Andi Deris - El sustituto que logró triunfar

Ahora que estamos en los últimos meses del año, me resulta obligado y necesario cerrar el círculo, abordando los designios de una banda, que hace 30 años sacó el peor disco de su historia y que casi los llevó a su destrucción. En Mayo de 1993 salió el "Chameleon" el álbum maldito de los Helloween, que acabó con su prometedora carrera y que provocó la salida de otro icono de los micros como fue el Sr. Michael Kiske. Uno de los más grandes vocalistas del heavy, que junto con los ya estudiados Bruce Dickinson y Rob Halford, formaron uno de los triunviratos más sonados y recordados por los fans del heavy. Blaze Bayley no pudo con su sombra, Ripper tampoco, pero sí hubo uno que pudo burlar a su destino y consiguió arrebatar la suya. Ahora es el turno del "Sustituto que logró reinar", Andi Deris: "El aspirante que triunfó..."

Hablar de las calabazas de Hamburgo, supone recordar inevitablemente dos discos divididos en dos partes que cambiaron el heavy metal conocido por aquellos años. De la noche a la mañana un grupo de chavales se convirtieron en unas estrellas a nivel planetario, y su vida había dejado de ser totalmente rutinaria e insignificante para pasar a ser considerados los padres del power metal melódico. Todo gracias al "Keeper of the Seven Keys", "El Guardián de las Siete Llaves", del que vendieron 150.000 copias sólo en Inglaterra y que llegaría a despachar millones de copias por todo el mundo. Su piedra filosofal y como si fueran Tolkien con su novela "El Señor de los Anillos". Estos chavales hamburgueses, inmaduros, ingenuos y sin experiencia, habían creado el inicio de lo que se suponía que iba a ser el comienzo de una de las más grandes bandas del heavy metal de la historia, pero algo se iba a truncar que cambiaría todos sus planes. Esta vez no hablamos de británicos como sí ocurrió con los Iron Maiden y Judas Priest, nos desplazamos a Alemania, donde encontramos a otros dos genios, igual que eran Harris y Dickinson o Tipton y Halford. Aquí estamos ante los germanos, Kai Hansen y Michael Weikath. Otra dupla compositiva que serían capaces de lo mejor y de lo peor. Juntos se odiaban, pero separados se amaban. Así tuvo que ser cuando en 1985 consiguieron derruir Las Murallas de Jericó, y traspasar el Telón de Acero, para dar el primer aviso de su potencial como banda. Aunaban velocidad, agresividad, melodía y ese toque happy, que sería una de sus señas de identidad. La idea de Weikath era mandar un mensaje de felicidad y esperanza a la gente, y alejarla de malos pensamientos, pero para Hansen esa no era su historia, él quería seguir sonando duro y agresivo. Tenía en mente otro tipo de sonido y visión de banda. Para ello su idea era contratar a otro cantante y así poder encomendarle esa tarea a alguien más específico y este concentrarse únicamente en rasgar su guitarra. Si dos gallos en el mismo corral era mal negocio, metieron un tercero. Un pipiolo de 17 años, llamado Michael Kiske, que cantaba en una banda local llamada Ill Prophecy. 

Los Helloween con Kiske, año 87

Un chaval desconocido que iba a ser el que fuera a poner su voz en los Keepers y a debutar de forma gloriosa, convirtiendo su imagen en todo un icono juvenil de finales de los 80's. Yo fui uno de sus muchos admiradores. Atrapado por ese tono de voz tan dulce y ese vibrato que no parecía tener final. Yo quería ser como él, me encantaba la pinta que tenía el fulano, con esa melena rubia, enfundado todo de negro, pelo en pecho, y verlo coger el micro e interpretar "A Little Time" me parecía lo máximo. Y eso que nunca quiso formar parte de la escena heavy y que ese mundo le daba un poco igual. Tuvo muchas dudas de aceptar el encargo de Hansen de fichar por la banda. Para él la escena metálica era un pentagrama invertido controlado por dictadores de metal que querían llevarse su libertad. Ante este panorama, imaginaos que cara se le quedó a Michael Weikath cuando le escuchó decir semejantes cosas. Un Weikath que nunca confió mucho en el Kiske, y que sería acusado por este de conspirar en la sombra y estar negociando su sustitución con otro cantante, mientras este trataba de tirar del carro de la banda (de manera bastante errónea, todo hay que decirlo).

