Los 10 del Dictador para... 1988

1988 se ha hecho esperar, eh, bandidos. Esta mes me ha pillado un poco con el pie cambiado y me ha costado sentarme a producir algo, pero aquí estamos finalmente... Vamos allá. El año en que el heavy metal se hace adulto y alcanza definitivamente su madurez. Los músicos empezaban a tocar seriamente, las producciones eran cada vez mejores y la inspiración llegaba hasta de la literatura y la ciencia... la peña iba de cultilla por el “mundo metal”. El heavy metal progresivo tomaba forma, irrumpían los álbumes conceptuales y hasta los thrashers comenzaban a parecer muchachos civilizados con inquietudes filosóficas. Cierto es que algo perdió el heavy metal por el camino, pero esta versión más refinada seguía teniendo muchísimo que ofrecer y, en algunos casos, hasta alcanzó sus mayores cotas de gloria. Con la lista que hay debajo, quién puede reprochar al estilo haber perdido frescura y calidad...

1. Iron Maiden - Seventh Son of a Seventh Son (EMI)

¿Cómo podría ser de otra forma? El primer CD que me compré de la banda, que por supuesto aún conservo y, seguramente, mi favorito hasta nuestros días. Lo que prácticamente lo convierte en mi disco favorito de todos los tiempos. Hoy día ya no tengo tan clarísimo que así sea como antes, pero seguro que es uno de los que más habré escuchado en mi vida. Nunca he terminado de ver a “Seventh Son…” como ese álbum conceptual que se ha vendido, al menos no en sentido estricto como el que está siguiente en la lista o cualquiera de King Diamond en solitario, pero me importa más bien poco. A nivel compositivo, Maiden tocaron su techo. Esto es una puta genialidad de principio a fin. Martin Birch hace sonar a los del East End como los ángeles, Derek Riggs otra vez nos maravilla con su creatividad y las ocho canciones no tienen desperdicio. Hay gente que raja de “Can I Play with Madness"… ¡Qué les jodan! Si es que por rajar… Las influencias del prog de los 70 ganan fuerza, las atmósferas se hacen gélidas y etéreas, Bruce encuentra un nuevo yo después de aquel agotador trance del “World Slavery Tour”, Adrian y Dave tocan como nunca en sus vidas… Iron Maiden estaban de dulces y lo demostraron con el Donington más impresionante de la historia en el que más de 100000 enloquecidos fans perdían la cabeza con ellos (y, por desgracia, dos de ellos la vida durante el bolo de Guns ‘N Roses). Aunque sufrían un pequeño revés en tierras norteamericanas donde su fama declinaba, en Europa estaban en la cima del mundo… Desgraciadamente, por poco tiempo, sólo un año después Adrian se bajaba del tren y Maiden nunca volverían a ser los mismos. Su ausencia se notó demasiado y los 90 serían una etapa bastante jodida para la banda.

2. Queensrÿche - Operation: Mindcrime (EMI America)

Este es el álbum de conceptual del heavy por excelencia, con permiso de “The Crimson Idol". Estaría mintiendo si os dijera que fue amor a primera escucha, no, este me costó lo suyo. Durante cierto tiempo se me hizo un LP denso y bastante indigesto. De hecho, entré mucho antes al trapo con el resto de su discografía ochentera, sólo que, una vez enganchado, ya nunca más me soltó. Esto es una hora de indescriptible placer para los sentidos. “Thinking man's metal" que gustaban de llamarse los muchachos, no seré yo el que les lleve la contraria. “Operation: Mindcrime” es una maravilla desde todos los ángulos. Instrumentalmente exquisito, con una historia trabajadísima detrás, una producción riquísima llena de matices y una de la interpretaciones vocales más apasionadas del género… Geoff Tate siempre ha sido un fenómeno de la naturaleza, pero aquí está verdaderamente celestial, casi inalcanzable para cualquiera. Cada vez que abre la bocaza no queda más que hincar rodilla y deshacerse en alabanzas. DeGarmo, imperial, derrochando elegancia y buen gusto. Rockenfield dando una clase maestra de percusión metalera… Este es de los pocos LP’s de la historia del heavy metal a los que le cascaría un 10 y me quedaría tan ancho. Y lo mejor es que, tema por tema, sigue funcionando a las mil maravillas: “Revolution Calling", “Speak", “Spreading the Disease", “The Needle Lies", “I Don’t Believe in Love", “Eyes of a Stranger"… A ver quién tiene cojones a decir que no son buenas canciones.

