Los 10 del Dictador para... 1993

Vamos con 1993, que se ha hecho esperar... Todos estos acaban, de cumplir los 30, que se dice pronto. Ya es hora de que se independicen... Se podría decir que, en 1993, todo rastro de los 80 había desaparecido ya. Sí, obviamente reconocemos algún nombre familiar y algunos clásicos aguantaba el tirón, unos mejor que otros, pero la escena ya estaba totalmente dominada por bandas más jóvenes. Sin embargo, 1993 nos dejó dos grandes noticias en forma de retorno, una se mete en el top, Mercyful Fate, y la otra no, por los pelos, Accept. Por desgracia, estos últimos se diluyeron pronto y empezaron a sacar trabajos de calidad cuestionable, no así los de King, que dieron muy buen nivel durante toda la década. El death metal daba sus últimos coletazos y mudaba su piel para sobrevivir, se avecinaba una nueva ola que pronto sacudiría la escena...

1. Paradise Lost - Icon (Music for Nations)

No deja de ser curioso hablar de esto precisamente estos días cuando la banda acaba de editar esa controvertida regrabación bajo el título de “Icon 30". Las razones reales para hacer tal cosa sólo las sabrán ellos. Se especula con problemas con los derechos de copyright, lo que lo explicaría en parte, porque artísticamente es una batalla perdida de antemano. No puedes ni acercarte a replicar la magia de un álbum “icónico” como este (perdonad el guiño barato). Estos muchachos de Halifax ya venían avisando desde 1990 y en 1993 la liaron bien gorda... “Icon" es EL álbum por antonomasia del metal gótico y uno de los pocos por los que siento genuino respeto dentro del subgénero. Puedes intentar imitarlo, pero no lo vas a conseguir... Ni ellos mismos fueron capaces. ¿Cómo vas a competir con algo que ya es prácticamente perfecto? La producción de Simon Efemey es un auténtico pepinazo, se nota que Music for Nations echó el resto, la presentación exquisita y la banda, simple y llanamente, estaba en el momento más dulce de su carrera. En ese impasse de genialidad transitoria en la que algunos consiguen encontrarse en algún momento de su vida y no consiguen venir con otra cosa que no sea una obra de arte. Llevo casi 30 años adorando este álbum y no se ha movido ni un punto de su lugar de privilegio. Es una banda por la que siento debilidad manifiesta desde que soy adolescente, que me hizo sufrir durante unos cuantos años y a la que he conseguido recuperar desde hace algo más de una década. Pero, si tuvo realmente su momento, fue este. Una jodida obra maestra y uno de la mejores álbumes del metal de los 90.

2. Death - Individual Thought Patterns (Relativity Records)

¿A ver cómo coño sucedes a todo un “Human"? Si tuviéramos una ouija se lo preguntaríamos al bueno de Chuck, pero como no es el caso, tiramos de lógica. En el caso de “Evil” Chuck, deshaciéndose una vez más de su banda y mirando hacia adelante. La nueva formación era, si es que era posible, aún mejor. Al bajo se quedaba Steve DiGiorgio, casi con toda seguridad, el mejor bajista del metal extremo. Las nuevas incorporaciones llegaban a la batería, con el imponente, en múltiples sentidos, Gene Hoglan de Dark Angel y, aquí ya cago patatillas, como decimos en mi tierra, el excelso Andy LaRoque a la guitarra. Un tipo, probablemente, aún más conocido e influyente que el propio Chuck Schuldiner, que había grabado no mucho tiempo atrás los trascendentales cinco primeros trabajos de King Diamond en solitario, ahora se prestaba a compartir su inmenso caudal de talento y clase junto a la banda de death metal más grande de todos los tiempos. Obviamente, King andaba liado con otra historia y le quedaba algo de tiempo libre. Para mí, juntar dos universos como Death y King Diamond viene siendo la realización de toda una fantasía erótica. Y el resultado no defraudó en ningún momento las expectativas. Unos Death aún más técnicos, enrevesados, retorcidos, también más melódicos y clásicos que nunca hasta el momento. Con un Chuck en plenitud técnica y compositiva y, además, con la singularidad que le aporta el inconfundible sello personal de Andy LaRoque. Siempre he puesto por delante de los demás a aquellos guitarristas que tienen un estilo propio y, es sonar un solo de Andy LaRoque, e irremediablemente saber que es él quién está tocando. Eso vale mucho y no hay tantos que lo consigan. “The Philosopher", “Overactive Imagination", “Jealousy", “Destiny"… y muy especialmente el solo de Chuck en la impresionante “Trapped in a Corner", son un verdadero derroche de imaginación, técnica y buen gusto. Este era, sin duda, un hombre sin límites creativos y lo volvería a demostrar dos años después, aunque de eso hablaremos en 1995.

