Los 10 del Dictador para... 1995

Aquí estamos otra vez... 1995 fue un año determinante para mí. Llevaba ya un tiempo adentrándome en las profundidades y el año anterior había desterrado de mis escuchas habituales todo rastro de “impureza musical". Cualquier forma de expresión que no fuera puramente metálica, dejaba entonces paso a los Morbid Angel, Dismember, Death, Obituary, Deicide... que todavía alcanzaban a producir cosas de interés aquel año. Junto a ellos, el emergente black metal que se había coronado el curso anterior y alguna que otra alternativa melódica que se separaba de la ortodoxia tradicional. El metal se diversificaba, iba perdiendo su dogmatismo inicial y aquello que habíamos conocido durante la década anterior cada vez quedaba más lejos. Para mí, en cambio, se abría una senda interminable que nunca abandoné...

1. Dissection - Storm of the Light's Bane (Nuclear Blast)

Esto estaba cantadísimo. Ya lo metí de indiscutible #1 en el top de black/death sueco y lo he mencionado en múltiples ocasiones, con lo que no debe resultar una sorpresa encontrárselo también aquí. Del segundo álbum de Dissection me gusta todo. La portada es acojonante e icónica, la producción de Dan Swanö, que me consta que fue muy problemática, hechizante, y la música, exuberante. Todos querrían sonar como ellos desde entonces y a Dissection, como todo aquel que revoluciona la escena, les saldrían hordas de imitadores. Cuando me vuelvo a poner un álbum como este 29 años después y sigo sintiendo exactamente lo mismo que con 15 años, es que algo muy grande se consiguió gestar ahí. Disco sin mácula, perfecto, cuyo tema menos bueno es justamente el más conocido y demandado por el respetable, también el más comercial, “Where Dead Angel’s Lie"... casi una suerte de “Fear of the Dark" blackmetalero. Lo mejor, en mi opinión, está más allá. “Night's Blood", “Retribution", “Soulreaper", “Thorns of Crimson Death"... son auténticas obras de arte viniendo de una banda en estado de gracia que tenía el mundo a sus pies y la cagó. Bueno, su líder, ya sabéis. Ellos estaban llamados a ser la siguiente gran sensación del black metal hasta la atrocidad (porque lo de insensatez se queda corto) que llevó a Jon Nödtveidt entre rejas y que acabó encumbrando a unos mucho menos interesantes Dimmu Borgir en su lugar (una vez Nödtveidt se pegó el tiro en el pie... bueno,  en realidad se lo pegó al pobre Josef ben Meddour, Nuclear Blast puso todos los huevos en el cesto de los noruegos). Siempre me quedaré con las ganas de saber qué habría seguido a esta maravilla porque me niego a reconocer a “Reinkaos" como su sucesor natural e inevitable. Un álbum imprescindible para el seguidor del metal extremo y relativamente accesible para el que no tenga todavía el oído muy hecho. De los pocos que pone a casi todo el mundo de acuerdo.

