Slayer - El Diablo sin Música

Los Reyes Satánicos del Thrash metal, Slayer, son una de las pocas bandas que gozan de unos primeros seis discos sólidos y duros como los cuernos que le sobresalen a Satanás. La única banda del llamado Big Four del Thrash que se atrevió a cagar y a mear encima del "Black Album" de Metallica. Se presentaron en los aposentos del demonio y, delante de él, partieron el disco en dos y le prometieron que ellos nunca seguirían ese camino: Satán, en agradecimiento, les envió una delegación divina y estos la transformaron en su disco "Divine Intervention", convirtiéndose así en una de las pocas bandas que habían conseguido reírse de los 90´s y seguir plenamente vigentes. Todo eso no hizo más que agrandar su leyenda y convertir a un cubano, un chileno y a dos yankees, en cuatro tipos intocables. Los máximos exponentes del thrash más furioso, violento y transgresor venido de los USA, que se plantaron en el 94 con una obra que, sin renunciar a casi nada de su sonido, con su rabia y actitud intactas, conquistaron el mundo acompañados de los brasileños Sepultura. ¿El Demonio los ayudó o todo fue una puta potra, una carambola del destino? Una carta de la baraja que les salió bien. Un momento de inspiración. Un billete de lotería hipotecado bendecido por el puto infierno... Eso es lo que os planteo aquí. ¿Qué les pasó a esta gente? Todo es muy extraño y siniestro, a cada paso más inquietante. Las pistas me conducen al inicio de todos los males, al "Diabolus in Música" o más bien, a Slayer: "El Diablo sin música"...

La oveja negra de Slayer, su innombrable y el único borrón gordo que tienen en su cuenta. Parecía que nunca iba a suceder, que estos tipos nunca erraban el tiro pero, llegó el día en que la cagaron. Después de una trayectoria de seis discos arrolladores, llegó la hora del castañazo padre, y de poner punto y final a su historia de grupo mítico. Hasta aquí habían sido una banda completamente definitoria. Intocable. Totalmente ajena a la comercialidad y a las modas. Para mí uno de los grandes pilares en los que se ha cimentado todo el extremo. No sé, al lado de unos Celtic Frost, Venom o así... Nada hacía presagiar nada de esto. El productor era el mismo que había estado detrás de los anteriores, el gurú Rick Rubin. Tampoco habían cambiado de discográfica, eran los de American Recordings. Su discográfica de toda la vida pero, cuando lo pillé y me lo pinché en casa... Fucking Damn!!! no puede ser. Hasta los Slayer han sucumbido a las tendencias de moda de la época. La cosa era más grave de lo que pensaba. Me reía de Metallica con sus leches y re-leches, Megadeth, Anthrax y todos esos, que habían sido unos chaqueteros, pero mis Slayer no lo iban a hacer.... Lo cierto es que todo el Big Four del thrash, acabó arrodillado y pidiendo la hora al final de los 90´s.

Izq: portada del "Divine Intervention" (1994), Dcha: Un fan mutilándose: Slayer

Nunca entendí este disco. Y más viniendo de un superventas como fue el anterior "Divine Intervention", el más vendido de su historia, y que había sido un rotundo éxito. Poseedor de una batería aplastante, con un inicio de los más poderosos de la historia del Thrash. Conjugación perfecta de su legado clásico con cierto toques groove, sin apenas concesiones, dando como resultado un trallazo moderno y contemporáneo, sin perder un ápice de su sonido. Toda una masterclass de como hacer algo actual sin renunciar a su personalidad. Los del Tom Araya lo tenían muy fácil, la fórmula maestra estaba ahí, en la intervención divina, sólo había que seguir exprimiendo esa ecuación. Pero no, tenían que complicarse la vida y ponerse a la altura de unos Pantera, Korn o Slipknot. El mismo error que cometieron Judas Priest con "Jugulator", entrar a jugar en un terreno que no dominaban, ni era de su época. ¿Cayeron en la misma trampa o realmente estos tipos seguían estando ahí? Quizás nadie escuchó este álbum con la calma que se requería y nadie supo ver que los californianos continuaban siendo unos completos azotes antirreligiosos, sólo habían apretado demasiado las tuercas de la experimentación y fueron metidos sin compasión en el saco de los discos del olvido. Yo también lo hice, ahí quedó, oculto y olvidado durante mucho tiempo. 

