Los 10 del Dictador para... 1997

¡Creíais que ya no volvía, eh, bribones! La cosa empieza a flojear y cada vez me cuesta más sacar petróleo, por eso me lo he tomado con tanta calma en esta ocasión. Como siempre, aparece alguna que otra joyita, pero cada año resulta más complicado armar una lista de diez realmente dignos de figurar en un top. La historia, llegados a estas alturas, es casi más fácil de contar a través de aquellos que nos decepcionaban. Paradise Lost, W.A.S.P., Annihilator, Kreator, Queensrÿche, Forbidden, Overkill, Metallica... nos dejaban a todos con un palmo de narices por aquel entonces. En medio de todos ellos, mucha mediocridad, mucho disco al que no le ha sentado particularmente bien el paso del tiempo y alguna que otra honorable excepción. Para aquel preciso instante, hoy hasta me cuesta destacar algo llegando desde el underground... faltaba también un poco para la resurrección del estilo. Con todo, un puñadito de clásicos resistían contra viento y marea e incluso recuperábamos algún veterano para la causa...

1. Emperor - Anthems to the Welkin at Dusk (Candlelight)

Tras la salida de “Nightside...” las cosas se fueron de madre. Vikernes levantó las alfombras y el inner circle cayó como un castillo de naipes. En pocos meses, Faust era condenado por el asesinato de Magne Andreassen, Samoth por el incendio de la Iglesia de Skjold y Tchort por asalto con arma blanca (vaya tres joyitas), con lo que Ihsahn, el único centrado de la pandilla, se quedaba solito para preparar un sucesor para su histórico debut. Faust y Tchort ya no regresarían, pero Ihsahn sí esperó por su coleguita Samoth, con lo que la edición de este “Anthems to the Welkin at Dusk" se demoraría hasta 1997, ya con el black metal noruego de capa caída y otros como Dimmu Borgir o In Flames tomando el relevo de la extremidad. Con todo, “Anthems to the Welkin at Dusk" bien podría ser considerado el último hito del black metal clásico, aunque uno ya muy evolucionado... “sophisticated black metal art” rezaba la contra. Un álbum complicado, denso, laberíntico, que lleva el detallismo de su debut a nuevos niveles que rozan el barroquismo más sobrecargado, se trata, sin duda, de una escucha desafiante. Todo parece un aparente torbellino de instrumentación llevado al límite. Las velocidades crecen exponencialmente, en gran medida por la incorporación del ex-Enslaved Trym Torson, el trabajo de guitarras de Samoth e Ihsahn se complica al máximo dentro de lo que es su género, la orquestación gana aún más protagonismo y, aún así, se las apañaron para que su nuevo trabajo fuera unánimemente reconocido por la inmovilista comunidad blackmetalera. Definitivamente, con “Anthems...”, Emperor consiguieron reinventarse. Dar un paso adelante, ofrecer algo único y conservar su integridad, lo que no siempre está al alcance de la mano. Con este par de obras, se situaron para siempre en la élite del black metal y, casi 30 años después, siguen viviendo de aquello. Creo que todo esto es indicativo de lo grande que fue su obra a mediados de los 90. Hoy en día, los dos que vinieron después no me interesan lo más mínimo.

2. Necrophobic - Darkside (Black Mark Production)

El sello del padre de Quorthon fue todo un desastre a la hora de promocionar bandas, ya que, salvo la de su vástago, ninguna consiguió destacar militando en sus filas. El caso de Necrophobic no fue muy diferente a todos los demás. Formados en 1989, tres demos vinieron a continuación, cada una mejor que la anterior, un EP y, finalmente, su esperado álbum de debut en 1993... Algo de culpa también tienen ellos ya que, después de aquel tremendo “The Nocturnal Silence” que ya llegaba bastante tarde, se tiraron otros cuatro años para volver a aparecer y se han instalado en ese mismo ritmo parsimonioso desde entonces. Siendo de lo mejorcito de su generación, los tipos vieron la vida pasar sin terminar de subirse a ningún tren en su día y tardaron décadas en encaramarse a cierta posición de privilegio dentro de la escena... mejor tarde que nunca, supongo. Sin embargo, en los 90 casi se les pasa el arroz, sobre todo cuando la inicial “Black Moon Rising" aparecía ya en una demo casera grabada en febrero de 1994... tres años antes de salir el álbum definitivamente. Por el camino, David Parland se fue obsesionando progresivamente con el black metal, hasta el punto de acabar abandonando sus Necrophobic para concentrarse en Dark Funeral en 1996, no sin antes dejar compuestas seis canciones para este “Darkside", con lo que su visión es la que está aquí plasmada con claridad meridiana. Maravilloso black/death metal sueco de prodigiosas melodías, malignas voces y una portada sencillamente increíble, de las mejores salidas de los pinceles de Kristian Wåhlin. En el debe, la batería de Joakim Sterner, ramplona las más de las veces, y una producción de Tomas Skogsberg que no termina de brillar como debería, sobre todo si la comparamos con lo que los Swanö y Tägtren firmaban por la época. Con sus defectillos, sigue siendo un imprescindible del estilo, especialmente por su exquisito trabajo de guitarras.