2. Sentenced - Amok (Century Media)

“Amok" fue un disco atípico que llegó a mis manos un poco por casualidad. Century Media ya llevaba un tiempo desmarcándose de las tendencias que habían dominado la escena hasta entonces y algunos trabajos como “Odium" de Morgoth, “Wildhoney" de Tiamat o “Ceremony of Opposites" de Samael indicaban que el death y el black metal se movían deprisa en múltiples direcciones... Pueden gustar más o menos, pero es innegable que cambiaron el panorama extremo, para bien o para mal. Si bien Sentenced habían empezado como una banda de death metal bastante convencional, “North From Here" ya significaba una partida considerable desde el sonido que les había visto nacer con sus devaneos técnicos y hasta blackmetaleros. No supe yo nada de ellos durante aquellos primeros pasos, pero, en verano de aquel 1995, tuve la fortuna de cruzarme con el videoclip de “Nepenthe" en el Headbanger's Ball y quedé obnubilado. No había escuchado nunca nada similar. En una misma canción, heavy metal, death metal, melodía, oscuridad y un guitarrista estratosférico. Supe de inmediato que esto tenía que ser mío y no tardé en hacerme con el CD en mi tienda de confianza. La portada no era particularmente vistosa, como ninguna en su discografía, para ser sinceros, pero la música era realmente única. Todo ahí revuelto, una amalgama de death metal, heavy clásico, thrash metal, rock gótico y una pizquita de psicodelia, pero con una musicalidad asombrosa para muchachos de aquella edad (se trataba de su tercer álbum, pero todos rondaban aún los 20 años) y, sobre todo, que no sonaba a nada de lo que se hacía de aquella en la escena nórdica... y ya sabemos que esta gente estaba (y aún está) a la vanguardia de esta historia. Y no, no confundáis esto con el metal gótico de turno porque no lo es. Sentenced eran entonces una banda que mezclaba elementos de diferentes estilo con absoluta maestría, pero cada cosa era perfectamente identificable. Sus influencias seguían claramente presentes, tan pronto recordaban a Iron Maiden como a Fields of the Nephilim, pero nunca sufrí con este “Amok" ese regusto empalagoso que me dejaron de “Down" en adelante y, por extensión, todo el metal gótico de la segunda mitad de los 90. No, ellos eran entonces una banda con actitud, de credenciales puramente metaleras, sólo que con un espíritu inquieto y mucha habilidad para combinar cuestiones aparentemente antagónicas haciéndolas sonar coherentes. Por desgracia, este era uno de esos delicados equilibrios tan de aquella época destinados a romperse con el mínimo golpe. Un año más tarde, Taneli Jarva los abandonaba, llevándose consigo su desgarbado gruñido, tan imperfecto con expresivo, y daba paso a un imitador llorón de James Hetfield que creaba escuela, pero perdía por completo mi interés, Villa Laihiala. Lo intenté en su día con “Down" e incluso con el siguiente “Frozen" en virtud de todo lo que me había gustado “Amok", pero tuve que entender que los Sentenced que yo adoraba habían sido flor de un día. Una verdadera joya que no ha hecho más que aumentar su valor con el paso del tiempo.

3. Death - Symbolic (Roadrunner Records)

Decía que cada uno de estos diez, quizás con la salvedad de “Bergtatt", que fue un álbum que empecé a escuchar tiempo después, tuvieron una trascendencia capital para mí en aquel momento y “Symbolic" no iba a ser menos. No tengo muy claro si escuché antes este o “Human", pero ya había comentado en el top del ’91 que el descubrimiento de “Lack of Comprehension" fue fundamental para mi evolución personal. A partir de ese mismo instante, asumí que había encontrado mi camino y que, en lo sucesivo, esta se convertiría en una de mis bandas favoritas. Recuerdo perfectamente la promoción de este álbum en la Grind Zone, su correspondiente reseña, la entrevista y la portada en aquella edición de la mítica publicación italiana. En cuanto tuve la oportunidad de echarle el guante a “Symbolic", tampoco lo dudé ni un instante y nunca me arrepentí. Esta es una de esas maravillas atemporales que no tienen absolutamente ni un defecto y, en mi caso, una puerta de entrada a todo un nuevo mundo. Obviamente, Death ya no eran en 1995 una banda de death metal en sentido estricto y Chuck quería evitar el término a esas alturas a toda costa, pero ellos fueron fundamentales para que me adentrase en el mundo del death técnico y aprendiera que los músicos de metal podian ser también auténticos genios visionarios, sin la necesidad de caer en la pedantería onanista, como le ocurre a otros. “Symbolic" es una verdadera obra de arte de principio a fin. Desde la perturbadora portada de Rene Miville, hasta la detallista producción de Jim Morris, Chuck Schuldiner tocaba techo con esta, la que estaba destinada a ser la ultima obra bajo el apelativo de Death. Músico coherente como pocos, sentía que su asociación con el nombre debía terminar aquí y que sus trabajos sucesivos ya deberían ser editados como Control Denied. Si no fue ese el caso de “The Sound of Perseverance", un álbum que me suena a pegote dentro de su discografía, no se debe a otro motivo que el de hacer caja por parte de Nuclear Blast, que quería sacar algo de rendimiento al flamante fichaje de Schuldiner. Sinceramente, yo también veo infinitamente mejor cerrado este impecable capítulo de seis álbumes con este impresionante “Symbolic", álbum histórico donde los haya y culminación de todo una visión.