3. Immortal - Pure Holocaust (Osmose Productions)

El pasado mes de noviembre fue el mes de Immortal para un servidor. El saber que "Pure Holocaust" cumplía 30 años y planificar un episodio conmemorativo de “El Sauna del Hype" de nuestro compañero y colaborador Mendoza, me hizo recuperarlo con decidida fuerza y acabar revisando en profundidad su escena coetánea. De ahí el top de black noruego… Si habéis escuchado el podcast, cosa que dudo (alguno seguro que sí), y leído el top de marras, algo más probable porque estáis aquí ahora, ya sabéis de sobra cuál es mi visión y mi historia con este álbum. No por haberlo puesto ya en claro, iba a dejarlo fuera de su año correspondiente, así que aquí lo tenéis otra vez. Lo dicho por un lado y por otro, “Pure Holocaust" es uno de los trabajos más trascendentales de la historia del black metal, piedra angular absoluta del estilo y punto inevitable de referencia para una de las bandas más importantes del metal extremo en los últimos 30 años. Este fue su primer punto de inflexión, el momento en que saltaron a otro nivel (habrá otro giro de tuerca trascendental que los llevó al mainstream del que hablaremos en un tiempo) y el que los convirtió en un nombre de referencia para generaciones futuras. No hay álbum que suene más violento, despiadado, gélido e inclemente que este. Así de fácil.

4. Mercyful Fate - In the Shadows (Metal Blade Records)

No tengo muy claro cómo, pero Brian Slagel se las arregló a principios de los 90 para que King Diamond, Hank Shermann y Michael Denner enterraran el hacha de guerra y la cambiaran por la de su ya entonces mítico sello discográfico. 1993 era el año que presenciaría uno de los retornos más sonados del heavy metal hasta el momento (no sería el único, curiosamente) y Mercyful Fate publicarían después de 9 años su esperadísimo tercer LP con el beneplácito, nada menos, que de uno de sus más ilustres seguidores, un Lars Ulrich que incluso se marcaba un temita en el álbum. El más flojo de todos, por cierto, en el que el pequeño danés se deja en evidencia al lado de un tal Morten Nielsen que no era conocido más que por un puñado de demos sin importancia y por aporrear los parches en la banda que reconectó a Denner y Shermann y seguramente pavimentó el camino para esta reunión, Zoser Mez. He de dar la razón a aquellos que afirman que la personalidad de King condicionó en exceso estos lanzamientos de los años 90, pero, con lo que me gusta King Diamond en solitario, tampoco le llego a encontrar yo un gran inconveniente al asunto. No suenan exactamente igual que los Fate de los 80, es cierto, hay más melodía, más teatro y menos satanismo, pero siguen siendo ellos y a mí me encanta. King suena mejor que en su primera etapa y el tándem Denner/Shermann brilla como nunca a su lado. Estos tíos son unos guitarristas excepcionales, pero hay que reconocer que, cuando de verdad destacan, es al lado del amigo Pedersen. En ninguna de sus aventuras en solitario se han acercado a estos resultados, en cambio, a ver quién es el guapo que le discute a King su carrera “paralela". Un temazo tras otro es lo que hay aquí: “Egypt", “The Bell Witch", “The Old Oak", “Shadows"... da igual, todas tienen ese inconfundible sello de genialidad de los daneses. Los odias o los amas... ya sabéis de cuáles soy yo, hasta la médula.