Han tenido que pasar unos cuantos años para que fuera acercando a él. Sin prisas, sin agobios, dejando que la cosa entre los dos se tomara su tiempo. Nunca me deshice de él, quizás porque en el fondo pensaba que no era tan malo, no lo sé, igual les tengo tanto amor que no me atrevía a venderlo. Para mí Slayer y, a pesar de todo, me habían dado mucho. Esos riffs maníacos y solos caóticos sólo salían de sus B.C. Rich, de nadie más. Así que, no hace mucho, me apeteció darle una vuelta. Es cierto que no están tan presentes sus asesinos en serie, ni  las historias bélicas de sus jerarcas del III Reich pero, en cambio, están la inquisición, el tritono, el demonio, las herejías del medievo, la antirreligión... Joder, también mola, no es lo mismo, ya, pero seguían siendo brutales. Un ambiente super oscuro, lleno de pesadez y caos. Las guitarras de siete cuerdas y la afinación más baja, entregan algunos temas bien enfermizos. Probad con la inicial "Bitter Piece", la anticristo "In The Name of God" o la mejor de todo el plástico, "Point". Como veis, hay cositas y todo tras una portada perturbadora e inquietante. Su esencia siniestra seguía estando ahí. No eran las portadas de sangre y semen, asquerosas a más no poder de los "Loads", ni la absurda cubierta del "Cryptic Writings" del Mustaine, que a día de hoy no sé qué cojones quiere decir. Slayer eran ellos, provocadores y brutales, menos acelerados, pero llenos de odio e igual de sádicos...

Pero nadie lo vio, tampoco os voy a decir que sea un gran disco, está muy lejos de eso pero, lo que sí es cierto, es que a partir de aquí, su halo mítico e inmaculado se desvaneció. Ya no eran esa banda imperturbable, que vivía ajena a las modas y al mainstream. Como si fueran un oficial alemán apresado por las fuerzas aliadas, fueron despojados de todos sus galones, incluida la Cruz de Hierro ganada a pulso por sus anteriores contiendas. El  oficial Slayer, que le cantaba al "Ángel de la muerte", y a psicópatas como Jeffrey Dahmer, acabó haciendo un disco de Nu-Metal. Con ellos acabó la última pieza del Big Four que todavía resistía a las nuevas tendencias. Unos se pasaron de suaves y otros de modernos. El responsable de todo, un inesperado Jeff Hanneman, que había dicho que para este envite había querido buscar algo que superar. No se sabe muy bien el qué. El caso es que Kerry King, la mente que había acertado de pleno en el "Divine Intervention", aquí se quitó de en medio, y dijo que todo el peso compositivo fuera de Hanneman. Estaba claro que el bueno de Jeff la había pifiado. El cerebro de la banda y creador de sus mejores himnos cayó en la trampa igual que muchos, y en vez de seguir la estela de su anterior lanzamiento (por qué no un "Divine Intervention 2") se pusieron en plan: aquí están los Slayer y os vamos a enseñar quién es de verdad el que manda. No sé si la fuerte amistad que tenían con Dimebag Darrell les afectó o hicieron un pacto con el diablo y este salió mal, pero lo cierto es que Satanás de ahí se piró y, de "Diabolus in Música", nada de nada: El Diablo se quedó sin música...

Ya os tengo dicho que esto de andar con brujerías e incitar al demonio y tal, trae malos rollos y problemas. Ya no digamos invocarlo y atreverse a pactar con él. Acordaos de lo que le pasó al guitarra de Mercyful Fate, al Sr. Hank Shermann, que acabó en el infortunio más inesperado y castigado por las fuerzas demoníacas de manera severa. Aquí pasó una cosa parecida. A partir de este trabajo, su senda sería muy negativa, y su desdicha cada vez más grande para ya nunca más volver a ser lo que fueron. Tres años después, en el 2001, Intentaron remediar la cosa atacando a Dios, clavándole puntas en una Biblia, a ver si con eso complacían a Satanás, pero nada de eso funcionó. Presentaron la cabeza del Rick Rubin y contrataron al novatillo Matt Hyde, a ver si así, con sangre nueva y fresca, conseguían aplacar las iras dentro de la cúpula demoníaca. 