4. Paradise Lost - Draconian Times (Music for Nations)

“Icon" lanzó a Paradise Lost a la estratosfera, por un buen motivo, y en 1995 estos tipos fueron unos de los tantos publicitados como “los nuevos Metallica". ¡Cómo si necesitáramos otros! Cuando encima no tenían mucho que ver con ellos musicalmente... “Draconian Times" era un nuevo paso totalmente lógico en esa evolución inexorable que los definió desde el primer día. La banda que se quiso separar del death metal imperante por tocar despacio y ser unos amargados, daba otro paso decidido en ese camino que los acabaría alejando, de forma bastante traumática, de todo residuo metálico... durante unos años, al menos. Con todo, siempre he visto este salto entre “Icon" y “Draconian Times" como el menos drástico de su carrera. Como si con su histórico álbum del 93 hubieran encontrado un sonido definitivo y ahora simplemente se propusieran su expansión y perfeccionamiento. No en vano, creo que la mayoría de los seguidores de la banda identificamos esta como su identidad más característica. Un poco más sombrío que su predecesor, algo más melódico, también un poco menos enérgico y con una producción más pulcra, “Draconian Times" suponía una continuación totalmente natural de "Icon". El único aspecto en el que había una clara mejora lo encontrábamos con la entrada de Lee Morris (ex-Marshall Law y años después en Magnum) a la batería en lugar de Matt Archer, miembro siempre discutido a nivel técnico, pero que inició un carrusel de músicos que se arrastra hasta nuestros días... hasta cinco han pasado por la formación desde entonces, hecho llamativo en una banda tan estable (los otros cuatro son los mismos desde el primer día). “Draconian Times" fue otro de esos inolvidables trabajos de transición que vivimos a mediados de los 90 que estaban condenados a no recibir un digno sucesor musical. Una amalgama de heavy metal, doom, rock gótico, hard rock (esto lo digo por la enorme influencia de The Cult) y ya muy poquito death metal, que pasó a la historia y puso a sus autores a las puertas de algo muy gordo... y que no ocurrió, en parte, porque ellos mismo no quisieron.

5. Anathema - The Silent Enigma (Peaceville Records)

No era particularmente consciente de quienes eran Anathema en 1995, aunque su nombre me sonaba de leerlo en la Grind Zone, así que, cierto día, me compré un poco a ciegas este CD en un establecimiento tan poco especializado como es El Corte Inglés. Una de esas casualidades afortunadas, “The Silent Enigma" se acabó convirtiendo en otra de mis revelaciones durante aquel verano de 1995 y abusé de él hasta la saciedad durante aquel año. Otro caso en el que su inmediato sucesor, “Eternity" supuso una considerable decepción, si bien con el paso de los años lo he ido apreciando en su justa medida. Lo que sentí por “The Silent Enigma", en cambio, fue una fascinación instantánea que perdura en el tiempo. Si Paradise Lost encarnaban el lado amable del estilo y My Dying Bride el aparatoso, Anathema, a estas alturas al menos, iban en una dirección mucho más épica, dramática y recargada. Desde aquel doom/death con mucha influencia de Celtic Frost con el que arrancaron en 1992, en “The Silent Enigma" profundizan en un sonido más etéreo y desgarrado para el que se servían también de la voz de Daniel Cavanagh, algo más sensible y rica en matices que la de Darren White. Sus composiciones se alargaban, los desarrollos eran más complejos y las atmósferas mucho más sentidas. No me cabe duda de que este no es uno de esos trabajos para todo el mundo, pero a mí me vuelve loco, me parece que aquí Anathema alcanzaron su equilibrio perfecto entre la crudeza de sus inicios y la emotividad de su madurez. Como todos los de su generación, la cosa estaba destinada a ser muy efímera y, en apenas un par de álbumes, estaban más cerca de un “pop-rock depre” a lo Radiohead que de cualquier forma de metal. La gran diferencia con con sus colegas, y quizás por eso no los tenemos tan presentes, es que Anathema nunca hicieron el camino de vuelta y continuaron totalmente alejados del sonido que les vio nacer hasta que, hace unos años, durante el pandémico 2020, se vieron obligados a dejarlo sumidos en el más absoluto de los olvidos. No me cabe duda de que les habría ido mejor si hubieran dado marcha atrás, como hicieron la mayoría de sus antiguos colegas, pero al menos les honra no haberlo hecho por dinero o por simple subsistencia. Fueron con su historia hasta el final y murieron en el intento. 