5. Necrophobic - The Nocturnal Silence (Black Mark Production)

Buff, me vuelve loco este debut de Necrophobic. Mucho ojo que soy capaz de metéroslo entre mis favoritos de la historia del death metal sueco inmediatamente después de “Left Hand Path” y “Like an Everflowing Stream" y eso es mucho decir... ¡Cuidadito! Me mata esta versión del death metal pasado por el tamiz de Slayer, con un puntito de oscuro black metal melódico. Cuatro meses antes que Dissection, ya estaban anticipando algo muy similar, aunque, eso sí, Necrophobic con las raíces mucho más hundidas en el thrash y death clásico que los de Nödtveidt. En este momento, nada sonaba así de maligno, oscuro y satánico, pero melódico, armónico y carismático al mismo tiempo. Es death metal, también es black, incluso tiene algo de thrash y heavy, todo a un tiempo y perfectamente empastado. Si Necrophobic no lo petaron fue simple y llanamente porque debutaron tarde, aún cuando llevaban desde 1989 en circulación, y con el sello equivocado. Black Mark haría triunfar a Bathory, pero la cagaron con todos los demás que lanzaron. Siempre sonaron un poquito más a banda de Gotebörg que lo que se hacía en Estocolmo y, sin duda, merecieron mucha más suerte, pero nunca llegaron a jugar del todo bien sus cartas. Poco después del debut, David Parland buscando algo aún más violento, montaría unos Dark Funeral que superarían en éxito a su primera banda, pero también los dejaría poco después. Un tipo con verdadero talento dentro del metal extremo, que nunca se sacó mucho partido y decidió tomar el camino de la oscuridad en todos los sentidos, hasta que puso fin a su vida hace justo este año, curiosamente, una década.

6. Savatage - Edge of Thorns (Atlantic Records)

Como para todas las bandas de su época, los años 90 fueron moviditos para Savatage. Les llevó su tiempo romper el cascarón y no fue hasta su ya cuarto álbum, “Hall of the Mountain King", cuando empezaron a gozar de cierto éxito. A partir de aquí, crecían con cada nuevo álbum, su nombre se agrandaba y se iban convirtiendo progresivamente una referencia de primer orden para el heavy metal estadounidense. Todo hasta que Jon Oliva tuvo que hacerse a un lado. Los años de carretera y excesos estaban pasando su inevitable factura y el mayor de los Oliva decía "basta" tras el faraónico "Streets: a Rock Opera". Con su inestimable apoyo desde la sombra, Criss decidía seguir adelante con un chaval que venía de una desconocida banda de Boston llamada Wicked Witch (de la que luego saldría también Jeff Plate, por cierto), un tal Zak Stevens, y se sacaba de la manga una auténtica maravilla que en ningún momento desmerecía todo su legado anterior, cuando no lo superaba. Soy consciente de que “Hall...”, “Gutter Ballet" o incluso “Streets" son intocables para muchos, pero yo creo que este “Edge of Thorns" no tiene nada que envidiarles y, en mi caso concreto, os diría que es mi segundo favorito en su carrera después de su primera colaboración con Paul O'Neill, quien aún seguía por aquí seis años más tarde. Ya la portada me predispone favorablemente, siempre me ha gustado, pero cuando suenan esas teclas del tema-título cortesía del propio Jon, me derrito. La voz de Zak es perfecta... así es como se escoge a un sustituto sin cagarla. Un tipo que recuerda vagamente a su predecesor, que puede encarar todo su material con fiabilidad replicando lo que él hacía y aporta un plus de personalidad propia. ¡Menudo vozarrón! Y Criss, qué voy a decir de él, hace el trabajo de su vida y, por desgracia, el último. Seis meses después de la salida del álbum, un conductor ebrio se cruzaba en su camino y nos veíamos condenados a escucharle sólo a través de aquello que había grabado. Un talento natural que, por desgracia, también está de funesto 30 aniversario en este 2023 que ya se nos escurre entre las manos. No pudo dejar mejor epitafio, no obstante. Es sigue siendo una delicia escucharlo.

