Curioso ha sido el camino que ha tenido que recorrer Escocia. Aunque mucho menos sufrido que otros pueblos del planeta, los escoceses tienen el dudoso honor de tener una historia llena de calamidades. Desde los pictos tallando piedra y mezclándose con escotos, hasta las invasiones de britones, anglosajones y de algún que otro nórdico. Todo ha ayudado a forjar el temperamento de una nación que, al día de hoy, tiene de referente a un tipo como Andy Marshall. Definitivamente la vida no siempre le ha sonreído a los de Alba, pero es lo que hay.
He de reconocer que gran parte de mi simpática animadversión para con este señor no es ni siquiera su culpa. En su momento, sordo de ignorancia, me lo vendieron como una suerte de Walter Scott o Robert Louis Stevenson en clave Black Metal, con un alcance que incluso le podría llegar a considerar el Drudkh del Norte. Rápidamente me quedó claro que ese no iba a ser caso y que lo más cercano serían los pesados de Cnoc an Tursa. Pero el amargor de las expectativas que yo mismo me puse todavía sigue incomodando.
Aun así, pienso que condiciones había y de sobra. Lo que más me choca es que semejante potencial haya sido desaprovechado por un tipo que rápidamente se desmarcaba y decía que lo suyo eran las historias a la Windir y que nunca bebió de esa influencia del Black Metal tradicional (pese a que lucía orgulloso remeras de Burzum en sus demos con In Vino Veritas) y que cuando tenga ganas de hacer ruido lo hará con Fuath. Contradiccones aparte, lo cierto es que sí que comparte, y ahí radica parte del encanto que le encuentro a Saor, el mismo respeto por la cultura, las tradiciones, la historia nacional y una devoción exacerbada por la naturaleza. Devoción que le ha dado el estatus del que se aprovecha actualmente, llevándolo a codearse con los más ilustres abraza-árboles en festivales como Fire In The Mountains y cosas así.
Lo cierto es que este personaje, hincha del Rangers, que para rematar es descendiente de Roberto I de Escocia y que define lo que hace como Caledonian Metal, sigue dando pinceladas del talento innegable que tiene en pleno 2025, ahora con su sexto álbum, el aquí reseñado “Amidst the Ruins” que tenía la complicada tarea de ser el sucesor de un “Origins” que, en mi opinión, era un álbum instrumentalmente maravilloso que dejaba la vara un poco alta, por lo menos para la media del Folk/Pagan que se trabaja actualmente.
Lo cierto es que Marshall se empeña en seguirse frotando contra las piedras talladas en pro de un “Amidst the Ruins” que marca la cancha con una intención absolutamente continuista con lo que ha sido su carrera. Una hora de disco, repartido en cinco temas que alternan pasajes de tremenda belleza y emotividad con otros criminalmente insufribles y empalagosos. El punto a favor, por el cual este señor logra salirse siempre con la suya, es que la prioridad estética que le imprime a cada uno de sus discos, videoclips a vuelo de dron incluidos, es impecable. Y ya sea a medio tiempo o a gaita desnuda, el álbum encara al oyente con una elegancia instrumental muy potente que terminará atando los extremos del tracklist en un paisaje sonoro que nos permite darle el visto bueno al Andy una vez más.
El trabajo cobra vida a su tiempo, arrastrándose entre canciones largas como ríos, con interludios apaciguados que se suelen dejar caer en la ya contenida furia los growls de Marshall, a cada álbum más breves y concisos. En este terreno se diagrama un concepto de puro odio para con el modus vivendi actual. En ese porvenir casi contemplativo que adoptan las canciones, se pondrá la lupa sobre la globalización, la distante cercanía del internet, el acomodo y la banalización de los actos más horribles y repugnantes. Todo disimulado con metáforas y poesía, pero con la clara recomendación de buscar en el bosque, el castillo o la montaña de preferencia, la paz y el sosiego necesario para transitar por esta vida con la mayor dignidad posible.
