Los 10 del Dictador para... 1994

Vamos con otra tanda que cumple 30 años... os prometo que no esperaré al año que viene para publica el top del 95. En 1994 ya me encontraba yo empezando a escarbar en las profundidades. Aún tímidamente, sólo empezaba a atisbar lo que había bajo la punta del iceberg, y algunos de estos me los pude agenciar a su salida. La deriva continuaba y el heavy metal ya parecía cosa del pasado. En Inglaterra y EEUU había desaparecido casi por completo y sólo nos quedaban los testarudos teutones y los jovenzuelos nórdicos. El death metal había pasado también de moda y, a partir de este momento, sólo aparecerían coletazos derivativos en estilo. El momento del black metal había llegado... Con Euronymous muerto, todos los acontecimientos clandestinos salen a la luz y el estilo explota. No corramos el riesgo de atribuir su mérito única y exclusivamente al salseo, 1994 es el año en que aquellos muchachos noruegos nos dejarían sus contribuciones más trascendentales. Allá vamos...

1. Emperor - In the Nightside Eclipse (Candlelight Records)

Cómo no, la elección del año era evidente. Ya lo dije en el top del black noruego, aunque resulte repetitivo, este es mi álbum favorito del estilo y el que estaba destinado a dignificarlo. Cierto es, dos de sus miembros estuvieron involucrados en aquellos infames sucesos de principios de los 90 y, poco después de su salida, darían ambos con sus huesos en prisión al levantar Vikernes la liebre de la sospecha sobre todos ellos. Sin embargo, en una buena metáfora para el black metal noruego, el periplo delictivo de Samoth y Tchort no debería en ningún momento restar valor musical a “In the Nightside Eclipse", el álbum de black metal total. Ihsahn era, a sus 17 años, un músico claramente por encima de la media. El nivel técnico de la banda ya era en aquel momento muy bueno (Pytten diría de ellos que ya al entrar en el estudio tenían las cosas muy claras), la construcción de los temas mucho más ambiciosa que la de sus contemporáneos y los parámetros de producción, en mi humilde opinión, los idóneos. Se podría escuchar un poquito mejor los bombos, pero me gusta ese tipo de sonido tan orgánico de la batería, empasta a la perfección con la música de la banda. “Into the Infinity of Thoughts", “The Majesty of the Black Sky”, “Beyond the Great Vast Forest", “Inno a Satana"... son, lo que se podría decir, clásicos del black metal, si tal consideración tiene cierto sentido. La portada de Kristian “Necrolord” Wåhlin es maravillosa, aunque nunca me han terminado de gustar esos orcos marrones del rincón inferior izquierdo. “In the Nightside Eclipse" es una obra maestra prácticamente perfecta a la que sus leves defectillos no perjudican lo más mínimo. ¡Histórico!