6. King Diamond - The Spider's Lullabye (Massacre Records)

Cierto día de junio de 1995 visité El Bronx con un colega de aquella época y, no me preguntéis porqué, acabé saliendo de la tienda con el "Fourth Dimension" de Stratovarius bajo el brazo, mientras que él se llevó el entonces nuevo álbum de King Diamond, que significaba su retorno al ruedo discográfico después de cinco años de ausencia. Y no sé muy bien porqué ya que nunca he sido yo muy amigo del europower, pero confieso que el “Against the Wind" con el que se abría el cuarto álbum de los finlandeses, me conquistó en aquel momento. Sin embargo, pocos días después, no muy convencidos con nuestras respectivas elecciones (mi colega era muy fan de Helloween y derivados), procedimos a permutar nuestras adquisiciones y tan contentos, él con Stratovarius y yo indagando en la historia del que acabaría siendo uno de mis músicos favoritos de todos los tiempos. Para su nuevo álbum, King rearmaba su banda en Dallas con la base rítmica del “For Those Who Dare" de Chastain, junto a un desconocido Herb Simonsen a la guitarra, que toca un rato largo, y a su inseparable Andy LaRoque, elemento tan definitorio en el sonido de King Diamond como la propia voz de su líder. Y es que es cierto, si algo de verdad me enamoró de King Diamond en su día, fue la guitarra de esta leyenda sueca y no tanto la voz amigo Pedersen, que siempre me gustó, dicho sea de paso. Pero es que algo genial tiene el puto Andy LaRoque que hace que sus solos suenen únicos. Es de esos que enchufan la guitarra y sabes inmediatamente que ser trata de él y, si no me creéis, pinchaos el “Cold" de At the Gates y escuchad el solo. No sé me ocurriría en ningún momento la necedad de comparar esto con sus álbumes de los 80 (“The Eye" ya no era para tanto), pero sirvió para cimentar un segundo tramo de carrera realmente sólido que llegó casi sin interrupciones hasta 2007. Yo, que no pude disfrutar de sus álbumes en los 80 en tiempo real, viví con mucho fervor aquellos trabajos que arrancaron justo en este momento y, por ese mismo motivo, siempre le tendré mucho cariño a este "The Spider's Lullabye".