7. Rage - The Missing Link (Noise)

“The Missing Link" puede parecer un álbum con poco peso histórico en comparación con sus compañeros de generación, pero tiene mucha relevancia para mí a nivel personal. A principios de noviembre de 1994, llegué hasta una tienda especializada en heavy metal de mi ciudad, siguiendo indicaciones de la dependienta de otra tienda generalista cercana, en busca del “Youthanasia" de Megadeth. Todavía no lo habían recibido y me llevé este “The Missing Link" por recomendación del tendero, Miguel, que así se llamaba... o llama, porque espero que aún ande por algún lado. Sólo diré que el descubrimiento de la tienda en cuestión fue toda una revelacion para mí y diría que, durante los siguientes tres años, hasta su cierre a mediados del 97, fue el lugar en que más tiempo pasé después de mi casa y el colegio. Por lo que respecta a “The Missing Link", con él, descubrí a la que fue una de mis bandas heavies de cabecera a mediados de los 90 y, sin duda, una de las que más frecuentemente visitaba mi reproductor por la época, cuando yo ya me empezaba a interesar más por los sonidos extremos. Para su edición de 1993, los de “Peavy" seguían con ese endurecimiento progresivo que los había ido alejando de su etapa algo más festiva de los 80. Hay algo que siempre me gustó de Rage y es que tenían un sesgo definitivamente oscuro que los alejaba de la mayoría de bandas de power metal que surgieron junto a ellos y en este “The Missing Link" reforzaban aún más esa faceta. Seguimos encontrando alguna que otra línea vocal más alegre, como la de la mítica “Refuge”, que ha dado nombre a su reciente spin-off concentrada en esta época, pero aquí dominan una guitarras muy graves, la contundente batería de Chris Efthimiadis y esa voz áspera tan característica de “Peavy”. Temas como la trashera “Firestorm”, la frenética “From the Underworld", la pegadiza “The Missing Link", la épica “Lost in the Ice" y, muy particularmente, esa emotiva “Raw Caress", nunca dejarán de resonar en mi memoria. Son casi 30 años los que lleva conmigo y sigue siendo un álbum muy, pero que muy especial para mí.

8. Dissection - The Somberlain (No Fashion Records)

Hoy mismo, “The Somberlain" (que sigo sin saber qué cojones significa tres décadas después) cumple la friolera de 30 añazos, que también se dice pronto, y Jon Nödtveidt ya nada menos que otros 16 criando malvas... Lo de siempre, cojonah, cómo pasan los años y uno sin darse cuenta. Este es de esos maravillosos álbumes que posee el insondable poder de la nostalgia. Cada vez que suena, vuelvo a los 90, aunque es lógico, no serían pocas las veces que me puse este y su hermano menor en aquellos años. No os engañaré, primero me llegó “Storm of the Light's Bane” inmediatamente tras su salida y, meses después, cuando ya era un devoto incorregible, este no mucho menos grandioso “The Somberlain". Seamos honestos, su sucesor es superior en todos los sentidos. Mejor producido, más grande, mejor compuesto, más variado, con una atmósfera más lograda, pero es que se trata de uno de los mejores álbumes de metal extremo de todos los tiempos. En “The Somberlain" aparece todo eso, pero en un estado aún embrionario. He conocido gente que me dice que es mejor el debut, yo creo que hay mucho ahí de “apariencia". Una gilipollez típica del black metal, mola defender la opinión minoritaria por sistema para llevar la contraria a la mayoría. Más allá de todas estas estupideces, “The Somberlain" es una pasada de álbum. Me encanta ese sonido “tan Unisound” (de hecho, es el que establece el estándar junto a “Those of the Unlight" y “Dance of December Souls"). La portada de Kristian Wåhlin me parece cojonuda (¿alguien dijo “Abigail”?). Me encanta su atmósfera y me vuelve loco el trabajo de guitarras. Pura elegancia de Nödtveidt, uno de los tipos con mejor gusto de todo el black y death y un músico muy por encima de la media... Es notoria la influencia del heavy metal clásico por aquí, por mucho que le jodiera a algunos blackers en su día. Les faltaba un pelín por terminar de pulir su sonido, pero eso llegaría en un par de años. “Black Horizons" y el tema-título ya son para mear y no echar gota. ¡Muy grandes!