2. Mercyful Fate - Time (Metal Blade Records)

Me encanta “In the Shadows", pero es que este “Time" es aún mejor. Fue por esta época cuando supe de la existencia de King Diamond y sus aventuras musicales. Recuerdo ver el videoclip de “Witches' Dance” de aquella y no muchos meses después, en el verano del 95, un reportaje de su actuación en el Via Rock Festival belga en el Headbanger's Ball de Vanessa Warwick. Por aquellas mismas fechas, pude también hacerme con “The Spider's Lullabye”, el álbum que significó su retorno al terreno solitario que a partir de aquel momento compaginaría con los Fate. Para muchos, King supone un reto insuperable, yo sentí amor a primera escucha. Desde un primer momento, me fascinó su teatral concepción del heavy metal, la complejidad de sus composiciones y su magnética presencia. Desde aquellos lejanos años 90, soy un fan confeso del Rey danés y su crédito le alcanza casi intacto hasta nuestros días en los que aún espero con ansia unas nuevas obras que se han retrasado 17 y 25 años respectivamente, que se dice pronto. Si hay un momento para hacer un segundo y definitivo retorno, es este. ¡King, ahora o nunca! “Time" nos dejó los mejores momentos de este inigualable trío (no nos engañemos, Shaw y D'Angelo no son aquí más que meros comparsas) a lo largo de los 90 y no es que precisamente hubiera pocos, aquella tanda de “In the Shadows" a “9" fue, como poco, notable. En “Time", no obstante, estaban “on fire", en condiciones hasta de rivalizar con su dupla clásica de los 80. Producción excelsa de Tim Kimsey, Denner y Shermann rebosantes de inspiración, King brillante como siempre y, por qué no decirlo, Sharlee D'Angelo y Snowy Shaw superando con creces la participación de Timi Hansen y Kim Ruzz hasta el momento. Seguramente, porque nunca tuvimos la oportunidad de escuchar en condiciones la participación de estos dos, pero la base rítmica de “Time" es la más imponente con la que contaron nunca. Particularmente, Snowy Shaw deja bien claro aquí que no debió agarrar ni una baqueta en “The Eye", por mucho que King mantenga lo contrario... En definitiva, lo mejor que sacaron Mercyful Fate tras “Melissa” y “Don't Break the Oath". ¡Genial!

3. Mayhem - De Misteriis Dom Sathanas (Deathlike Silence Productions)

Os hablé también hace muy poquito sobre él en el top del black metal noruego, pero lógicamente tiene que volver a aparecer aquí entre lo mejor del año. Como os dije allí, para la mayoría, el disco definitivo de black metal. Aquí entra en juego mi subjetividad que me hace poner “In the Nighside Eclipse” ligeramente por delante. Poco importa tal sutil diferencia, no hay duda de que seguramente se trata del trabajo que mejor encarna lo que es el black metal noruego, tanto por su valor puramente musical, como toda la mierda que trae detrás. La cosa, no nos engañemos, tiene aún más encanto con toda su leyenda negra, pero la música por sí sola ya alcanzaría para ponerlo en el lugar de privilegio en el que se encuentra. Se trata de la obra cumbre de Euronymous, aquello a lo que estuvo dedicado toda su corta vida y por ello ya merece bastante reconocimiento. Con la edad, os confieso que el personaje me ha acabado cayendo relativamente antipático (Vikernes ya ni os cuento), pero no me cabe la menor duda de que él es la clave para comprender la génesis del black noruego. Ideólogo, catalizador y principal instigador, toda su concepción se encuentra en “De Mysteriis Dom Sathanas” magistralmente plasmada. La avasalladora batería de Hellhammer, el obsesivo riffeo de Euronymous, sus inquietantes melodías, el desgarrador bajo de Vikernes y ese grito agonizante de Attila que tantísimo costó comprender en un inicio. Os aseguro que quedé horrorizado, y no para bien, precisamente, la primera vez que me pinché esto hace casi 30 años y el horror aún permanece, aunque mutó en total admiración. Todo, coronado por un trabajo de Pytten absolutamente mágico que creó escuela como pocos. Como dije en su día, no hay nadie como ellos, “De Mysteriis Dom Sathanas” es EL black metal.

