Badd Boyz - Badd Boyz (1994 Brunette)

1. Leave it to te Law (4:15)

2. No Time for Cryin' (4:07)

3. I Don't Want to Hear Your Heart Break (4:23)

4. Straight to My Heart (4:00)

5. You're Mine Tonight (3:56)

6. This Must Be Love (5:15)

7. Hard to Say Goodbye (5:13)

8. Save Our Land (1:30)

De verdad que considero al bueno de Paul Shortino un auténtico fuera de serie, uno de los mejores vocalistas del hard de los 80. Un auténtico superdotado con una voz inconfundible. Sin embargo, también creo que nunca ha tenido la oportunidad de estampar su voz en un álbum que le hiciera verdadera justicia. Me atrevería a decir que se ha quedado sin su obra maestra, sin ese LP por el que debería ser recordado para los restos. Y no, no creo que sea ese el caso de ninguno de los dos álbumes de Rough Cutt, ni del tampoco precisamente histórico sexto álbum de Quiet Riot (os confieso que siempre me ha parecido una soberana estupidez lo de tener varios álbumes con el mismo título). E incluso tampoco lo diría del fantástico trabajo que grabó con el ex-King Kobra Jeff Northrup en 1993, “Back on Track", seguramente la mejor colección de canciones sobre las que cantó a lo largo de su carrera. Pero así son las cosas, ninguno de ellos ha conseguido convertirse en una joya atemporal y hasta no creo que se les pues considerar siquiera eso que nos gusta llamar “clásicos de culto". Sin embargo, nada de esto evita que siga pensando que Paul Shortino es uno de los mejores vocalistas de su generación…

Precisamente, después de esa breve estancia en Quiet Riot, le empezamos a perder un poco la pista. Las cosas no terminaban de fluir en la banda de Frankie Banali, la cual, lejos de remontar el vuelo, se iba hundiendo cada vez más y Paul y su entonces bajista, Sean McNabb, deciden abandonar el barco para montárselo por su cuenta. Se unen entonces a Mitch Perry (ex de Talas y Heaven) y el desconocido batería Rich Carlton (ex-Bennie and the Jets) en estos terriblemente bautizados Badd Boyz, en un torpe intento, calculo, de sumarse a esa joven generación de hardrockeros que siguieron a Guns ‘N Roses en su intento de apartarse de la pompa insustancial que dominaba entonces la escena. Y digo terriblemente, no sólo porque el nombre sea malo, que lo es, sino porque no les va lo más mínimo. De chico malo, un tipo como Paul, que se acercaba ya a los 40, tiene poco, pero es que encima, nada tiene que ver su propuesta musical con el hard macarra, sleaze y callejero de los primeros Guns. Con lo que el nombre se me hace doblemente desacertado y, seguro, no ayudó lo más mínimo a la proyección de la banda

Shortino, Perry, McNabb y Carlton se metieron en los Pasha Studios de Spencer Proffer en 1991 para grabar unas cuatro primeras canciones que les deberían haber llevado al consiguiente contrato discográfico. Cosa que, un par de años antes, dudo que hubiera tardado en ocurrir. Fuera por lo poco afortunado del nombre escogido, fuera por el clima musical cambiante a principios de los 90 o bien porque no contaron con los padrinos adecuados, Badd Boyz no terminaron de llamar la atención de la industria y, en 1992, con alguna remodelación en el line-up (Perry y Carlton dieron paso a Steve Fister y Matt Abts, respectivamente) se metieron en los Mullholland Studios para hacer una segunda intentona, con mucha menos convicción esta vez, por lo que se puede escuchar aquí. 

Si bien los cuatro primeros cortes, los de 1991, muestran a una banda sobrada de confianza, potente, compacta, con unos músicos a pleno rendimiento y un Shortino realmente espectacular, ya no puedo decir lo mismo de la segunda tanda, la del 92. Con un sonido mucho más maquetero y menos energía, no parecen ya estos Badd Boyz creer tanto en sí mismos como aquellos que arrancaban dispuestos a comerse el mundo tan sólo un año antes. Es esta, por tanto, una grabación con dos mitades muy diferenciadas: una verdaderamente poderosa y, otra, simplemente pasable, que parece justificar la indiferencia de la industria hacia ellos en aquel momento.

Arranca “Leave it to the Law" a tope, con una batería muy contundente, unas guitarras gordísimas y un Shortino estratosférico. Muy buen hard rock de finales de los 80 con una pesadez bien incorporada del sonido de los 90. Riffs metálicos, hasta groovies por momentos, y Paul cantando con un feeling tremendo, como es habitual en él, con un estribillo muy logrado, grandes líneas vocales y un solo de Mitch Perry inspiradísimo. Lo cierto es que es un tema cojonudo y responsable directo de que en su momento pensara que estaba ante todo un descubrimiento. Cosa que al final, no fue para tanto, como ya os podréis imaginar por la puntuación final. 

