Los 10 del Dictador para... 1990

Y por fin llegó el día, Maiden se cayeron, no ya del primer puesto, sino del top. Nunca creí que vería este momento. En mi fanatismo adolescente, seguramente habría negado la evidencia y lo habría colado en algún puesto discreto, pero está claro que no, “No Prayer for the Dying" no está entre los diez mejores discos editados en 1990. Ahora, de viejo, no me cabe duda. Y no es que sea un mal álbum, tiene sus temas. Me gusta, como casi todo lo que sacan Maiden y lo escucho de muy buen grado, pero la salida de Adrian Smith sería un golpe del que nunca se llegarían a recuperar del todo. En estas que llegó el momento idóneo para Judas Priest, pero un cabronazo pelirrojo les adelantó por la derecha...

1. Megadeth - Rust in Peace (Capitol Records)

“Rust in Peace" fue fruto de un cúmulo de casualidades afortunadas. Un álbum que pudo no haber salido tal y como lo conocemos. En 1989, Dave Mustaine ofreció una audición a Jeff Waters para unirse a Megadeth en sustitución de Jeff Young. A instancias de su nueva escudería, Roadrunner, y con buenas perspectivas para Annihilator tras el éxito de “Alice in Hell", Jeff decidió que iba a apostar por su propia banda y declinó la oferta. Primera casualidad. La segunda, concierne al plan B para el puesto. La misma semana que Marty Friedman iba a probar suerte con Megadeth, tenía también una audición con, atención, Madonna. Afortunadamente, la de Megadeth llegó antes y Marty salió ese mismo día del local de ensayo con el empleo. Los astros a veces se alinean y las cosas se ponen pronto en donde deben. Aquel día Marty encontró el lugar que le era natural y el que sería su hogar durante los siguientes 10 años. Más aún, el que lo encumbraría como uno de los mejores guitarristas de la historia del heavy metal. Estoy seguro de que, cuando Marty llegó, Dave ya tenía todo bien perfiladito, pero también lo estoy de que no sería lo mismo sin su concurso. El sueño húmedo para los amantes del metal potente y del mundo de la guitarra. Podría decir que “Dawn Patrol" sobra y no encaja con la locura desatada a su alrededor y no estaría mintiendo, pero me da igual, “Rust in Peace” es una joya de principio a fin. Y tampoco creo necesario decir que el de “Tornado of Souls" me parece uno de los mejores solos de guitarra de todos los tiempos, pero ahí queda también. A la mierda sus detractores, si es que los hay… ¡El mejor álbum de 1990!

2. Judas Priest - Painkiller (CBS)

Para una vez que Maiden sacan un disco flojo, van Megadeth y se cascan “Rust in Peace". “Painkiller" probablemente habría sido un top 1 en cualquier otro año, pero así es la vida. Bueno, decir que este LP de Judas es uno de los más influyentes de la historia me parece una perogrullada y lo considero en gran parte responsable del cambio que se opera en la escena a partir de 1990. De lo bueno, al menos, lo malo se lo encasqueto a cierta banda texana de cuyo nombre no quiero acordarme. Curiosamente, o quizás no tanto, ambos protagonizaron una de las giras más gordas de aquel año. El hecho de que esté hasta las pelotas de escuchar el tema-título, no lo hace menos brutal. Esos 6 minutos son una puta barbaridad, desde la entrada de batería de Scott Travis, de las más icónicas que se han grabado, hasta ese alarido maníaco de Rob Halford que seguramente le haya jodido la garganta para siempre. Tipton sube aquí el nivel hasta límites insospechados y lo suyo con Downing en este trabajo es toda una demostración de reciclaje musical y habilidad técnica. Y lo mejor de todo, es que “Painkiller" ni siquiera es la que más me mola del álbum. “Hell Patrol", “Between the Hammer and the Anvil", “Metal Meltdown", la irresistible “One Shot and Glory"… tienen de todo. Despliegue técnico, gancho, violencia, épica… En resumen, esto es una puta obra maestra y si no lo ves, no haces nada por aquí. Y, para rematar el pack, Chris Tsangarides se marca, casi con toda seguridad, la mejor producción de su carrera, tan responsable del resultado final, como la música que contiene. Sólo un detallito que no le resta ningún mérito, escuchad esto antes, para que veáis que las cosas no salen de la nada…