4. Megadeth - Youthanasia (Capitol Records)

El CD que me llevó hasta El Bronx en el lejano otoño de 1994... ya sólo por eso merecería un lugar de privilegio para mí. Sin embargo, tengo que añadir que este álbum me sigue pareciendo una auténtica joya después de 30 años. Antes de nada, quiero destacar la impresionante producción de Max Norman con la que llevo alucinando desde que tengo 14 años... ¡Cómo suenan esas putas guitarras! Sólo escuchar el primer guitarrazo de “Elysian Fields” y ya se te caen los gayumbos al suelo. Este fue justamente en el momento en que Megadeth tocaron su techo de popularidad y consiguieron darle respuesta con un álbum a la altura de las circunstancias. Parecía complicado igualar el éxito de “Countdown to Extinction" y Mustaine no sólo lo consiguió, sino que lo acabó superando, en todos los aspectos, que es lo que puede llegar a pasar cuando juntas ese caudal de talento tan desbordante. De nuevo, una genial portada de Hugh Syme, el que mejor ha sabido jugar con imágenes digitalizadas, nos da la bienvenida a un álbum realmente enorme en todos los sentidos. De los últimos verdaderamente grandes de la historia del heavy metal. Desde los primeros instantes de “Train of Consequences", hasta los últimos segundos de “Victory", Megadeth dejan claro que están abriendo horizontes, suenan más accesibles que nunca antes en su carrera, aunque siguen siendo ellos. Exquisitamente técnicos, pero pegadizos, todos los equilibrios se alcanzaron en “Youthanasia" como en pocos trabajos y acaba siendo una auténtica maravilla de una banda adulta, madura y reflexiva, que aún es capaz de patear algún culo cuando se lo propone.  Sin duda, uno de los trabajos clave de un año que, a la postre, no resultó tan catastrófico para el thrash como parecía en su día.

5. Amorphis - Tales from the Thousand Lakes (Relapse Records)

Con “Tales from the Thousand Lakes" tuve yo la oportunidad de entrar en contacto con estos talentosos muchachos finlandeses allá por el 94 o 95. Uno de esos casos claros en los que una banda no es capaz de contener su inquietud artística y acaba en las antípodas musicales de sus inicios. Pero, mientras aguantó la cosa dentro de los confines del metal extremo, hubo pocos como ellos. Aún recuerdo la impresión que me dejó aquella inolvidable “Black Winter Day" cuando la vi por primera vez en la MTV. Oscura, triste, épica, turbulenta... no estaba yo muy acostumbrado todavía a escuchar brutalidades varias y aún me encontraba en período de prueba, aunque pronto supe que esta gente tenía algo especial. Amorphis no se arrugaron a la hora de experimentar una vez salieron del cascarón, como muchos de sus colegas finlandeses, sólo que ellos no cayeron víctimas de ese eclecticismo que normalmente me deja con dos palmos de narices y consiguieron dotar a estas composiciones de una musicalidad que tampoco era muy habitual entre sus congéneres. Tras una portada verdaderamente maravillosa del canadiense SV Bell (Rotting Christ, Morta Skuld, Kataklysm, Wombbath, Blasphemy, Obliveon...), se oculta uno de los álbumes más fascinantes en aquella evolución del death metal que acabó en lugares de lo más insospechados. Amorphis tanteaban la psicoldelia, el rock progresivo, el folk tradicional y lo mezclaban con su base doom/death macerada a base de esfuerzo y talento. La misma “Black Winter Day", “In the Beginning", “Into Hiding”, “The Castaway", “Drowned Maid”, “Magic and Mayhem"... siguen emocionándome cada vez que las pincho casi 30 años después y confieso que aún me sorprendo al leer opiniones negativas sobre esto a día de hoy. Todo, envuelto por la, casi con toda probabilidad, mejor producción que le recuerdo a Tomas Skogsberg entre las muchas y muy buenas de las que se encargó por aquellos años. “Thousand Lakes", la intro, también está entre mis favoritas de todos los tiempos. Para mi desgracia, hasta aquí los disfruté yo sin paliativos puesto que nunca llegué a conectar del todo con su material de “Elegy” en adelante.