3. October Tide - Rain Without End (VIC Records)

Como ya comenté en el top de 1996, tras la salida del EP “For Funerals to Come", Jonas Renkse y Anders Nyström se rebotaron y partieron peras durante un tiempo. Lejos de quedarse parados, cada uno pasó 1995 entretenido con sus historias, Nyström con Diabolical Masquerade y Bewitched y Renkse con estos October Tide. Si bien las aventuras del primero tampoco tenían mucho que ver con Katatonia, October Tide se presentaban como una continuación natural para aquello que habían propuesto los de Örebro en “Dance of December Souls" y “...For Funerals to Come". Es más, me atrevería a decir que es el perfecto eslabón perdido para conectar estos con “Brave Murder Day". Lo extraño de la cuestión es que, tras publicar una cinta promocional y grabar este álbum de debut con Dan Swanö en 1995, Jonas Renkse y su nuevo compañero de fatigas, Fredrik Norrman se asociaron de nuevo con Nyström en Katatonia y, aparentemente, se olvidaron de October Tide hasta que la neerlandesa VIC Records los rescató un par de años más tarde. Es un crimen que un material de esta calidad estuviera a punto de quedar enterrado, pero, afortunadamente, no tardó mucho en salir a la luz. A mí me llegó todavía un poquito más tarde junto a “Grey Dawn" a finales de la década. Se trata, de nuevo, de una piedra angular del doom/death de mediados de los 90, a la misma altura de cualquier cosa editada por Katatonia, sino mejor aún que alguna de aquellas ediciones. Un imprescindible para quien guste del estilo, sobre todo para cualquier seguidor de aquellos primeros Katatonia de voz gutural. Sólo me jode no habérmelo comprado en su día y que hoy esté tan caro.

4. Enslaved - Eld (Osmose Productions)

Venía de flipar cosa fina con “Frost" y llevaba largo tiempo esperando el tercer álbum de Enslaved, lo que no deja de ser curioso teniendo en cuenta que habían encadenado dos álbumes el mismo año de su debut... Aquel día de verano de 1997, me fui de una tienda en Toronto con este y con el “Anthems to the Welkin at Dusk" de Emperor... menudo par de pepinacos, seguramente los dos últimos históricos del black noruego. Aún con sus raíces bien hundidas en la tradición, Enslaved también crecían y se atrevían a abrir su tercer álbum con una epopeya vikinga de 16 minutazos. Sin embargo, los de Ivar Bjornsson y Grutle Kjellson  conseguían retener su furia guerrera mientras apuntaban leves bocetos de la evolución que acabarían de perfilar años después. Ya sin Trym Torson, Harald Helgeson parecía un reemplazo bastante apropiado, menos intenso, pero quizás más versátil, una garantía para afrontar los cambios que se avecinaban. No duraría mucho en la banda y aquel mismo año dejaría paso a Dirge Rep (ex-Gehenna) que insuflaría una nueva energía blackmetalera en su siguiente "Blodhemn". "Eld" se me hace, ahora en perspectiva, un álbum bastante más coherente a nivel estilístico con "Vikingligr Veldi", que con aquella barbarie desplegada en "Frost". Desarrollos mucho más largos, sintetizadores, influencias progresivas... parece que recuperaban ese sonido más etéreo de su debut y que se acabó convirtiendo en seña de identidad de la banda en tiempos venideros. Se ve que en aquella época aún gustaban de alternar trabajos más largos y elaborados con otros más directos puesto que el siguiente "Blodhemn" de nuevo volvía a ser un zarpazo blackmetalero de apenas 40 minutos. Disco exquisito de black metal noruego con tintes vikingos... uno de los últimos esenciales de la escena, diría yo.