7. Blind Guardian - Imaginations from the Other Side (Virgin Records)

Hasta yo me sorprendo al meter a Blind Guardian, que es una banda que nunca me ha entusiasmado, en un top, pero, una vez me puse a repasar las ediciones de este año, me pareció evidente que este, su quinto álbum, sin duda estaba entre lo más fuerte de aquel año. Mientras todo el mundo flipaba con ellos, siempre los miré a distancia y con cierta indiferencia, pero al salir “Imaginations from the Other Side" caí rendido. Primero, esa maravillosa portada de Andreas Marshall hizo su trabajo y llamó poderosamente mi atención. No es que las dos anteriores fueran malas, pero no era yo de aquella muy amigo de la fantasía épica y tampoco me llenaban como sí lo hizo esta. Segundo, el pedazo de producción de Flemming Rasmussen, que suena como un cañonazo. Un tipo que no ha grabado tantos álbumes de metal como a mí me hubiera gustado. Y, tercero, que no menos importante, esas canciones, grandiosas y memorables como pocas. No os creáis que no escucho de buen grado sus trabajos anteriores (todo lo que vino después de esto me la trae al pairo), pero el power metal alemán nunca ha sido lo mío. Son contadas las excepciones del estilo que me interesan y, Blind Guardian, durante esta primera etapa al menos, se podría considerar una de ellas. A su potencia habitual y su sentido de la épica, en “Imaginations from the Other Side”, introducían ligeras dosis progresivas y un puntito muy bienvenido de oscuridad que distinguía dentro del metal noventero a composiciones como “Bright Eyes", “Born in a Mourning Hall", “I'm Alive” o el propio tema-título. “Imaginations from the Other Side" es uno de esos trabajos donde veo claramente a una banda llevando al límite sus recursos antes de que estos los devoren y los hagan caer en la autoindulgencia más repelente. A muchos seguro que os siguieron gustando, pero yo diría que desde este momento dejaron de ser una banda medianamente interesante.

8. Ulver - Bergtatt - Et eeventyr i 5 capitler (Head Not Found)

Dulce anomalía dentro de la escena noruega. Por black metal, siempre entendemos algo sucio, oscuro, maligno y violento, pero Ulver, al menos en su álbum de debut, no eran nada de eso. Bueno, en realidad resulta bastante difícil decir qué son Ulver porque con cada edición aparecen bajo una nueva identidad musical. Por meterlos en algún lado y por asociaciones obvias, se podría llegar a considerar como black metal este “Bergtatt - Et eeventyr i 5 capitler” y por tal motivo gustará a los amantes menos ortodoxos del estilo, sin embargo, no son las habituales sensaciones asociadas al arte negro las que provoca. “Bergtatt” es un exquisito bocado de música etérea, delicada, profundamente intimista y minuciosa. Hoy son muchas las bandas que muestran una más que evidente deuda con estos noruegos, pero, en 1995, eran ellos en solitario quienes abanderaban lo que años más tarde llamaríamos black metal atmosférico. Producción cristalina, pulcra instrumentación, sonidos ambientales, guitarras acústicas y cantos celestiales de un Garm que se mostraba como un vocalista muy por encima de la media en su escena. No debería extrañar en ningún momento este nivel de singularidad teniendo en cuenta que sus artífices se encontraban vinculados a otras genialidades como Borknagar, Arcturus o Ved Buens Ende. Lo que tiene ser el único en tu especie es que tu verdadero valor no se suele apreciar hasta tiempo después y el impacto de Ulver en su momento fue bastante limitado. Como decía, “Bergtatt - Et eeventyr i 5 capitler” nunca recibió un sucesor lógico y en su lugar recibimos diversos trabajos que dejaron bastante desconcertado al personal, cada uno de su padre y de su madre. Un álbum de folk, uno de black metal hiper guarro, otro de música electrónica, trip-hop, ambient, drone, synth-pop... yo que sé, hace mucho que les perdí la pista. Otro claro ejemplo de unos muchachos que pasaron por aquí de puñetera casualidad, pero nos dejaron una pequeña obra maestra por el camino.