9. Carcass - Heartwork (Earache Records)

Y si un álbum de Carcass realmente me atrapó, fue “Heartwork". Me encanta “Necroticism", pero es cierto que me llegó algo más tarde, seguramente condicionado por mi mala impresión de “Symphonies of Sickness” que, de aquella, me mantuvo en el escepticismo durante un tiempo respecto a su material previo. Tras “Heartwork", "Symphonies..." fue lo siguiente que escuché y no puedo decir que resultara muy convincente... Este con la escultura de Giger en la portada, en cambio, fue de enorme trascendencia en mis inicios. Uno de aquel selecto puñado que me metió en esto y tuvo la responsabilidad de que acabara dónde y cómo lo hice. Lo cierto es que “Heartwork” tenía los ingredientes necesarios para conseguirlo. Fue en el momento en que los de Liverpool alcanzaron el equilibrio perfecto entre sordidez y elegancia. Normal que a un chaval de 15 años como yo le volviera loco. Era death metal, tenía un sonido atronador, la voz era enfermiza, y los solos de Steer y Amott verdaderamente acojonantes. Hoy en día se ha puesto relativamente de moda criticar discos como este o “Slaughter of the Soul" por todo el revuelo melodeath que provocaron después, pero os digo que, a mediados de los 90, literalmente NADIE les hacía ascos. Eso es tan cierto como que Cradle of Filth nos gustaban a TODOS al principio, por mucho que algunos después quisieran ir de “trues" negándolo. Con su entrada, Michael Amott le pegaba un meneo a la banda considerable. Las producciones de Colin Richardson resultaron toda una bendición y Amott y Steer fijaban su mirada en la grandes parejas guitarreras de los 80 para trasladar esos juegos al death metal. La jugada salió redonda y "Heartwork" fue todo un bombazo, firmando con Columbia para un álbum que nunca llegó a salir con la multinacional estadounidense. De repente, medio mundo quería tocar este death metal de influencias heavies... Que no os engañen. Esto fue tan influyente para el death metal en su momento como un “Wolverine Blues" o un “Black Album” para el thrash y el metal más mediático. Un discazo que marcó época.

10. My Dying Bride - Turn Loose the Swans (Peaceville)

Tenía muchísimas dudas de si meter aquí este o el “Indecent and Obscene" de Dismember, que fue mi primera opción, quizás porque hoy recurro a él hoy día con más frecuencia, pero, al final, me incliné por My Dying Bride por trascendencia histórica, porque en su día lo flipé muy mucho con él y por dar un poquito de variedad al asunto. Sin duda alguna, Paradise Lost señalaron un nuevo camino, pero quizás fueron My Dying Bride los que lo llevaron hasta sus límites expresivos. Los temas se alargaban hasta la extenuación (normalmente Paradise Lost no superaban el estándar de 4-5 minutos), las voces languidecían hasta el extremo, las guitarras se desangraban en cada riff y cada melodía y ese violín de Martin Powell nos hacía a todos sentirnos maravillosamente miserables. A ellos se le ocurrió la historia del violín y en pocos meses les estaban copiando la idea por media Europa. Sin duda, la cosa cuajó y, aunque consiguieron sobrevivir sin él a finales de los 90 y primeros 2000, se acabó convirtiendo en seña de identidad para la banda y lo acabaron recuperando años más tarde. “Turn Loose the Swans” es referencia ineludible junto a “Gothic" para el doom y gothic metal y se convirtió desde el mismo momento de su edición en un clásico para una nueva era en la que el death metal convencional iba quedando cada vez más atrás. Cambiaban los tiempos y las bandas que rompieron hacia el 90-91 se iban quedando rezagadas... hasta ellos mismos probaban cosas nuevas, aunque muy pocos acertaban con el cambio. En este artículo ya cité a alguno de los más afortunados: Death, Carcass, Entombed... My Dying Bride, sin duda, anunciaban una de las tendencias que dominarían a mediados de la década y, al contrario que muchos de sus contemporáneos, se mantendrían fieles a su esencia durante la mayor parte de una carrera que llega hasta nuestros días. Ellos son los Motörhead del doom/death, jajaja. Dejando a un lado estas chorradas, “Turn Loose the Swans" es otro imprescindible de este año.

Me consta que esta entrega se ha hecho derrogar, pero son muchas las cosas que se han cruzado en mi camino en estas últimas semanas que la han retrasado más de lo habitual. Una cosa tenía clara, quería publicar esto antes de que terminara este 30 aniversario, por celebrarlo de alguna forma. Y espero dar la bienvenida en enero a 2024 conmemorando su efeméride correspondiente. ¿Cuántos me he dejado fuera esta vez? Mogollón, como no podría ser de otra forma: Dismember, Riot, Darkthrone, Morbid Angel, Vince Neil, Accept, Winger, Harem Scarem, Anthrax, Brutality, Resurrection, Burzum, Katatonia, Edge of Sanity, Desultory, Gorguts, Cynic, Entombed, God Macabre,  Marduk, Memento Mori, Atheist, Celestial Season... Podría tirarme así unas cuantas líneas más, pero, ¿qué sería de vosotros entonces? Ahora me toca leer a mí, como siempre, cuales son vuestros favoritos y otras sugerencias pertinentes. ¡Hasta pronto!