Un 11 de septiembre de 2001 (vaya fecha, también, ni que la hubieran escogido. Casualidad, tribulación, o la mano de Satanás estaba detrás) sale "God Hates Us All" (Dios nos odia a todos), (os odiará más a vosotros, cabrones, por haber sacado esa mierda de disco). Intentando taponar la herida y cerrar de alguna forma la desbandada de seguidores que estaban sufriendo. El crédito estaba en horas bajas, y optaron por volver un poco a lo seguro, ya sabéis, la jugada de siempre, cuando algo no funciona, lo mejor es refugiarse en lo clásico, pero aquí esa estrategia tampoco funcionó. La gente estaba dolida, se sentía engañada y querían un sacrificio mayor. O sacaban un nuevo "Reing in Blood" o no habría redención posible. El trabajo era más directo y rápido, sin tanto poso oscuro y pesado, con algunos momentos altos y algunos temas que trataban de reconciliar a los viejos fans. Para unos mejoraron en comparación con el otro (era difícil hacerlo peor) y, para otros, empeoraron. Lo cierto es que no contentaron a unos ni otros, los Slayer clásicos no aparecían por ningún lado... 

Cuando las cosas empiezan a ir mal, comienzan las deserciones y a surgir los primeros problemas físicos de sus miembros. Achacado por una misteriosa herida en un codo, el primero en saltar del barco, la bestia tras los parches, Paul Bostaph, el sustituto de oro y una auténtica metralleta de percusión, reemplazo de lujo del Lombardo (El padrino del doble bombo), que, contra todo pronóstico, había conseguido hacer olvidar al cubano. Un Dave que siempre estuvo descontento por la forma de llevar los negocios por parte de la banda, y que se quejaría en multitud de ocasiones de que no le daban la suficiente pasta para vivir, vuelve otra vez al grupo para iniciar la remontada con el "Christ Ilusion". Más enrabietados que nunca, vuelven a cargar contra Dios, poniéndolo como un gitano, mutilándolo de manos y rodeándolo de cabezas cortadas de santos. 

Los de Huntington Park iban con todo, tratando de volver a ese sonido que les quedó atrapado en algún momento entre 1990 y 1994.  Para ello, nada mejor que buscar los servicios del que fuera uno de sus mentores, Rick Rubin, el barbudo y dueño de la disquera Def American Records, pero este, comprado por el Demonio, les dio esquinazo y les puso los cuernos con los Metallica, poniendo todo su ingenio en la grabación del "Death Magnetic". Kerry King, cabreado, no quiso editar el disco como estaba planeado el 6-6-6 (seis de junio de 2006), en completa alusión al número del demonio y para satisfacción del maligno. Decide sacarlo dos días después para así joder al Demonio. Ya con su cabeza completamente rapada, el pelo le había empezado a caer de manera galopante a partir del año 1992, y más que le iba a caer. Harto de grabar siempre las partes de bajo porque el chileno al parecer siempre metía la gamba en el estudio. Explota, y manda todo al cuerno. Cuando la cosa a nivel de sonido parece que remontaba el vuelo. Tom Araya, anuncia que tiene la vesícula biliar tocada y con las cervicales trituradas de tanto headbanging comienza a mostrar signos de agotamiento, de querer dejarlo. El segundo de ellos que anuncia tener problemas de salud. La edad y el rigor de las giras, pensaban, pero algo en la sombra los trabajaba, sigilosamente... Un asesino silencioso, como un veneno, corría por las venas de uno de ellos...

Confiados en que su suerte estaba a punto de cambiar. Un 2 de noviembre de 2009 editan otro disco,  "World Painted Blood", un señor álbum, lo más parecido a lo que fueron en el pasado. El "Seasons in the Abyss" del siglo XXI. Lo mejor que habían hecho desde el "Divine Intervention". La banda parecía estar recuperando su reino de sangre, lo que los lleva a participar en la histórica gira con los cuatro grandes del Thrash Metal, el llamado Big Four, tocando juntos en un concierto celebrado un 22 de junio de 2010, en Sofia, Bulgaria. Algo que nunca había ocurrido y que fue casi milagroso, poder ver juntos en un mismo escenario a: James Hetfield, Dave Mustaine, Scott Ian y Dave Lombardo, interpretando Am I Evil?. Todos menos Kerry King y Jeff Hanneman, por supuesto, que pasaron de todo y no quisieron participar en tan magna ceremonia. Un miembro de Slayer, solo toca en un tema de Slayer, para nadie más. Se palpaba la remontada, las críticas favorables y el puesto número 12 alcanzado en el Billboard, así lo atestiguaban... Sólo cuando el Hanneman estaba enchufado era cuando elevaban el nivel a una banda única. Parecía que por fin la maldición se esfumaba, habían burlado al demonio o este los había dejado en paz, pero nada de eso, el que chulea a Satanás, jamás será perdonado y lo peor todavía estaba aún por venir.