3. Crimson Glory - Transcendence (Roadrunner Records)

Seguimos para bingo… Por un motivo este es un año fetiche para mí. Adoro a Crimson Glory… casi tanto como a Queensrÿche y, si el debut ya era la hostia, “Transcendence” es un puto desmadre. Ligeramente refinados, Crimson Glory crecían exponencialmente en su segundo álbum, un auténtico derroche de creatividad y dramatismo. Más melódico por un lado, más teatral por otro, Crimson Glory marcaban uno de los hitos del heavy metal americano. Quizás la producción es un poco "maquinera" (siempre se ha sospechado del sonido de batería, sobre todo en algunos temas), poco me importa, si os soy sincero, “Transcendence" es un álbum prácticamente perfecto. Gran parte de la culpa la tiene un Midnight que está a un nivel estratosférico aquí, si cabe aún mejor que en su debut, si es que eso era posible. ¿Cuál es su único defecto? Que es tan bueno, que todo lo que vino después es una basura en comparación. No sé yo qué le dio a estos fulanos para que se descolgaran con un cagarro como “Strange and Beatiful" a continuación porque, en 1988, eran un banda con una proyección descomunal, una música de primera y una imagen imponente... Si es que hasta el nombre de esta gente molaba un huevazo.

4. King Diamond - Them (Roadrunner Records)

No podía faltar tampoco King a su cita en el 88. El continuo compromiso del señor Pedersen con la excelencia resiste toda prueba posible y “Them" no iba a ser una excepción. King y los suyos llegaron a esta recta final de los 80 plenos de inspiración y toda su producción durante aquellos años rayó a gran altura. Quizás algo más técnico todavía que su predecesor, puede que “Them" perdiera parte de su frescura. Sin embargo, yo que los escuché en orden inverso (primero este y luego “Abigail"), siento una conexión especial con este LP del 88. Es más, si no recuerdo mal, fue el primero que me compré allá por el 95. Dudo ahora de si fue este o aquel “The Spider's Lullabye" que salió aquel mismo año. Como en todos aquellos trabajos, la imaginación de King estaba a flor de piel, nos volvía a traer una historia terrorífica y la banda estaba a un nivel técnico-compositivo sin igual. No resulta sencillo escuchar heavy metal “tradicional" así de bien tocado y compuesto. Andy LaRoque hace su habitual exhibición de singularidad y virtuosismo, pero el que de verdad se sale del mapa en esta ocasión es Mikkey Dee, que hace el trabajo de su carrera. Ya desde esa intro de “Welcome Home" su presencia se vuelve enorme. Haced un repaso mental rápido por el heavy de los 80, no se me ocurren muchas demostraciones de dominio, fluidez y, sobre todo, pertinencia (no hay nada que resulte superfluo) como esta del amigo Delaouglou. Y esa portada de Thomas Holm, una maravilla... De nuevo, otra joya para la corona del Rey.

5. Riot - Thundersteel (CBS)

Mientras escribo esto llevo la camiseta de este LP. Seguramente EL disco de power metal americano y la auténtica resurrección de una de las bandas más desafortunadas de la historia. Ya lo comenté en el 81 con “Fire Down Under”, Mark Reale estaba destinado a lo más grande, pero se cruzó un desaprensivo llamado Steve Loeb en su camino. Tras su prematura desaparición en 1984, Mark se refugió en Texas y unió sus fuerzas a varios músicos locales para montar Narita, a partir del título del segundo LP de Riot. Animado por Don Van Stavern, se trasladan a Los Ángeles y reflotan su buque insignia de nuevo con Rhett Forrester y Sandy Slavin, pero con Riot, reaparece Loeb. Mala cosa. Así como irrumpe en escena, larga a Harry Conklin (Rhett Forrester ya no estaba a esas alturas) y Sandy Slavin y reubica a la banda de nuevo en Nueva York con Mark Edwards de Lion a la batería y el desconocido Tony Moore a la voz. Así empieza la grabación de este “Thundersteel" en 1987, pero Edwards decide volverse a Los Ángeles para apostar por sus Lion que acaban de firmar contrato y es sustituido por otro texano, Bobby Jarzombek de Juggernaut, que termina los temas restantes (cuatro Edwards y cinco Jarzombek). Con tales antecedentes, la cosa pintaba desastrosa, pero las composiciones son tan buenas, que el álbum consigue ser una verdadera joya de culto y lo único que le podemos reprochar es la producción de un Steve Loeb que se hace la picha un lío con las idas y venidas de músicos… bueno, eso y su cuestionable portada, también en la "honorable" tradición de Riot. La cosa es que este álbum tendrá una influencia determinante en el metal americano y, según se dice por ahí, bastante que ver con el enfoque de Judas Priest para “Painkiller". Un ritmo trepidante, una batería avasalladora, los impresionantes alaridos de Tony Moore y el siempre clásico despliegue técnico de Mark Reale. Si hay una forma adecuada de reflotar una banda y revitalizar su sonido, es esta. A pesar de sus dos defectillos, son 46 minutos de puro gozo heavymetalero.

