En la segunda mitad de los 70 ya estaba sentando cátedra junto a The Boyz como el discípulo más aventajado de la escuela Eddie Van Halen en Los Angeles, hasta el punto de que una de sus demos llegó a circular por la escena como material de Van Halen pre-David Lee Roth. Tras The Boyz, llegaron Xciter, de nuevo junto a Mick Brown, y una primera audición fracasada para la banda de Ozzy (fue Randy Rhoads el que se llevó el gato al agua) en 1979. A principios de 1981 se disuelven Xciter con la entrada de George y Mick en Dokken y en 1982 llega la segunda intentona con Ozzy, que estuvo a punto de privarnos de unos Dokken tal y como los conocimos. Según se cuenta, George fue el elegido tras la interinidad de Brad Gillis, pero, después de un par de semanas viajando con la banda, Sharon Osbourne se decantó por Jake E. Lee por una cuestión de imagen y Ozzy, que ni pincha ni corta, le hizo caso a la jefa. Se cuenta que George pasaba una mala racha y se veía obligado a trabajar en una licorería en la que le obligaban a llevar el pelo corto, así que los Osbourne escogieron a Lee simple y llanamente porque tenía mejor pinta... no deja de resultar curioso que la historia del rock pudiera haber cambiado por un corte de pelo, si no que se lo digan a Graham Bonnet... Junto a Dokken, llegó por fin el ansiado y merecido éxito para un tipo que llevaba currando desde 1975 y, no menos importante, el reconocimiento como uno de los mejores guitarristas de la historia del heavy metal, décimo, según la marca Gibson, y 47° de la historia de la música, según Guitar World. Lo que me ha quedado claro después de estos años alucinando con Dokken y con Lynch Mob, es que nos encontramos ante un guitarrista de técnica prodigiosa, incuestionable gusto melódico y mucha personalidad, otro de esos cuyos solos se nos han grabado en la memoria de forma indeleble... y, encima, con una imagen irresistible. ¡Qué equivocada estaba Sharon Osbourne con él!


5. Akira Takasaki (Loudness)

Lo primero que se me viene a la cabeza al hablar de Akira Takasaki es que nunca he visto a nadie llenar de esa manera un escenario con una sola guitarra. Este tío tiene en directo un sonido verdaderamente monstruoso y es de los pocos que consiguen que nunca eches de menos un segundo guitarrista. Lo vi dos veces en directo en Barcelona y me dejó, literalmente, con la boca abierta. Tanto, como me quedé cuando era crío al escuchar “Soldier of Fortune" por primera vez. Los riffs del tema-título son la polla, pero cuando llegué al sólo aluciné... fan instantáneo de Akira. Si este tío no es infinitamente más conocido se debe a su procedencia porque le pinta la cara con facilidad a la inmensa mayoría de los guitar hero yankis. De Akira sabemos desde 1973, cuando forma Lazy con, cuidado, sólo 12 añitos. Se ve que los chavales querían tocar hard rock (de ahí el nombre de la banda, inspirado en la canción de Deep Purple), pero sus mánagers forzaron una estrategia mucho más comercial y los convirtieron en una insulsa boy band proveedora de singles facilones para quinceañeras niponas. Tras un par de álbumes tragando, Akira mandó todo a la mierda y se largó para formar Loudness llevándose a Munetaka Higuchi consigo. Un par de álbumes de tirada nacional precedieron a su salto a Europa, antesala a su vez de la ofensiva norteamericana. Con la edición de “Thunder in the East” en 1985, Akira se convirtió en uno de los mejores guitarristas del heavy metal del momento, pero no todo el mundo llegó a enterarse. Con un despliegue digno de la técnica de George Lynch, la imaginación de Eddie Van Halen y la solidez de Wolf Hoffmann, cualquiera de los álbumes editados por Loudness en la segunda mitad de los 80 son un auténtico espectáculo para los amantes de la guitarra... y del heavy metal porque, no debemos olvidarlo, Loudness eran una enorme banda de heavy metal, que os quede muy claro.