3. Annihilator - Never, Neverland (Roadrunner Records)

Este LP es una verdadera debilidad personal, me gusta casi todo de él (salvo alguna letra que me hace pensar que a Jeff Waters le falta un hervor). La producción, la secuencia de temas, la voz de Coburn Pharr, su gusto melódico, su velocidad… “Never, Neverland" es una amalgama perfecta de muchos equilibrios muy complicados de alcanzar. Pocas bandas conseguían sonar tan técnicas, melódicas, accesibles y agresivas al mismo tiempo… bueno, la gran referencia al respecto está tres puestos más arriba. Con esto en la mano, no puedo más que celebrar que Jeff Waters declinara la oferta de Mustaine, pero tampoco es menos cierto que, una vez se secó el manantial, Annihilator es una banda que ha deambulando por la escena con más pena que gloria. Supongo que Jeff Waters siempre fue un poco hortera y descerebrado, pero es que la cosa con su banda se puso muy fea a partir de mediados de los 90, con brevísima conexiones con aquel genio de antaño que sacó sus obras maestras a finales de los 80. En este momento, Annihilator parecían imparables.

4. Kreator - Coma of Souls (Noise Records)

Estoy convencido de que escuchar “Coma of Souls" antes que ningún otro álbum de Kreator ha contribuido decisivamente a ponerlo en el pedestal en el que se encuentra, pero nada de lo que me ha llegado después ha conseguido tambalear su posición de privilegio. Desde que arranca la intro acústica de “When the Sun Burns Red", sabes que algo muy gordo se te cae encima y todo lo que viene a continuación, no hace más que mandarte de vuelta a la lona con cada nuevo golpe que te arrean. “Terror Zone", “People of the Lie”, “Coma of Souls", “World Beyond", “Agents of Brutality"… son violentas, despiadadas, viciosas, hambrientas, pero al mismo tiempo se las apañan para sonar pegadizas, refinadas y elegantes. Cada vez que algo de esto suena en directo, la gente se vuelve totalmente loca y no es para menos. Petrozza realmente tocó su techo aquí como compositor y guitarrista y, encima, estuvo mejor acompañado que nunca por sus colegas de faena. La entrada de Frank Blackfire supuso un salto de calidad considerable, Rob Fioretti seguía el ritmo sin desfallecer y Ventor no volvió a tocar así en su vida. Encima, si te metes en un estudio en Los Ángeles con Randy Burns, acabas con algo como esto en tus manos, una obra culmen del thrash metal. ¿Algo a mejorar? Aunque icónica, esa portada no es de las mejores de Andreas Marschall, por todo lo demás, un álbum prácticamente perfecto. 

5. Artillery - By Inheritance (R/C Records)

No podía faltar... es la tercera vez que hablo en el Dictador de esta maravilla. Puede que me repita un poco, pero lo que he comentado respecto a Megadeth, Annihilator y Kreator es perfectamente aplicable también aquí. Los thrashers puede que perdieran un poco de frescura en ese crecimiento como músicos, pero “By Inheritance” es otro ejemplo perfecto de lo que se pudo conseguir dentro del estilo sin prostituir sus ideales. Una banda decente, casi del montón, se podría decir, que publicó dos álbumes muy dignos de thrash metal a mediados de los 80, se encierra tres años a componer, se machaca en el local de ensayo como si no hubiera un mañana y resurge en 1990 como una imparable máquina de matar dispuesta a darle una lección a todos los que no tenían motivos para creer en ellos. Encima, tienes la fortuna de que tu sello ponga a todo un Flemming Rasmussen a tu disposición y ya está el lío hecho. Ya hice una reseña de “By Inheritance” hace un tiempo y no veo muy necesario tener que dar más detalles en profundidad. Id allí y lo leéis todo con calma. Sólo decir que esto es una puta joya de thrash metal a la que únicamente le sobra una versión que, sin estar mal, no considero para nada necesaria. 