Portada revista Metal Hammer con un jovencísimo Michael Kiske, 88

No era fácil sacar un disco después de los dos Guardianes de las Siete Llaves. Hay que reconocerlo. Dos partes gloriosas que habían inventado un nuevo género musical: El power metal europeo. Eso los había llevado a recorrer todo el mundo como teloneros de los Maiden y a colarse por primera vez en el Monsters of Rock, del 88, en un Donington Park ante más de 100.000 personas, abriendo para unos Guns N' Roses arrasando el mundo con el "Appetite...", los Megadeth del genio Mustaine con su tercer asalto "So Far...", David Lee Roth, Kiss y los Iron Maiden presentando el eterno e inmortal "Seventh Son...". Demasiado éxito para unos chavales que no estaban preparados. Mal aconsejados y engañados, fijaos dónde se habían colocado cinco jovenzuelos con su segundo elepé, cuando no hace mucho malgastaban sus míseras vidas comiendo patatas con panceta, bebiendo cerveza y pajeándose con las tías que salían en las portadas de las Penthouse y Playboy.

         

Incomprensiblemente, cuando todo se presentaba de cara, en su mejor momento, Kai Hansen, después de la gira del Keeper II, decide pirarse y dejarlos tirados. Harto de tener movidas con Weikath por la dirección musical de la banda, piensa que lo mejor es montárselo en solitario y recluta al Ralph Scheepers y funda los Gamma Ray. ¿Pero qué cojones hizo este tío?. Ahora que lo habían conseguido, que eran unos tíos con los bolsillos llenos de billetes, tocando ante miles de personas, volando en aviones, se larga... Estaban vendiendo millones, pera a la banda no le llegaba ni un puto marco. Los de Noise les había hecho firmar un cheque en blanco, con unas condiciones míseras, donde no tenían ningún derecho sobre los discos y su música. Habían sido engañados por la disquera y el management era un completo inútil. Con Hansen fuera, harto de broncas y muy quemado por la relación contractual de la banda, Weikath queriendo ser el jefe y Kiske cada vez más alejado del heavy. Contratan para coger la hacha dejada por Kai, al Roland Grapow. Un buen guitarra con técnica y gusto por la composición, pero inexperto, que en vez de ayudar, iba a sumar otra fricción más a la guerra abierta entre Weikath y Kiske por ver qué dirección tomaban en la siguiente obra. Se había ido uno de los cerebros más metaleros, pero ahora eran tres personalidades, queriendo cada uno hacer la guerra por su cuenta. Kiske amenaza con dejar la banda si no le dan más peso en la composición. Grapow quiere meter ficha y Weikath diciendo que allí el que manda es él. El ambiente que se vivía en la banda era tan tóxico, que el productor del disco, el magistral y tristemente desaparecido Chris Tsangarides (Dep), les recomendó que pararan la grabación y la retomaran cuando las cosas se calmaran, porque las canciones que estaban grabando le parecían descartes de otros discos y se estaban encaminando a un fracaso absoluto. 

Portada disco "Pink Bubbles Go Ape", 91

Weikath, lleno de soberbia y orgullo, con el ego disparado, dijo que aquella era su música y su dinero, y que no iban a parar. Y así fue, un 11 de marzo de 1991, editan "Pink Bubbles Go Ape". Si alguien esperaba un Keeper III, se iba a llevar una buena sorpresa. Con una portada de las más extrañas y ridículas que se recuerdan en el mundillo, aquello sonaba a batido de calabaza barato. Alguno lo probó y por vergüenza no vomitó (por lo menos allí delante). Igual que hiciera Hansen, El Guardián de las Siete Llaves se había pirado y con él toda la épica y la magia que habían tenido. Ante semejante fracaso, Weikath carga las tintas contra el rubiales miguelito, acusándole de llevar a la banda a un sonido más comercial y de poner sus voces como protagonistas en detrimento de las guitarras. No le faltaba razón, pero él también firmó dos temas y no es que fueran una maravilla precisamente. Estaba claro que se la habían pegado (años después lo reconocieron y le pidieron perdón al Chris), pero ellos, sin hacer caso a nadie, cegados por la inmadurez que atesoraban y por el éxito tan rotundo de los Keepers, no sólo no corrigieron el error, sino que todavía lo agravarían mucho más para el siguiente disco...