6. Vicious Rumours - Digital Dictator (Shrapnel Records)

De este también os hablé en su correspondiente reseña, así que no me voy a extender más de lo necesario. Sólo recordad que esto da nombre al blog que estáis leyendo, así que ya os podéis imaginar... Casi tan importante para el heavy metal americano como el de Riot, Vicious Rumors son también unos pobres desgraciados. Su debut del 85 no estuvo nada mal, pero yo creo que se durmieron un poco en los laureles durante tres años para prepararle un sucesor. Afortunadamente, la cosa no salió mal del todo y se sacaron de la manga esta barbaridad. Mark McGee no sería Vinnie Moore, pero no podemos decir que lo hiciera mal como sustituto. La clave está en un Carl Albert que el mismo Geoff Thorpe robó a unos Villain para los que estaba haciendo de mánager… ¡menudo negocio, colegas! La historia es que, con muy buen ojo, acabó reclutando a uno de los mejores vocalistas del heavy metal americano, todo un portento con pulmones de acero y un carisma arrollador. La alianza dio de sí este impresionante “Digital Dictator” que les valió un contrato con Atlantic para su tercer LP, pero la cosa nunca terminó de despegar y el fantasma groove noventero los acabó devorando. Una pena, quizás esos tres años entre “Soldiers of the Night" y “Digital Dictator" pudieron ser la clave, o no. Nunca se sabrá… Por lo demás, otra joya para el 88.

7. Testament - The New Order (Atlantic Records)

El otro día leí a alguien decir que no le gusta la producción de “The New Order" cuando a mí me flipa el trabajo de Alex Perialas en este segundo LP de Testament. Ya os comenté en “The Legacy" que pienso que Testament no fueron aún más grandes por debutar tan tarde, pero el ritmo que cogieron bien pronto fue imparable y para 1990 ya iban por su cuarto LP, alcanzando a casi todos los que habían debutado antes que ellos. Sobre las bases de “The Legacy", Testament afinan su propuesta y se convierten en una maquinaria de hacer thrash con potencia y melodía prácticamente invencible. Christian y Peterson marcan el pulso con precisión, Chuck Billy hace otra demostración de poderío y Alex Skolnick… Joder, qué voy a decir de este tío. Simplemente me baja los pantalones y me convierte en su putita cada vez que toca una cuerda con su púa. Vaya bestia el jodío, apenas unos segunditos de “Eerie Inhabitants” son suficientes para tenerme a sus pies con el culo en pompa implorando clemencia. Como siempre, el pobre Louie Clemente hace lo que puede para seguir a sus compañeros y no cagarla más de lo necesario… Como Lars Ulrich, vamos, sólo que en plan majete. La lista, acojonante: “The Preacher", “The New Order", “Trial by Fire", “Into the Pit", “Disciples of the Watch"… y escribo de memoria. Sólo una cosa… ¿A quién cojones se e ocurrió que era una buena idea meter un tema de Aerosmith ahí en el medio? Vaya corte de rollo…

8. Death - Leprosy (Combat)

Los heavies (sí, sí, me reconozco como tal) somos muy dados a las frases lapidarias, a muchas verdades que no admiten discusión. Para mí, una totalmente incuestionable, es que Death son los padres (Chuck Schuldiner, concretamente) del death metal. Vale que alguno me vendrá ahora con que el término se debe a Possessed y tampoco le voy a quitar la razón, pero también Venom acuñaron lo de “black metal” y de black tienen más bien poco. Pues aquí un poco lo mismo. Si hay un álbum que identifico con el estilo, ese es “Leprosy". “Evil" Chuck se traslada a Florida, se agencia a la peña de Massacre, se mete en los Morrisound y, con apenas 20 añitos, fija todos los estándares del estilo. Aquí está todo: las letras sobre zombies y putrefacción, la afinación grave que deja atrás definitivamente el thrash metal, la voz de ultratumba… esto es la muerte hecha música. Sólo diría que el único que se ve un poco superado por el horror que se desata a su alrededor es un pobre Bill Andrews que parece un batería de heavy/speed tocando por encima de sus posibilidades. Consigue salvar los muebles y hasta diría que en “Spiritual Healing" da bastante el pego, pero Chuck pronto se daría cuenta y lo sustituiría por los mejores en su género. Más allá de este detalle de poca importancia, esto huele a clásico por los cuatro costados: “Born Dead", “Pull the Plug", “Leprosy", “Open Casket”, “Primitive Ways"… Si en un par de años teníamos a Obituary, Entombed, Deicide, Cannibal Corpse y demás fauna pariendo sus propias atrocidades, todo se lo debemos al bueno de Chuck.