6. Entombed - Left Hand Path (Earache Records)

Ya habíamos tenido amagos antes, pero en 1990, el death metal llegó para quedarse. Ya no estamos hablando de pioneros que apretaban un poco la tuercas desde el viejo thrash ochentero, ni siquiera de un genio adelantado a su tiempo como Chuck Schuldiner, ahora eran cientos de chavales desde diferentes puntos del orbe que nos hicieron sentir el putrefacto hedor de la muerte a través de los surcos de un vinilo. La huella mas imborrable de aquel año la dejarían cuatro adolescentes de Estocolmo que, de paso, inventarían, casi por accidente, uno de los sonidos más lealmente reverenciados del metal extremo. “Left Hand Path" es todo un tratado de death metal. Fija todas las claves del estilo con una claridad meridiana y no hay quien lo desbanque del trono como indiscutible rey de su estilo en lo que a Europa se refiere. Entrando EEUU en el debate, la cosa ya no estaría tan clara. Esta es una mórbida obra de arte que, de paso, nos hizo ubicar a la perfección a un tal Dan Seagrave que pasaría desde ese mismo momento a estar ligado para siempre de forma indisoluble con el estilo. No se puede hacer death metal mejor que aquí. 

7. Obituary - Cause of Death (Roadracer Records)

Y si Entombed marcaron el estándar sueco, Obituary hicieron mucho por fijar el americano, aunque esto será una cosa más difusa. También hay que tener en cuenta que aquí hablamos de varias escenas localizadas, separadas por miles de kilómetros y en Suecia casi todo se cocía en Estocolmo en torno a diez colegas. “Slowly We Rot” ya había sido una amenaza muy seria, pero la llegada de James Murphy, que venía de grabar el que está inmediatamente debajo, terminó de darle a Peres y los Tardy el empujón que les hacía falta. No es que Allen West sea un paquete, pero este hombre se lo merienda con una mano atada a la espalda. Por desgracia, un año después estaría West de vuelta. La portada de Whelan es sencillamente acojonante y, la producción de Scott Burns, otro tratado de cómo debe sonar esta historia. Durante tres o cuatro años, media escena querrá sonar exactamente así y se debe a un buen motivo. Todas las canciones funcionan a la perfección, hasta la versión de “Circle of the Tyrants" es un pepinazo… También hay que decir que Obituary son, a ratos, un terrorífico tributo a Celtic Frost. “Turned Inside Out", “Infected", “Body Bag", “Chopped in Half"… Si todo lo que hay aquí son clásicos del death metal, se debe a una buena razón. 

8. Death - Spiritual Healing (Combat)

“Spiritual Healing" está emparedado entre dos piedras angulares del estilo y eso le hace perder algo de relevancia, pero sigue siendo una gozada igualmente. Los cuatro que formaban la banda en aquel instante parecían caminar en dos direcciones opuestas. Si Schuldiner y Murphy subían el listón una barbaridad, Butler y Andrews anclaban a la banda en ese sonido más primitivo de su época Combat y por ello este es el último álbum relevante para los puristas de esa primera etapa. Para mí, no deja de ser un álbum de transición en el que Death prosiguen su imparable evolución y van dando pinceladas del sonido que definirán a principios de los 90 y que acabaríamos llamando death metal técnico. Por encima de todo, sigue teniendo una producción cojonuda, también de Burns, y una colección de riffs y solos envidiable a cargo de Chuck Schuldiner y James Murphy. Ya sólo por eso merece un puesto de privilegio en este top de 1990. No me olvido de esa estupenda portada de Ed Repka que a menudo luzco en una camiseta (en su día también en una espaldera). Otro clásico colgado del cinturón para "Evil" Chuck...