Los Helloween, época disco "Pink Bubbles Go Ape", 1991

                                                                        

Capitaneados por el Miguelito y el tío Joaquín iban completamente al desastre. La banda estaba en completa reconversión, desangrándose poco a poco entre luchas internas... Cansados de los engaños de Noise de estar forrándose de pasta a su costa, venden su catálogo a EMI y fichan con ellos para lanzar su siguiente obra. En Mayo de 1993 sale el innombrable "Chameleon", el álbum con el que llegaron al final del pozo y que casi los destruye. Ya no quedaba nada de los Keepers, eran cinco personas jugando a ser dioses, unos megalómanos perdidos, intentando emular el "Bohemian Rhapsody" de Queen. Imaginaos a cinco tipos colocados hasta arriba mientras tocaban sus instrumentos, bailando todos juntos en bolas dentro de una habitación. Así es lo que siento cada vez que lo pincho. Habían  perdido totalmente sus referentes... La épica se esfumó. Allí no había nadie que pusiera orden, nadie tenía el control. Aquello era el camarote de los hermanos Marx. Vamos, el chocho de la tía Bernarda donde te podías encontrar cualquier cosa. Desde un tema casi pop a uno heavy u otro más AOR. Unos aficionados que se habían creído los nuevos Metallica. Los pocos fans que todavía creían en ellos, al ver semejante espanto de portada (hecha por Kiske) y la música que se escondía tras ella, dieron al grupo por perdido... Todo era tan caótico que era imposible que pudiera funcionar. Una banda que lo tenía todo para haberse convertido en un nuevo coloso del heavy metal, se había autodestruido. Kiske había encontrado a Dios detrás de un vinilo y sólo su fe cristiana iluminaba su vida, sería expulsado tajantemente de la banda igual que el pobre batería Ingo Schwichtenberg, cansados de sus adiciones a las drogas y a los brotes esquizofrénicos que padecía, cayendo en una fuerte depresión, que lo llevarían con tan solo 30 años a suicidarse lanzándose a las vías del tren... Cuando lo encontraron, llevaba puesta una camiseta con el logo de la banda... "Mr. Smile" los había dejado, el hombre de la eterna sonrisa con su fallecimiento les había mandado un último mensaje. Su muerte no sería en vano...

Emotiva dedicatoria a Ingo (Dep)

Unos meses antes, Joaquín muy cabreado, consciente de que la habían cagado ente peleas, egos y delirios de grandeza. Sabedor de que tanto él como el "Michi" habían sido unos completos gilipollas. Lo habían tenido en la mano y por su falta de madurez, lo habían perdido todo. Ahora se encontraba solo, se le había caído el pitillo de la boca, tocaba empezar casi de cero, sin discográfica y con el prestigio de la banda totalmente deshecho. Weikath que sólo tenía el apoyo de Markus Grosskopf, su bajista y el que menos culpa había tenido. Decide llamar a un viejo colega que cantaba en una banda que metían caña, bien hard rockera, algo gamberros eso sí, pero claro, de power metal nada, llamada Pink Cream 69. Los Helloween eran unas cenizas, unos despojos que no estaban para experimentos, y cuando es así, lo mejor es refugiarte en gente de confianza que sabes que no te le van a jugar. Los pocos incondicionales que todavía creían en la banda aún aguardaban un milagro. El primer recambio que se necesitaba era el de la batería, que sería cubierto de manera magistral por Uli Kusch. Había que reconstruir a la banda de manera segura, con gente veterana y competente, y Uli era un batería fiable que venía de estar con los Gamma Ray. El problema más gordo era el puesto de vocalista, a ver quién tenía las bolas de ponerse ante el micro de la banda, tratar de hacer olvidar a Kiske y,  lo más importante, devolver a las calabazas a un puesto de prestigio. El barco estaba hundido en fondo del mar y había que reflotarlo a la superficie. El encargado sería el cuñado de Joaquín, un tipo llamado, Andreas "Andi" Deris, un vocalista inferior al miguelito, que no destacaba especialmente en nada, pero sí era bastante completo, tenía experiencia y se encontraba girando de manera profesional con los Pink Cream 69. Igual no necesitaban a una superestrella, lo que les hacía falta era alguien asentado, profesional, con sentido común y que devolviera la banda a su sitio.

Deris en distintas fotos de su vida

La elección no pudo ser mejor. A pesar de las muchas dudas de que un vocalista venido del hard rock (para los Pink Cream 69 era perfecto) fuera el candidato idóneo, el Deris supo darle sentido a la banda y, con esa voz tan distinta a Kiske, más grave y raspada, como desgarrada, con un timbre único, empastó perfecto en los nuevos temas de los renacidos Helloween y devolvió la esperanza a los fans con su debut "Master of the Rings". Habían perdido al Guardián de las Siete Llaves, pero en Deris habían encontrado al Maestro de los Anillos. No era una obra maestra, pero sí devolvía a la banda a la senda del heavy/power y le daba la dureza perdida. Comenzaba la 2ª era de Helloween. Por fin volvían a ser heavies!!!!!