En el mejor momento y cuando más confiados estaban (suele ocurrir), Jeff Hanneman, "El Ángel de la Muerte",  descendiente de veteranos de la segunda guerra mundial e, igual que Lemmy, apasionado y coleccionista de toda la parafernalia nazi, sufre una extraña picadura de una araña en un brazo. El tercero en presentar problemas médicos, más que sospechosos. Ahora que habían encontrado el camino, se ve obligado en el 2011 a dejar la banda. Fascitis necrotizante le llamaron, pero lo cierto, es que, el casi doctor en historias bélicas y el mayor talento creador de la banda, se le estaba pudriendo el brazo como si de una gangrena se tratara. Jamás volvería a colgar su guitarra ESP Jeff Hanneman signature, con el logo de Heineken dibujado en honor a la cantidad de birras que se metía. Dos años después, un 2 de mayo de 2013, en un hospital del Sur de California, el gran Jeffrey John "Jeff" Hanneman, con tan solo 49 años, fallecería por un fallo hepático (vamos, una puta cirrosis). Decían que bebía como sino hubiera un mañana, y que el bueno de Kerry le había advertido de que, si nada más levantarse tenía que mandarle una Heineken bien fría, algo no iba bien. En homenaje a Jeff, el equipo de hockey de Los Angeles Kings, hicieron sonar a todo trapo en su estadio el tema "Spirit in Black". Un espíritu negro que odiaba la música feliz, nos había dejado... Más abajo podéis ver su tumba, cierto como la vida misma...Satán, como castigo, se lo había llevado, como culpable de todo, para siempre al infierno....

Tumba de Jeff Hanneman (1964-2013), Dep.

Con el chileno operado de la vesícula y el cuello triturado, Lombardo fuera, King sin un puto pelo (el que mejor aguantaba) y el Bostaph tocado de un hombro, parecía que el amante de las serpientes no iba a ser capaz de seguir... El final estaba cerca. Lo que viene a partir de aquí, ya no nos interesa. De Slayer sólo quedaba el nombre. Sin Lombardo y, sobretodo, sin el creador de "Angel of Death", "Dead Skin Mask" o "Seasons in the Abyss", todo aquello ya no tenía ningún sentido; Ni Gary Holt, ni nadie iba a poder sustituir al malogrado Jeffry... King lo tuvo que aceptar y tras un anecdótico "Repentless" se despidieron de la gente haciendo un último bolo en California, un 30 de noviembre de 2019. 38 años de carrera, y con la vitola de haber sido la banda más versionada de la historia y la que más fiel se mantuvo al Thrash Metal. Desde su creación hasta 1998 fueron la más true y fanatizada por la mayoría de fans, a partir de ahí algo pasó. Igual que le pasaría unos años antes a Venom o Celtic Frost, todas las bandas que filtrean con el maligno y cambian su sonido, acaban siendo maldecidas y castigadas. Coincidencias, mala suerte o supersticiones baratas. Pensad lo que queráis, pero lo cierto es que esta gente había pasado el trámite más difícil en 1994, y después, incomprensiblemente, se fueron diluyendo. Parece que la muerte de Hanneman lo explica todo. Demasiado fácil, colegas... Para mí tuvieron algún tipo de intervención (acordaros del título "Divine Intervention") y después, por algún motivo, esa ayuda dejó de venir... Nadie se agota así de fácil de la noche a la mañana. Satán todo lo da y todo lo quita. El que hace un pacto con él, lo hace para siempre. Nadie puede escapar a su poder. Esa es mi opinión. Uno se quedó completamente calvo, a otro le picó una araña, se le pudrió el brazo y acabó falleciendo. Al bajista le explota la vesícula y al batera le sale una herida misteriosa en un codo. ¿Qué más pistas queréis? Esto huele al aliento del Demonio, azufre puro... Si alguna vez caéis en la tentación de bailar con el diablo, tened muy presente la premonitoria letra de su tema, "Temptation": "Puedo satisfacer tu codicia. Por ahora todas tus deudas están libres. Tengo toda la eternidad para apagar toda la muerte que engendro y recrear las reglas del juego. A partir de ahora las cosas se hacen a mi manera, nadie ha ganado nunca a mi partida. Crucificadlos a todos en llamas"... Avisados quedáis. ¡Hasta la próxima, amigos!

A la memoria de Jeff Hanneman (1964-2013), Dep.

Araya despidiéndose en su último bolo, 2019