5. Bruce Dickinson - Accident of Birth (Raw Power)

El heavy metal estaba pasando momentos muy duros y sólo un año antes parecía que nos despedíamos para siempre de uno de sus principales baluartes. Bruce Dickinson se cortaba su icónica melena lisa y se nos presentaba como una versión de alternativa de Jon Bon Jovi en aquel controvertido "Skunkworks" que convenientemente rescató el compañero LostLife hace bien poco. Yo nunca he sido capaz de superar el bloqueo que me generó verle y escucharle de aquella guisa, así que, cuando apareció recuperando su filo heavy apenas once meses después y nada menos que repescando al bueno de Adrian Smith para la causa metálica, lo recibí con los brazos abiertos. La cosas como son, la aventura en solitario de Dickinson en 1997 sonaba más interesante que los propios Iron Maiden. El hijo pródigo volvió por la puerta grande, rescatando también a Derek Riggs del ostracismo y recuperando la esencia de la Doncella, pero con habilidad para renovar su sonido por el camino, cosa que sus ex nunca llegaron a conseguir del todo. “Accident of Birth" era un álbum heavy, contundente, pesado y al mismo tiempo melódico y pegadizo. Sonaba tradicional y moderno al mismo tiempo y, seguramente, tuvo también una influencia trascendental un par de años después en la vuelta de la pareja al lugar del que quizás nunca deberían haber salido. También es cierto, no aprecias algo hasta que lo pierdes y creo que tanto a Maiden como a Bruce les hacía falta echarse de menos mutuamente.

6. Borknagar - The Olden Domain (Century Media)

En 1997 este nuevo álbum de Borknagar supuso un poco de bajoncete. Se lo pilló un colega al poco de salir, me lo dejó y, psé, como que me quedé bastante indiferente. El sonido de la banda, ahora en manos de Century Media y Waldemar Sorychta, se había domesticado y atrás quedaba su furioso y épico black metal nórdico. Borknagar se iban adentrado en terrenos melódicos y progresivos en medio de aquella estrategia de Century Media para hacer más accesible el metal extremo. Obviamente, con Borknagar, que en aquel momento seguramente vieron una oportunidad para crecer, lo consiguieron. El fichaje de Ulver aquel mismo año les saldría rana y la otra banda de Garm hacía la maniobra a la inversa... aquel “Nattens Madrigal" fue su último albúm con el sello de Dortmund, Borknagar, en cambio, siguen aún hoy día en Century Media. No les puedo criticar, por tanto, el movimiento a nivel de supervivencia. Musicalmente, reconozco que tardé años en cogerle el aire a un álbum que, deliberadamente, trata de sonar más amable. Sin embargo, la calidad seguía ahí. Más etéreo, más intimista, más relajado... los nuevos Borknagar abrieron un camino que los alejaba del black noruego y los convertía en un híbrido entre metal progresivo, black y folk bastante vendible que, lógicamente, se benefició del músculo que ofrecía una Century Media en plena expansión. A mí me costó un poco el cambio, pero, con el tiempo, acabé descubriendo un álbum realmente cautivador.