6. John Sykes (Tygers of Pan Tang, Thin Lizzy, Whitesnake, Blue Murder)

Me vais a permitir que me extienda un poco más de la cuenta con John Sykes ya que fue él quien me animó finalmente a sacar esto adelante, pero creo que se me perdona. Únicamente su solo en “Crying in the Rain” justifica su inclusión en esta lista. Lo de Sykes es extraordinario por la enorme influencia que tuvo en cada una de las bandas en las que tomó parte, aún cuando estas ya estaban muy consolidadas. La primera vez que se le pudo ver con una guitarra al cuello fue con los efímeros Streetfighter en los que ya brillaba con luz propia, pero su historia realmente comenzó en serio con los dos cojonudos álbumes de Tygers on Pan Tang en plena NWOBHM. Al no ver demasiado futuro para los Tygers (tampoco se equivocaba), se bajó pronto del barco y, en 1982, decidió también probar suerte en la banda de Ozzy, pero el puesto ya sabéis quien se lo llevó. Aquel mismo año formó parte de los testimoniales Badlands de John Sloman (ex-Uriah Heep), nada que ver con los de Jake E. Lee, y editó el single “Please Don’t Leave Me" con la inestimable colaboración de Phil Lynott para deshacerse del contrato que aún lo unía a MCA. Así fue como llegó a formar parte de aquellos Thin Lizzy crepusculares para un último y maravilloso canto de cisne con “Thunder and Lightning” que, me perdonaríeis, en gran medida le debemos a él. John no fue suficiente para frenar la disolución de Thin Lizzy y, en 1984, se embarcó junto a Phil Lynott en un proyecto que, extrañamente, nunca llegaría a firmar un contrario discográfico, Grand Slam. En ese impass, le llegó la oportunidad de su vida, David Coverdale buscaba a un guitarrista para asaltar el mercado estadounidense con sus Whitesnake y John Sykes era el elegido. Con la bendición de su amigo Lynott, Sykes aceptaba la oferta y llegaba a tiempo para regrabar algunas guitarras en la edición americana de “Slide it In". Tras tres años en preparación y múltiples avatares, incluido un presunto intento de expulsión del mismísimo Coverdale (circunstancia que Sykes negó 30 años después), el celebérrimo “1987” salía por fin a la luz para estupefacción del personal ya con John fuera de la banda fruto de sus desavenencias con un líder bastante mosqueado por el creciente protagonismo de su guitarrista estrella. “1987" llegaría a vender la estratosférica cifra de 8 millones de copias sólo en Estados Unidos, pero su éxito lo disfrutarían otros. Si tuviera que elegir una obra que de verdad ejemplifica a la culminación del estilo de John Sykes, sería esta, el lugar donde demostró su torrente creativo y uno de los trabajos determinantes para la historia del hard rock. En pocos meses, la mitad de la escena mundial quería sonar como ellos (la otra mitad buscaba emular el “Appetite for Destruction"). Sin embargo, John no se durmió en los laureles y acto seguido montó sus Blue Murder junto a Tony Franklin (ex-The Firm), Cozy Powell y Ray Gillen (ex-Black Sabbath), aunque Powell y Gillen nunca llegarían a grabar el álbum de debut, haciéndose cargo Carmine Appice de la batería y el propio Sykes de las voces, tras un también brevísimo paso de Tony Martin por la formación. “Blue Murder" fue un fracaso comercial mayúsculo y la banda se diluyó como un azucarillo, reapareciendo cuatro años después con Marco Mendoza en lugar de Tony Franklin y Tommy O'Steen en el de Appice. “Nothing but Trouble" fue otro fiasco en 1993 y Blue Murder se separaron. Sykes lo intentó refugiado en Japón con su apellido durante la segunda mitad de los 90 con otros tres trabajos bastante irregulares para prácticamente desaparecer de la faz de la tierra víctima del efecto 2000... o eso parece. Lo que nos queda al final es la sensación de un guitarrista excepcional, con un gusto exquisito y una personalidad arrolladora que pudo haber sido mucho más de lo que fue en la historia del rock. Y que, sobretodo, debería haber vivido sus últimos años como una gran estrella y no como un ermitaño escondido en su cueva. Descanse en paz.