6. Running Wild - Black Hand Inn (Noise)

Otro álbum clave para mí en aquel momento. En verano del 94 me encontré el VHS de la gira del “Death or Glory" en una de aquellas tiendas de segunda mano tan típicas de la época y me lo tuve que llevar para casa. Aquella imagen de Rock ‘n' Rolf de la carátula, guitarra en ristre, me pareció totalmente irresistible. Nunca los había escuchado, pero inmediatamente supe que un tipo que sale de esa guisa en una portada tiene que ser un “fucking owner", como se dice ahora y, obviamente, no me equivocaba. Mucho quemé aquella cinta en su día y, cuando me crucé con su, entonces, último álbum en esa tienda que tantas veces he mencionado y vi aquella gran portada de Andreas Marschall, tuve claro que sería mío. Aquí arranca la última singladura triunfal del capitán Kasparek. Acostumbrado a cambiar de tripulación como quien lo hace de ropa interior (de cuero y tachuelas, por supuesto), prescindía de Axel Morgan y Stefan Schwarzmann quienes, despechados, resurgirían poco después como X-Wild, y alistaba para la ocasión a Thilo Hermann (Risk, Faithful Breath) y Jörg Michael (Rage, Grave Digger, Mekong Delta...) como auténticos mercenarios de lujo. La trilogía formada por este, “Masquerade" y “The Rivalry" ha acabado siendo su último destello de gloria para cerrar una década y pico absolutamente inmaculada y, de los tres, mi favorito siempre ha sido “Black Hand Inn". Poco de interés ha vuelto a hacer el bueno de Rolf desde que Jörg Michael abandonó la banda. Resulta muy complicado encontrar un álbum de 65 minutos sin prácticamente desperdicio, pero aquí tenéis uno. Si me pongo un poco maniático, igual sobra algún minuto de los 15 de “Genesis (The Making and Fall of a Man)”, que no es precisamente “Treasure Island", pero, fuera de eso, es un discazo sin mácula. Pocos ejemplos se me ocurren mejores de lo que yo entiendo por power metal... sin mariconadas, vamos, aunque sean unos piratas de mucho cuidado, jajaja.

7. Burzum - Hvis lyset tar oss (Misanthropy Records)

A la fuerza iba a repetir más de uno del top de black noruego, pero tenéis que entender que, en 1994, salió lo verdaderamente gordo del estilo. Si hay un año para el black noruego, sin duda es este. Cómo ya comenté por allí, y lo repito por si alguien no se lo leyó, Vikernes apuró mucho antes de cargarse a Euronymous y, entre enero del 92 y marzo del 93, se marcó el solito junto a Pytten en los Grieghallen (bueno, se ve que Samoth le echo un cable para “Aske") tres álbumes completos y un EP. Igual tenía prisa por si “algo” ocurría o quizás es que el jovenzuelo Varg, con tan sólo 19 años, rebosaba inspiración por aquel entonces. Ya os comenté en su momento que, seguramente, este y el que viene inmediatamente después, “Filosofem", sean los dos discos más trascendentales para lo que se dio en llamar black metal depresivo y, por extensión, para buena parte del género. Todas las claves de dicha etiqueta son fijadas con claridad meridiana y, a partir de aquí, las hordas de imitadores no han hecho más que emular al maestro punto por punto. Hoy conocido como Louis Cachet, no lo olvidemos, es un auténtico indeseable, pero eso no resta valor a su legado musical. Es de esos casos en los que más claramente consigo distinguir la faceta musical del personaje que hay detrás. Siempre he sentido que no todo el álbum está a la misma altura y nada replica la enormidad de “Det som en gang var" (casi nada lo hace), pero las tres primeras son tótems indiscutibles de la historia del black. A “Tomhet”, también lo dije en su momento, le pueden sobrar, tranquilamente, diez minutos. Tiene algo mágico, no lo niego, pero con cuatro o cinco, Vikernes habría quedado como un señor y yo no sería capaz de sacarle ni un pero a “Hvis lyset tar oss". Lo dicho, imprescindible a pesar de sus inconvenientes.