7. Saxon - Unleash the Beast (CMC International Records)

Como los grandes veteranos que son, Saxon ya habían hecho el camino de ida al infierno y estaban de vuelta... A ver, que ya os he comentado no hace mucho que "Destiny" ya no me parece tan terrible, pero supongo que todos podemos convenir que, en aquella deriva comercial de finales de los 80, los de Barnsley tocaron fondo. "Solid Ball of Rock" supuso un retorno triunfal, pero la primera mitad de los 90 no terminó de consolidar esta nueva etapa de Saxon con el esplendor que se les supone. Si "Forever Free" y "Dogs of War" me parecen álbumes difrutables, aunque aún algo irregulares, en "Unleash the Beast" creo que de verdad terminamos de recuperar a Saxon para siempre. No sé hasta qué punto la entrada de Doug Scarrat tuvo una influencia determinante en esta nueva etapa de la banda, pero, con su llegada, parece que Saxon terminaron de definir su identidad para el nuevo milenio y ahí siguen 27 años después defendiendo su posición con orgullo. Ya posibles debates actuales sobre la vigencia de unos Saxon sin Paul Quinn son historia que ahora no viene al caso. "Unleash the Beast" es, en resumen, un discazo de una de nuestras bandas favoritas. Alternando pepinazos powermetaleros como el tema-título o "Bloodletter" con singles clasicotes a lo "Terminal Velocity" (también me valen "The Thin Red Line" o "Ministry of Fools"...), el decimotercer álbum ya de los veteranos británicos en 1997 terminaba de presentar sus credenciales para el nuevo milenio. Ellos mismo serían parcialmente responsables del resurgir del heavy metal tradicional que estaba por venir y los cimientos, en gran medida, se pusieron en este momento. ¡Muy grandes, Saxon!

8. Yngwie Malmsteen - Facing the Animal (Pony Canyon)

Yngwie Malmsteen hoy en día se ha convertido en un payaso de feria, en el hazmerreír del heavy metal, sacando trabajos verdaderamente vergonzosos y haciendo el ridículo por los escenarios de medio mundo. Gilipollas, ha sido siempre, eso sería absurdo negarlo, pero también lo sería dejar de reconocer la calidad de sus primeros trabajos. Ojo, que hasta 1997 fueron 9 los álbumes que sacó en solitario, a los que buenamente podemos sumar el de Steeler y el de Alcatrazz, y ninguno es malo. Algunos, brillantes ("Marching Out", "Odyssey"), otros, no tanto ("Eclipse"), pero todos muy dignos de un músico que entonces aún se encontraba entre mis favoritos. A 1997 todavía llegaba en muy buena forma. Atrás habían quedado sus días de vino y rosas, de Ferrari y Rolex de oro, pero para “Facing the Animal", una vez más, se las arreglaba para armar una banda de impresión: Mats Levén (Treat, Swedish Erotica, Abstrakt Akgebra...), Barry Dunaway (Pat Travers, Saraya, Whiteface, Joe Lynn Turner...), Mats Olausson (Talisman, John Norum, Talk of the Town y colaborando con Yngwie desde “Eclipse”) y Cozy Powell (de este no pienso poner currículum). No sólo eso, sino que también consiguió liar al legendario Chris Tsangarides para producirlo. Con lo que nos quedamos al final, fue con el último gran álbum de Yngwie Malmsteen ya que desde entonces emprendió una progresiva cuesta abajo que le ha llevado hasta su lamentable situación actual. Lo que nos quedó tras este “Facing the Animal" fue el canto de cisne de un genio que acabó demasiado lleno de sí mismo y cayendo en la irrelevancia más absoluta. No niego que hecho alguna cosa escuchable desde entonces, pero hoy en día, prefiero obviar su carrera posterior. Con la coña, insisto, son nueve álbumes en solitario de mucho mérito y dos más integrado en otras formaciones, más de lo que han hecho otros cuyo crédito les alcanza hasta la actualidad. Último destello de genialidad del prodigio sueco. La portada, horrenda, para variar... ¡Qué hortera es el cabronazo!

9. Lord Belial - Enter the Moonlight Gate (No Fashion Records)

Lord Belial son unos segundones dentro del black metal sueco, tampoco me voy a molestar en negarlo, pero tengo un enorme cariño por este álbum. No sé si es por el momento en que lo escuché, que estaba a tope con ese sonido y como loco con Dissection y todo lo que se pareciera. Si es por esa maravillosa portada azul (una de mis debilidades) obra de Torbjorn Jorgensen, habitual colaborador de Thomas Holm en las portadas de King Diamond... Pero, lo cierto es que siempre he considerado "Enter the Moonlight Gate" como un clásico menor en su estilo. Su defectillos no le faltan, ojo. Cierto es que Micke Backelin (Sin) me ha parecido siempre un batería limitado y que hay momentitos que suenan algo "amanerados" ("Lamia"), sin embargo, cada vez que me lo pincho, me hace sentir algo especial y esto es lo que cuenta al final del todo. Que duda cabe, el poder de la nostalgia juega aquí un papel fundamental. Con todo, si bien no se trata de un álbum esencial, sí sería de los que definitivamente recomendaría una vez se quiere indagar en el black metal sueco más alla de las referencias obligatorias. Lo que ofrece "Enter the Moonlight Gate" es una generosa dosis de black metal con mucha atmósfera y bastante melodía. No tan brillante como Dissection o Sacramentum. Sin ese punto de genialidad que le aportaba David Parland a los primeros Necrophobic. Y, tampoco, con la ira incandescente de Dark Funeral o Marduk, pero, si te gustan todos ellos, no deberías perderte tampoco a Lord Belial.