9. Yngwie Malmsteen’s Rising Force - Odyssey (Polydor)

Vaya cambio, ¿no? Si “Leprosy" es puro horror sonoro, con “Odyssey" nos enfrentamos a una exquisitez desbordante de elegancia. Otra vez más, el gilipollas de Yngwie largaba al vocalista y se hacía con los servicios, de nuevo, de alguien que había compartido escenario con su ídolo Blackmore, nada menos que Joe Lynn Turner. A Dio no podía aspirar, como es lógico. La alianza funcionó a las maravillas, aunque podamos escuchar al bueno de Joe llevado a su límite en más de una ocasión, sólo que el tío tiene tanta clase que consigue sacar adelante igualmente esas furiosas “Rising Force”, “Riot in the Dungeons" o “Faster than the Speed of Light". Sin embargo, donde le encontramos más cómodo es en esos medios tiempos con cierto aire comercial como “Deja Vu”, “Heaven Tonight", “Crystal Ball", “Now Is the Time"…  Con “Odyssey", Yngwie demostró que, cuando se lo propone, es capaz de derrochar buen gusto y grandes canciones. Nunca sonó tan centrado como aquí y la producción de Jeff Glixman, excelente, también. La portada, horrorosa, como viene siendo su costumbre.

10. Running Wild - Port Royal (Noise Records)

Ya estuve a punto de colarlos en 1987 con “Under Jolly Roger” y se quedaron fuera por poco, pero aquí les tenía que hacer un hueco a la fuerza. En 1988, el capitán Rock ‘n' Rolf alistaba para su tripulación a un entonces debutante Stefan Schwarzmann (aunque tengamos al britanico Iain Finlay en la contra) quien, junto a los veteranos Jens Becker y Majk Moti (fallecido el pasado mes de febrero), le dieron su primer momento de “gloria" a una banda que había vivido hasta entonces a la sombra de otros más grandes. Os confieso que, de 1987 a 1998, me encantan todos y cada uno de los álbumes de Running Wild y cualquiera de ellos se podría meter en un top 10 del año. Sin grandes demostraciones, a base de buenas canciones, poder metálico y estribillos ganadores, Rock ‘n' Rolf se acabó haciendo un hueco en los corazones de los heavies de pura cepa. Daba igual quien lo acompañara, donde se grabara, cual fuera la historia detrás, Running Wild no era más que el reflejo de su personal visión y cada entrega era una nueva exhibición de poder incontestable. Siempre se las arreglaba para darle vueltas a la misma idea y seguir sonando fresco, hasta que se le secó la sesera. No hay muchos ejemplos de consistencia como este en la historia del heavy metal, a ver cuántos han sido capaces de facturar ocho álbumes con esa calidad, hasta diez si contamos también unos solidísimos “Gates to Purgatory" y “Branded and Exiled". Haced un repaso por la discografía de muchas bandas grandes. Creo que Running Wild se merecerían este reconocimiento, aunque sólo fuera por su regularidad, pero “Port Royal” es un discazo igualmente, desde el portadón de Sebastian Kruger, hasta la acertadísima producción de la propia banda. Un discazo... y un año más tarde afinarían aún más la puntería. 

Esto ha sido todo, colegas. Me ha dolido especialmente dejar fuera a todo un “Ram it Down”, pero, si os soy sincero, cualquiera de estos diez me parece más completo. La mitad del de los Judas es un auténtico pelotazo, pero también hay otro tanto de material que deja bastante que desear. Hasta creo que otros como Fates Warning, Coroner, Forbidden, Anthem, Flotsam and Jetsam, Liege Lord… se merecen más entrar en esta lista. Sea como fuere, el heavy metal en 1988 seguía en todo lo alto y casi cada día del año salía una pasada que llevarse a las orejas. ¿Quién pudiera volver a vivir todo aquello?