9. Abigor - Nachthymnen (from the Twilight Kingdom) (Napalm Records)

De este también os hablé no hace mucho, pero, repasarlo a fondo para su correspondiente reseña, no ha hecho más que dejarme bien claro que es uno de mis favoritos de aquel 1995 y, probablemente, el mejor trabajo de black metal editado fuera de Escandinavia durante los años 90. Para quien no se haya leído la susodicha reseña, intentaré definir lo que aquí se puede encontrar en pocas palabras. Nos enfrentamos ante un excelso trabajo de black metal de raíz puramente nórdica que vendría a aunar la solemnidad de Emperor, la furia gélida de Immortal y el gusto por la melodía de Dissection. Todo dotado de una producción más que adecuada y una capacidad técnica inconcebible para el 99% de sus correligionarios... y realmente dudo que alguna banda de black metal de la época tuviera este nivel de musicalidad. Thomas Tannenberger y Peter Kubik eran ya, en estos primeros compases de una carrera que supera los 30 años de black metal vanguardista, unos músicos consumados. Buen guitarrista uno y excelente batería el otro, el nivel de complejidad instrumental de este “Nachthymnen (from the Twilight Kingdom)” no tiene parangón dentro del black metal de la época... No, ni siquiera viniendo de los mismísimos Emperor. Sin duda, no se trata de un álbum al alcance de cualquiera, pero insisto en que esta es la idea que debería estar detrás de todo el black metal. El día en que se hizo de él algo accesible y socialmente aceptable, la historia empezó a torcerse. Seguramente nos encontramos también ante el mejor lanzamiento de un sello, Napalm Records, que infundía respeto por aquel entonces, mucho más de lo que se puede decir hoy en día. Imprescindible, creo yo.

10. Unanimated - Ancient God of Evil (No Fashion Records)

Este último hueco ha estado muy disputado ya que no quería hacerle un feo a ninguno de los que voy a citar en el párrafo de despedida, pero al final han sido estos suecos los que se han llevado el gato al agua. Difícilmente catalogada como banda de black metal por aquel entonces, lo normal es que asociemos a Unanimated con otros como Dissection, Sacramentum, Vinterland o Dawn, cuyo sustrato black resulta mucho más evidente... yo el primero. Sin embargo, la música de Unanimated era bastante más melódica, riffera e incluso accesible que la de sus colegas de escena, aunque no por ello suenan menos suecos. Esa misma combinación de melodía y oscuridad tan típica de la Suecia de mediados de los 90 es la que encontramos en “Ancient God of Evil”, sólo que con una raíz más anclada en el heavy, el thrash y el death metal de lo que venía siendo habitual, lo que los hace a priori bastante recomendables para el oído menos avezado en materia extrema. Como un cruce entre Dissection y At the Gates se les vendía en la prensa de la época, y no andaban muy desencaminados, pero no tuvieron el impacto de unos, ni de los otros. Curiosamente, las tres bandas desaparecieron tras un prometedor álbum en 1995 cuyos frutos tardarían muchos años en recoger. A Unanimated les añadimos, además, el pedigree de contar con músicos como Richard Cabeza (Dismember Carbonized, Damnation, Murder Squad, General Surgery...) y Peter Stjärnvind (Entombed, Merciless, Pest, Krux, Black Trip, Nifelheim...), que se han labrado una reputación intachable a lo largo de estos años, y una apuesta musical que los pudo haber llevado bastante más lejos de haber sido algo más ambiciosos. “Ancient God of Evil" es uno de esos álbumes que pueden resultar fácilmente digeribles para un público amplio sin ver comprometida su esencia más purista y por eso resulta una sugerencia muy apropiada para adentrarse en estas historias más underground, algo a lo que ayuda, además, una producción de Dan Swanö cristalina como un arroyo alpino en primavera. Si se tiene interés en la escena melódica sueca de los 90, creo que se trata de otro de los inevitables.

Y, por fin, otro capítulo que cerramos. Heavy metal durante este año, más bien poco. Consiguieron grabar algo en condiciones esos de la lista y, apurando, Iron Maiden, Saxon, Running Wild, Grave Digger, Virgin Steele y Rage... la vieja guardia atravesaba momentos realmente duros a mediados de los 90 y eran pocos los que aguantaba el tirón como buenamente podían. Lo mejor seguía llegando desde zonas más lúgubres y bandas como My Dying Bride, Immortal, Suffocation, Dismember, Darkthrone, Morbid Angel, Deicide, Opeth, Dødheimsgard, At the Gates, In the Woods... mantuvieron las espadas en alto. Sin embargo, ahora en perspectiva, parece evidente que el nivel iba decayendo paulatinamente y que incluso el death y el black metal empezaban a perder cierta frescura. Yo aún estaba  calentando motores y me encontraba en un momento en que, literalmente devoraba todo lo que caía en mis manos. Con todo ello en mente, nos veremos en 1996...