“No Time for Cryin'” me gusta algo menos, aunque tiene una parte central muy guapa con otro buen solo de Perry… está claro que toca el colega, aunque no se sepa mucho más de él. Mejor “I Don't Want to Hear Your Heart Break", que es una balada sentidísima con un Shortino realmente desgarrador… ¡Qué bien se le dan a este tipo las lentas! Para cerrar esta primera mitad y casi tan buena como “Leave it to the Law", “Straight to My Heart". Otro temazo de hard muy pesado y potente, como una versión actualizada del sonido con el que debutaron Rough Cutt en 1985, de nuevo, apoyado en los mismo puntos fuertes: la prodigiosa voz de Shortino, unos riffs muy heavies, un estribillo ganador y otro solazo de Perry. Me parece complicado que en otro momento de la historia una banda como esta, con tres músicos de renombre y este puñado de canciones, se hubiera quedado sin contrato, pero supongo que, en 1991, con el hard rock dando sus últimos coletazos, la inmensa mayoría de los ejecutivos de las grandes discográficas ya se olían que algo cambiaba y la opción de estos Badd Boyz podía no sonar tan sugerente como lo hace hoy en día a mis oídos.

Siento no poder hablar en los mismos términos de las cuatro que vienen a continuación. Musicalmente, hay un cambio considerable. Del hard/heavy contundente y pegadizo del comienzo, pasan a un hard de corte añejo, más influenciado por el blues, algo que sabemos que a Shortino le tira mucho. Con un ritmo cadencioso, parsimonioso, con un Shortino comedido y susurrante, es una banda con un enfoque bastante diferente. Fister suena menos virtuoso que Perry, pero se ve un buen guitarrista, con gusto y sentimiento. Lo que resulta un poco doloroso es una base rítmica que prácticamente desaparece. A McNabb seguimos sin escucharlo y Matt Abts… pues básicamente estoy convencido de que esté tipo ni pasó por el estudio y lo que aquí escuchamos es una batería programada, y no muy bien, precisamente. La producción, como os comentaba antes, bastante amateur, no golpea ni por asomo con la misma fuerza que en los cuatro primeros cortes y hasta Paul Shortino, un habitual torrente vocal, suena como más fatigado. 

“You're Mine Tonight" y “This Must Be Love” no están mal. Bastante sentidas y con buenas guitarras, bien arregladas no las vería fuera de lugar en aquel "QR" o incluso en el "Back on Track" de Paul junto a Jeff Norhtrup. “Hard to Say Goodbye”, en cambio, es un tema perezoso, falto de ritmo y sin gancho. Puro relleno, si os digo la verdad. Y “Save Our Land", un agradable corte acústico de apenas minuto y medio. Apuntando en buena dirección, pero sin desarrollarse, sin darle tiempo suficiente para convertirse en una canción de pleno derecho. Una pena porque podría haber quedado un bonito tema ahí. 

Pasó otro año más y nada ocurrió. Sean McNabb entró a formar parte de House of Lords en el lugar de Chuck Wright (igual que ocurrió en su día en Quiet Riot) y Paul se concentró en su proyecto en solitario junto a Jeff Northrup (en el que también participó McNabb), con lo que estos Badd Boyz de efímera existencia quedaron enterrados para siempre… ¿Para siempre? Pues no del todo. Una vez separados, la japonesa Brunette Records, especializada en rescatar este tipo de historias perdidas, se animó a recopilar ambas grabaciones y editarlas como un álbum completo en 1994. Álbum que aquí revisamos y que hoy vale un pastizal. Yo tampoco os animaría a hacer una gran inversión en él, pero, sin duda, si os gusta lo que hizo Paul Shortino con Rough Cutt, con Quiet Riot y en su debut en solitario y tenéis curiosidad por saber dónde anduvo metido entre el 89 y el 93, le pegaría una escucha, sobre todo a su primera mitad. 

Anécdota interesante y poco más. Con cuatro temas muy buenos y otros no tanto, pero muy recomendable si os gusta la voz de Shortino en sus años dorados. Otro ejemplo de banda prometedora y con talento que pudo haber llegado a algo si no se hubiera topado con los avatares de la industria discográfica. Un 8, por tanto, para las cuatro primeras y un cinco para las siguientes, si hacemos la media...

6,5/10