7. Yngwie Malmsteen (Steeler, Alcatrazz, Rising Force)

Por muy subormal que haya sido siempre, hay que reconocer que, en esto de la guitarra heavy, hay pocos como él. En su contra, sólo podríamos decir que era muy fan de Blackmore y Hendrix y se le notaba, aunque siga diciendo que no, pero el cabronazo revolucionó él solito el mundo de la guitarra en los años 80. Lars Johan Yngve Lännerback, que es como se llama en realidad la criatura, se estaba muriendo de asco en su Suecia natal a finales de los 70 hasta que en 1982 hizo llegar una demo a Mike Varney para que la comentara en su célebre columna en la revista Guitar Player. A partir de ahí la cosa se disparó a la velocidad de la luz. A principios de 1983, Varney metió a Yngwie en un avión camino de Los Angeles para grabar el debut de los Steeler de Ron Keel, pero la cosa no fue mucho más allá y en pocos meses se encontraba en Alcatrazz junto a un Graham Bonett que pretendía montar su propia versión de Rainbow. Con ellos, grabaría el genial “No Parole from Rock ‘n' Roll” y un directo en Japón que saldría en enero del año siguiente como “Live Sentence". Parecía que Alcatrazz despegaban, sin embargo, el destino del sueco era volar sólo, así que aquel mismo año mandaba a Bonnet a freír espárragos y lanzaba su primer álbum en solitario... y todo esto en poco más de un año desde su aterrizaje en Estados Unidos. Yngwie corría y, en 1985 publicaba un “Marching Out" que lo consagraba como el guitarrista de moda y, de paso, despertaba la fiebre por el virtuosismo guitarrero en todo el país. Sin dejar de pisar el acelerador, llegaban “Trilogy” en 1986 y “Odyssey" en 1988, junto a otro ex-Rainbow, Joe Lynn Turner. Yngwie era el Dios de la guitarra y cualquiera le discute su lugar de privilegio. Lo dicho, puede ser un gilipollas, pero nadie ha mezclado música clásica y heavy metal como él, no me voy a molestar en negarlo y, además, consiguió estirar el chicle hasta un dignísimo “Facing  the Animal" en 1997, que culminaba una trayectoria de nada menos que 9 álbumes más que meritorios. Ya lo que ha venido desde entonces es otra historia, pero nadie debería cuestionar lo que ha conseguido con su guitarra al cuello.


8. Paul Gilbert (Racer X, Mr. Big)

Más joven que la mayoría de sus contemporáneos, Gilbert andaba ya haciendo sus primeros pinitos de adolescente a principios de los 80 por Pittsburg e incluso intentó que Mike Varney le consiguiera una audición con Ozzy tras la muerte de Randy Rhoads de cuando tenía sólo 15 años... el puesto que TODOS querían. Por su edad, Varney ni se lo llegó a plantear seriamente, pero se quedó con su nombre y, cuando un par de años después, Paul se mudó a Los Angeles para asistir al GIT, el célebre cazatalentos guitarrero armaba una banda en torno a él que dejó boquiabierto al mundo de la guitarra... y al heavy metal en general, Racer X. A su lado, Jeff Martin de Surgical Steel, Juan Alderette y el austríaco Harry Gschösser, que dejaría después pasó a un tal Scott Travis por problemas con su visado. A ellos se unió también en el segundo álbum Bruce Bouillet, alumno de Paul una vez pasó este a ocupar un puesto como profesor en el GIT con tan sólo 19 años. Esto creo que nos da una buena muestra de lo que podéis escuchar cuando nos acercamos a él. Toda una leyenda local a su llegada, Gilbert era conocido por su extraordinaria digitación y por su pulcrísimo estilo, algo que le llevó tras la disolución de Racer X a convertirse en el elegido para la superbanda que estaban armando Eric Martin y Billy Sheehan (ex Talas y David Lee Roth). Mr. Big supondría el éxito masivo para Paul y sus colegas, alcanzando el disco de platino en EEUU en 1991 y convirtiéndose en auténticas superestrellas en Japón, algo que le ha permitido desarrollar una carrera más que desahogada en el país del sol naciente desde mediados de los 90. De forma paralela, vuelta de Racer X en 1996 tras su salida de Mr. Big y reunión de estos últimos en 2009 hasta agosto del año pasado, cuando hicieron su concierto de despedida en Rumanía (¿?)... ¿hasta cuándo?


9. Criss Oliva (Savatage)

Otra historia desgraciada, aunque en este caso implicó una muerte prematura. Cuando estaba en un momento de creatividad inmensa y aún en la flor de la vida a sus 30 años, un conductor borracho se cruzó en su camino y truncó la que aún entonces era una de las carreras más prometedoras del heavy metal estadounidense. Podríamos suponer que, a golpe de 1993, con el heavy en declive, nada bueno le podría esperar a Savatage, sin embargo, la banda vivió una segunda juventud ya sin Criss en la formación e incluso disfrutó del éxito comercial con Trans-Siberian Orchestra, con lo que no es difícil suponer que aún le faltaba mucho por ofrecer como músico. Criss y su hermano Jon arrancaron a finales de los 70 como Avatar, banda que, poco después, se convirtió en Savatage. La suya fue una carrera cocinada a fuego lento, comprometida artísticamente, a la que le llegó el éxito (nunca tanto como merecían) a su manera, por méritos propios, no por adaptarse al mercado (olvidemos el poco afortunado “Fight for the Rock”). Quizás por todo ello y por no lanzarse nunca en solitario, no se suele considerar a Criss Oliva entre los mejores de su generación, pero a mí me vuelve a gustar precisamente por eso mismo, porque hacía de su banda algo especial y, de nuevo, hacía gala de un sonido inconfundible. Decía Alex Skolnick (su sustituto en 1994) de él: “Criss tenía la fluidez de tíos como George Lynch o Warren DeMartini, pero con una convicción agresiva, melódica, que encajaba con Savatage a la perfección”. Guitarrista casi más admirado por sus colegas de profesión que por los fans, no era complicado escuchar grandes palabras sobre él como músico y como persona. Quizás lo único que le faltó fue una pizca de ese éxito que rozaron con las yemas los dedos en la época de “Streets: a Rock Opera”.