10. Nagelfar - Hünengrab in Herbst (Napalm Records)

Detrás de este hay una historia bastante curiosa. Hacia principios del 97, un colega se fue de viaje a Madrid y aprovechó para visitar la tienda de Repulse Records en la capital. Como de aquella tampoco eran muchas las oportunidades de hacerse con algo de material interesante, le pedí que me comprara el “Vittra" de Naglfar si lo encontraba. Resulta que el colega volvió del viaje y, en lugar de traerme el debut de los suecos, me apareció con el de estos alemanes totalmente desconocidos para mí en su lugar, pero con un nombre similar... Ya veis, de aquella no había ni móviles ni Internet para comprobar estas historias y ciertas confusiones como esta eran bastante habituales. Lo que en un principio resultó una decepción, ya que no tenía ni idea de qué podía encontrarme, acabó siendo una casualidad de lo más afortunada. Totalmente sin querer, acabé descubriendo un discazo y este “Hünengrab im Herbst" es una de esas joyitas poco esperables que me acompañan casi desde que tengo uso de razón. También os digo, probablemente no estaría aquí si fuera otro año en el que los grandes hubieran dado mejor nivel, pero la competencia en 1997 no era tanta, incluso dentro de un mundo tan restringido como el black metal. “Hünengrab im Herbst” es, más allá de lo que su modesta apariencia pueda dar a entender, un gran trabajo de black metal capaz de mirarse de tú a tú con lo mejor de su generación. Primero, su sonido es excelente. Cualquiera esperaría una mierda de producción viniendo de una banda desconocida en una escena inexistente, pero suena muy muy bien, mejor incluso de lo que es habitual en el estilo. No en vano, tenemos a Andy Classen de Holy Moses detrás. En segundo lugar, el nivel técnico de estos germanos también resulta manifiesto, particularmente el de un Alexander Von Meilenwald a la batería que después nos acostumbraríamos a ver en bandas como The Ruins of Beverast, Kermania o el proyecto internacional The Nest. Y tercero, pero no menos importante, se trata de un black metal de primera categoría. Quizás un poco tardío para la explosión del estilo en los países nórdicos, pero sin duda todo un hito para el black alemán de los 90. Básicamente, me atrevería a decir que es lo único que merece la pena por allí durante aquellos años. Realmente, si te gusta el black metal de los 90 de bandas como Emperor o Abigor y agradeces un puntito de personalidad germana, yo no me perdería esta desconocida delicatessen.

¿No hubo nada más que mereciera la pena aquel año? Claro que sí. A ver, elaborando esta lista, se me han venido también a la cabeza Dark Tranquillity, Aeternus, Vital Remains, Saturnus, Hades, Gorgoroth, Scanner, Hypocrisy, Hexenhaus, Rotting Christ, Kampfar, Gates of Ishtar, Dismember, In Flames, Gamma Ray, Sacramentum, Mayhem, Ulver, Keep of Kalessin..., pero mentiría si dijera que alguno de esos adelantan a cualquiera de los diez que he escogido. Los debutantes (Kampfar, Keep of Kalessin y Aeternus) seguramente editaron sus mejores trabajos y fueron firmes candidatos a entrar, pero el resto, aunque todavía aguantaban el tipo, sin duda habían vivido ya momentos mejores. La conclusión estaba clara, el metal, y ya lo digo en el amplio sentido del término, estaba en franca decadencia. Yo en aquel momento aún no era del todo consciente porque estaba en plena etapa de inmersión y se abría todo un mundo bajo mis pies, pero, ahora en perspectiva, me parece algo bastante incuestionable. Y lo peor estaba por llegar, 1998 sería un año realmente duro en que casi cada lanzamiento esperado se contaba como una decepción. Todavía no habíamos tocado fondo...