9. Queensrÿche - Empire (EMI America)

Otros que venían de encadenar una tanda de trabajos realmente estratosféricos y bajan un peldaño para iniciar un lento pero imparable declive durante los años 90 del que se han conseguido recuperar, a medias, durante la última década y pico. Pasa que, siendo tan jodidamente brillantes, una pizca de genio basta para ponerlos muy por encima de todos los demás y en “Empire" son muchos los destellos de genialidad que todavía les quedaban. Quitando algún tema un poco más ñoño, “Best I Can”, “The Thin Line", “Jet City Woman”, la propia “Empire”, “Resistance"…, básicamente la primera mitad, siguen siendo temazos de una elegancia que está al alcance de muy pocos. Venían de un éxito considerable con “Operation: Mindcrime" y con “Empire" consiguieron un hito difícilmente esperable para una banda con una música tan sofisticada como la suya. El gran logro de este LP estará precisamente en hacer más accesible un sonido que no resultaba apto para todo el mundo y no murieron en el intento… más bien todo lo contrario, triunfaron. Como los marcadores de tendencias que eran, de nuevo, señalaron el camino que cientos de bandas seguirían, y eso es algo que sólo unos pocos consiguen, los mejores. Una cosa, la portada es una puta mierda, que quede claro, hasta los genios se equivocan, pero ese nunca fue su punto fuerte…

10. Forbidden - Twisted into Form (Combat)

Cierro la lista con otro álbum cortado por el mismo patrón que “Rust in Peace", “Never, Neverland", “Coma of Souls" y “By Inheritance". Ya os digo que 1990 fue el año clave para el thrash tirando a técnico y que a mí todas estas bandas me flipan un “puñao". Como ya os comenté en el 88 a santo del debut, Forbidden fueron una de las últimas bandas en aparecer en la Bay Area que de verdad merecían la pena. Lo que saldría ya después de ellos no era más que un refrito de lo que otros hicieron antes, mejor. Esta gente tocaba un huevo y parte del otro y en “Twisted into Form" se preocuparon mucho de demostrarlo, hasta el punto de que Paul Bostaph se empezó a rallar un poco con tanta floritura y surgieron fricciones entre ellos. Supuestamente, este fue un álbum grabado bajo un ambiente muy tenso, aunque no se nota y yo no advierto en ningún momento un bajón de calidad respecto “Forbidden Evil”. Es más, yo diría que hasta me quedo con este por un pelo. Lo que resulta obvio es que es un álbum menos directo, más progresivo, algo más retorcido, pero sigue siendo thrash metal con pelotas, tocado con una técnica envidiable y con un cantante realmente excelente, de lo mejor que había en el estilo. Yo, que no soy un thrasher de estos de chaleco de parches y hi-tops, no me siento condicionado por una necesidad de tralla y violencia desenfrenada, así que todas estas historias algo más refinadas me pueden con su conseguidísima mezcla de incendiario thrash, melodía heavy y su justa dosis de chorreo instrumental. Ya cuando se pasan, pues igual no entro, pero aquí aún los veo en su punto justo de cocción. Otro puntazo la producción de Michael Rosen.

Y se acabaron los 80… ¡Pero si esto es 1990! Diréis… Claro, pero se trata del último año de los 80, por raro que suene… Tiene su lógica, no os vayáis a creer. Como todos los años anteriores, me he dejado muchísimos fuera (“Persistence of Time", “Souls of Black", “Tyr", “Dark Recollections", “Vicious Rumors", “Into the Mirror Black”, “The Eye", “The Privilege of Power", “Wicked Sensation", “Up from the Ashes", “For Those Who Dare", “Steelheart", “No Smoke Without Fire", “Heavens Edge”, “Hammerheart"…), por lo que me parece evidente que el relevo generacional estaba garantizado. Las bandas de los 80 que se enteraban de la movida, ya iban encarando los 90 con cierta confianza, pero, en realidad, fue la industria la que les dio la espalda. Antes lo podía comprender mejor, pero ahora que estoy algo más puesto en la materia, no creo que hubiera mucho de lo que avergonzarse en aquel heavy metal de finales de los 80. Sea como fuere, la fiesta se acababa y se avecinaban cambios…