10. Marty Friedman (Cacophony, Megadeth, Hawaii, Aloha, Vixen...)

Ya os he comentado más de una vez que no soy un entusiasta de la música instrumental, así que la carrera en solitario de Marty Friedman tampoco me parece muy interesante, pero lo que hizo con Megadeth en sus tres primeros álbumes con la banda es histórico. Llegar a una banda con esa trayectoria y dejar una huella semejante, no es algo que este al alcance de muchos y la demostración más clara es la larguísima lista de nombres que han pasado sin pena ni gloria por Megadeth desde entonces y no han conseguido que dejemos de hablar de él. Siempre me he preguntado qué habría sido de “Rust in Peace" si Jeff Young hubiera cuajado en la formación o si Jeff Waters hubiera aceptado en 1989 la oferta de Dave Mustaine... incluso qué habría pasado si Dimebag Darrell hubiera convencido al pelirrojo para sustituir a Nick Menza por su hermano. Sea como fuere, la historia es la que es y no creo que “Rust in Peace" hubiera sido mejor con otro a las seis cuerdas. Mustaine estaba tocado por las musas en aquel momento y Marty le aportó justamente el ingrediente de genialidad que le faltaba a sus composiciones. Decir que el de “Tornado of Souls" es el mejor solo de la historia del heavy metal, puede sonar a priori muy atrevido, pero a mí no me lo parece tanto, si os soy sincero. Pero, como ya todos sabréis, su historia empieza más atrás, mucho más atrás, para ser precisos, hasta Laurel, Maryland, donde creció y empezó a tocar la guitarra en Deuce (que más tarde mutarían a los cojonudos Tension). En 1980 se muda a Hawaii, donde formó parte de Aloha, Vixen (nada que ver con la banda de glam femenina) y Hawaii, hasta que en 1986 se muda definitivamente a California y monta los desmadradísimos Cacophony, criticados musicalmente (aunque a mí me gustan mucho), pero imprescindibles para todo seguidor de la guitarra ochentera. Por desgracia, su década en Megadeth no terminó de la mejor forma y a principios de los 2000 trasladó su residencia a Japón, donde ha estado haciendo frikadas desde entonces. Todo su material desde principios de los 80 hasta mediados de los 90 es más que recomendable, pero lo que hizo en su primera trilogía con Megadeth, verdaderamente imprescindible.


Menciones honoríficas, haría varias y muy variadas, aunque, si os fijáis, todas con un común denominador, guitarristas casi siempre alejados del concepto de “virtuoso”: James Murphy, Chris DeGarmo, Chuck Schuldiner, Hank Shermann, Michael Denner, Wolf Hoffmann... Que sí, que flipo con lo que tocan cuando me pongo un disco de Steve Vai o Joe Satriani, pero la cosa no se estira más de cinco minutillos y luego, otros más heavies como Vinnie Moore, Tony MacAlpine, David T. Chastain o Joey Tafolla me parecen un despiporre, pero los prefiero cuando están metidos en el contexto “banda" que en solitario... pues eso: Vicious Rumors, M.A.R.S., Chastain o Jag Panzer. Ya veis, uno que es así de raro. Hasta aquí, mis diez favoritos, ahora os toca a vosotros...

1 comentario:


  1. Eurynomous:Tiene un estilo bastante "sencillo" en comparación con muchas bandas que vinieron después
    Quorthon.Otro que también parece tocar bastante regular pero muy dificil de tocar,como Anders Nystrom,que también está en la lista
    Zakk Wylde:Me gusta bastante,a pesar de los harmónicos,porque tiene un estilo bastante bueno cuando toca Blues Rock y se deja de imitar a Black Sabbath
    Fast Eddie Clarke:Siempre me quedaba con la gran pareja que eran Wurzel y Campbell(su guitarra no me gusta en los ultimos discos de Motorhead) pero descubrí a Fast hace poco y me gustó ese estilo tan cercano al RNR
    Josh Homme:Es bastante alejado del Heavy pero muy recomendable

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