Las pinceladas de la música tradicional escocesa se recrean en pasajes donde las percusiones se dan el gusto de dialogar con el violín y la gaita, acentuando el fervor patriótico que esta gente exuda cada vez que se meten al estudio o le ponen un micrófono delante. Extraño particularmente el empleo de melodías a teclado, recurso que funcionó en momentos cruciales del “Forgotten Paths”, por poner un ejemplo, y que para la ocasión ha sido reemplazado por un despliegue de guiños a la celta a cargo de una Elisabeth Zlotos a la que le sueltan la cadena y corre desaforada por los campos soplando la flauta a todo lo que da y cantando sus tediosos “la-la-la” para permitir que los temas puedan fluir con comodidad hacía algún lado.
Sin ser tan pretencioso como antaño, ni tan audaz, Saor sale airoso del trámite y se da incluso el tupé de prender el piloto automático de a ratos, evocando de alguna manera sus primeros discos. Ya muy atrás han quedado esas madrugadas en donde se colaba casi a escondidas en una universidad para grabar su debut "Roots", cuando todavía se llamaba Arsaidh. Ese hambre y ese desenfreno poco a poco se iría perdiendo, hasta cambiarse de nombre a Saor, tornando su música hacia un espectro cada vez más personal y que lo llevó a tomarse unas cervezas con Michael Berberian en Ucrania para terminar firmando con su ya apenas respetable Season of Mist.
Constancia a paso firme. Esa es la mayor virtud que le reconozco a Marshall. Discos aclamados como el “Guardians” o el ya citado “Forgotten Paths” suelen estar al borde de rayarme en lo insoportable, pero siempre aparece una genialidad, un destello, y el tipo rescata el navío hasta con cierta elegancia. "Amidst The Ruins" no es la excepción. Crímenes que le hacen merecedor de un fusilamiento como "The Sylvan Embrace" conviven con temazos de pura evocación folclórica y potencia Pagan con regusto para las atmósferas que terminan redondeando, de nuevo, un buen disco. Marshall se volvió a salir con la suya.
6/10
Buen disco, no se me ha hecho bola a pesar de tener temas realmente largos. Incluso el tema ese por el que merecían el fusilamiento me ha parecido bastante bueno y empasta muy bien con el conjunto. Yo lo calificaría de notable un 7.5
ResponderEliminarVaya por delante que la mía ha sido una única escucha y seguramente algo superficial, pero a mí se me han hecho excesivamente pastelosos. Todo es tan cuqui y tan luminoso... Hay cosas interesantes y técnicamente esta muy bien hecho, no lo niego, pero creo que, incluso dentro de este mismo estilo, hay cosas mucho más comprometidas y dignas de escuchar. Y mira que yo simpatizo con la causa escocesa...
EliminarA todos les gustó el Sylvan embrace, pero yo soy un cabeza dura para esas cosas a veces. Bala.
EliminarPues no está nada mal el disco, pero a mí casi a todos los discos de Pagan o como quieran llamarlos, les pasa lo mismo. Echo de menos un poco de "mala leche" en las voces. Las melodías están muy bien, las voces limpias "empastan" muy bien con la música, pero echo de menos alguna parte más cañera y voces algo más agresivas... y alguna aceleración tampoco le vendría más. Por darle mas variedad, vamos.
ResponderEliminarUn 7 pelao para el Willian Wallace de turno.
Por cierto, la canción esta de Sylvan embrace, me recuerda, pero muchísimo, a Enya... muy ambiental, sin nada de metal y con voces femeninas dobladas... así que a los que les gustó, ya saben donde tienen mas...
EliminarPues habrá que escuchar a la tal Enya porque a mi el tema me ha gustado, lo que pasa es que un disco entero de Sylvan Embraces no se yo ... igual es un poco empalagoso. Pero bueno yo no me cierro a nada
EliminarYo no sólo echo de menos mala leche en más voces, la echo en general... por esa razón no me suelen convencer las bandas de pagan/viking metal. Suena todo demasiado "bonito" y en este Amidst the Ruins la sobredosis de glucosa es considerable. Hay honorables excepciones a esta regla, por supuesto. Sus vecinos ingleses de Winterfylleth, por poner un ejemplo muy próximo en estilo, creo que salen bastante mejor parados que estos Saor. Y echando la vista un poco más atrás, también encuentro con mucho más empaque metálico a unos Drudkh o unos Primordial.
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