8. Luciferion - Demonication (the Manifest) (Listenable Records)

De este también os he hablado largo y tendido, más que de ninguno, porque sentí la necesidad de reivindicarlo no hace mucho por aquí. Trabajo seguramente intrascendente para la mayoría, en mi caso se trata de una obra capital para entender mi evolución personal. Históricamente poco relevante, se debe encontrar entre mis cuatro o cinco primeros CD's de death metal y eso es algo que marca mucho. Wojteck Lisicki aparca sus melódicos Highlander, de los que surgirían luego Lost Horizon y se nutrirían los propios HammerFall (allí militaba un tal Joacim Cans), y rinde tributo a sus ídolos deathmetaleros de la mejor manera que sabe, derrochando talento y maestría. Pisa terreno familiar, ya transitado antes por Morbid Angel y Deicide, básicamente, pero aporta su visión pesronal en forma de trascendentalismo filosófico y espiritualidad sideral. Aplicamos un poco de Lovecraft a la mezcla y ligeras dosis de Death, Nocturnus y Massacre, poco hay de sueco por aquí, y ya tienes la cosa hecha. Una producción de escándalo de Fredrik Nordström y una técnica depuradísima (aunque hace poco me apuntaron hacia una batería programada que no me acabo de creer) hacen el resto... uno de mis álbumes de death metal favoritos de todos los tiempos. Lo sé, me puede totalmente la subjetividad, pero me sigo cagando por la pata abajo cada vez que lo escucho. Para mí, un trabajo que juega en la misma liga que los “Human", “Left Hand Path", “Like an Everflowing Stream”, “Covenant", “Necroticism”... ¡Felices 30!

9. Slayer - Divine Intervention (American Recordings)

Ya os lo adelanto, tuve muchísimas dudas con los dos que cierran la lista. Me he debatido una barbaridad entre aquello que me flipó in situ en 1994 y aquello por lo que me decanto hoy en día, con lo que al final tomé una decisión salomónica. Una de cal y otra de arena. Uno que quemé hasta la saciedad aquel año y otro que me encanta hoy en día, pero que a mediados de los 90 tampoco me mataba. Vamos con el primero... En 1994 me metí a saco con el thrash metal. Ya os hablé de Megadeth un poco más arriba, pero fue un año muy marcado por los nuevos lanzamientos de Annihilator, Testament y Overkill (he estado tentado de incluir alguno en el top 10) y este último álbum digno del nombre de Slayer. Ya os digo que todo lo que sacaron a partir de aquel entonces me resulta entre mediocre y directamente desechable. También escuché mucho Kreator, Sepultura, Machine Head, Pantera y Biohazard (recordemos, era 1994), pero estos tres últimos pronto abandonaron mi reproductor para no volver nunca jamás. Kreator y Sepultura sí. Siempre he pensado que “Divine Intervention" es un álbum muy infravalorado en la carrera de Slayer por su año de edición y por ser el primero sin Dave Lombardo, pero os digo desde ya que a mí me gusta bastante más que “Seasons in the Abyss" y, si me apuráis, hasta que “South of Heaven". Para empezar, que quede clarísimo, Paul Bostaph (de Forbidden, mucho cuidado) es un pedazo de animal. Dave Lombardo puede parecer insustituible, pero si alguien era buen candidato (además de Gene Hoglan), era este tipo. Su trabajo en “Divine Intervention” es sencillamente espectacular, ya la introducción de “Killing Fields" es una declaración de intenciones. La producción es una verdadera pasada y el nivel de Hannemann y King despachando riffs, totalmente devastador. Cómo siempre, lo más discreto es Araya (quien recientemente descubrí que ni siquiera conocía a Iron Maiden cuando entró en la banda), podría estar cualquiera, pero tampoco molesta y reconozco que es parte indisoluble de aquellos Slayer en sus años de gloria. Un álbum al que ya no siento la necesidad de volver con frecuencia, pero con el mismo impacto que aquella primera vez que vi el videoclip de “Serenity in Murder" con 14 años. Punto y final para Slayer, señoras y caballeros, por mí pudieron haberlo dejado después de esto.

10. Marduk - Opus Nocturne (Osmose Productions)

Aquí estuvo durante semanas el “Low” de Testament, pero confieso que no me gusta ni por asomo como 30 años atrás. Me sigue pareciendo un buen trabajo, con un nivel instrumental tremendo y con una producción de infarto, pero hoy me suena demasiado moderno, así que me he decantado en esta ocasión por uno que ha ido creciendo en mí exponencialmente con el paso de los años. Curiosamente, cuanto menos me interesaba el black metal, más me gustaba “Opus Nocturne" y hoy se encuentra entre mis favoritos del estilo y, sin duda alguna, lo veo como el clásico indiscutible de la carrera de Marduk. A mediados de los 90, conocía a la banda de ver esta portada en la Grind Zone y de leer las crónicas de la mítica gira con sus colegas de sello Enslaved a principios del 95, pero nunca había tenido el placer en persona. No, al menos, hasta que se cruzó en mi camino “Heaven Shall Burn... When We Are Gathered" a su salida y esa fue la impresión que se fijó durante largo tiempo en mi memoria. Una banda capaz de la furia más indómita y con pocos trucos más en la manga. “Nightwing”, “Panzer Division Marduk", “La Grande Danse Macabre” y “World Funeral" tampoco hicieron mucho por sacarme de mi error y, por algún motivo, obvié el hecho de que, en algún momento, fueron algo más. Fue ya talludito cuando me compré “Dark Endless”, “Those of the Unlight" y “Opus Nocturne" y ahí, con los tres en original, empecé a cambiar mi visión sobre ellos. Os confieso también que no me he parado más que en momentos puntuales con la “etapa Mortuus". Recuerdo reseñar el “Rom 5:12" hace ahora unos 17 años, por lo visto, pero tampoco los seguí yo mucho más allá puesto que poco me interesó aquello que encontré. No me ocurre lo mismo con “Those of the Unlight" y un “Opus Nocturne” en el que para mí llegaron al punto de cocción ideal. La base rítmica de Allegiance (B. War y Fredrik Andersson) le aportó la dosis de furia conveniente, pero consiguieron retener un equilibrio perfecto entre melodía, violencia y oscuridad que después perdieron. Es decir, esto es black metal para mí, algo que ya no fueron una vez cayeron presas de esa locura destructiva hacia la "velocidad absurda". Temas como “Materialized in Stone”, “Deme Quaden Thyrane” o la misma “Opus Nocturne” me dicen muchísimo más que nada de lo que grabarían en los 30 años siguientes. Alguno le hace ascos a la producción de Dan Swanö, pero yo creo que le sienta de maravilla aportando una dosis de atmósfera muy bien administrada y mucha naturalidad para que cada instrumento respire a su antojo. Resulta todo un placer escuchar al bueno de B. War corretear arriba y abajo por el traste de su bajo como pocos en el mundo del black metal y a Morgan hacer algo más que disparar repetitivas ráfagas de riffs sin ton ni son... Uno de los mejores álbumes salidos en el estilo desde Suecia. 

Además de Testament, Overkill o Annihilator, como ya os podéis imaginar, he dejado muchísimos fuera: Darkthrone, los dos de Satyricon, otra dupla tremebunda por parte de Enslaved, Gorgoroth, Solitude Aeturnus, Bolt Thrower, Desultory, Cannibal Corpse con su mejor álbum, Gorement, Abigor, Bethlehem... Sin embargo, no sólo de caña y oscuridad vivía el heavy de 1994 y algunos de los clásicos que nos dieron alegrías fueron Black Sabbath, Fates Warning, Yngwie Malmsteen, Bruce Dickinson, Helloween o Savatage. Por supuesto, ya he borrado todo rastro de modernidad o groove metal de mi memoria... Visto en perspectiva, es cierto que los años 90 fueron una época dura, pero, en comparación con lo que tenemos hoy en día, sigo teniendo una sensación de trascendencia que ya no encuentro en ningún estilo musical... Obviamente, estoy hecho un pureta, pero tampoco me preocupa. ¡Ya no se hace música como la de antes! Jajaja...