Portada disco "Master of the Rings", 94

Después de años perdidos entre broncas y peleas, parece que en la figura de Andi habían encontrado la paz y el sosiego que necesitaban. A pesar de tener una voz más rota que Kiske, que parecía que no iba a funcionar, también sabía modularla y adaptarla a registros más melódicos, como en la balada "Forever and One" (ved el video y quedaos con la voz que más os guste, yo en este tema lo tengo claro) donde demostraba que detrás de esa voz más ruda, también tenía versatilidad y podía emocionar. Y no sólo eso, en el Andreas habían hallado a un tipo afable, cachondo, con buena planta y que sabía meterse a la gente en el bolsillo. Su debut fue un rotundo éxito. "Master of the Rings" vendió 1 millón de copias y, lo más importante, devolvió la ilusión y la fe en el grupo a la mayoría de fans. Las calabazas habían vuelto, de muertos y enterrados, ahora tenían ante sí un futuro. El barco se encaminaba lentamente a la superficie. Sólo faltaba ver si Deris iba a ser capaz de consolidar este éxito y asentar a la banda.

Los fans más acérrimos, seguían añorado a Mr. Ego, yo también, tíos. Lo siento, me gusta mucho más su voz, es más cálida, con mas fondo, me llegaba mucho más, pero nuestro querido rubiales nos la había jugado y había emprendido un camino espiritual abrazado a Cristo, que según él, era incompatible con el heavy metal, el cual lo consideraba una música del demonio y muy negativa. Desde el 94 hasta el 2000 no quiso saber absolutamente nada del metal, y eso que mucha gente intentó hacerlo recapacitar y devolverlo al heavy, pero no hubo manera. Totalmente perdido para la causa, renegado del heavy, era en vano anhelar su vuelta. A mí me costaba apostar por Deris, lo admito, pero más me costaba entender la espantada de Kiske. Así que, poco a poco y paso a paso, Andi seguía a lo suyo, haciendo su trabajo, ajeno a todo, ganándonos a la mayoría y con un objetivo claro: Devolver la grandeza a los Helloween.

Portada disco, "The Time of The Oath", 96

Deris se enfrentaba a su segundo desafío, demostrar que su debut no había sido fruto de la suerte del rookie, y que era capaz de dar continuidad al grupo. Algunos detractores que no le convencían para nada estas nuevas calabazas, les llamaban los "Hellowcream", seguían esperando otro Keeper (yo también) y que Kiske volviera de una vez por todas... Ni una cosa ni la otra iba a suceder, y en el 96, editan "La Hora del Juramento" (The Time of The Oath), un buen álbum, un poco más oscuro y rápido, que aguantó el envite y siguió demostrando que Deris había venido para quedarse. Es el trabajo que más recuerda a los Keepers. La lástima fue la producción, que aquí el genio Tommy Hansen, pieza clave en los Guardianes, no estuvo tan inspirado como sí lo hiciera en el pasado. Les quedó un sonido más guarrete y menos trabajado, que no hacía justica a los temas, dejándolos sin la pegada y fuerza que necesitaban. Una obra conceptual basada en las profecías de Nostradamus, y que la banda de manera muy emotiva dedicó en la memoria del tristísimamente desaparecido y grandísimo batería Ingo Schwichtenberg (Dep). El álbum sirvió para demostrar que Deris no era solo un un tipo que pasaba por allí, ni una cara amable, ni tampoco el simple cuñado, sino que también sabía componer grandes temas y tenía más potencial del que habían pensado.

Interior CD, "Better Than Raw", 98

A mí me había gustado más El Maestro de los Anillos, pero en este había que reconocer que el Andi tenía los huevos llenos de heavy metal y estaba resistiendo estoicamente contra viento y marea. Lo tenía todo muy claro. Ni Kurt Cobain, ni Pantera, ni el fantasma del miguelito conseguirían influenciarlo. Mi ilusión (y la de casi todos) era ver en algún momento que el rubiales anunciara su vuelta al ruedo, que la formación clásica se volviera a juntar y demostraran al mundo que todavía eran capaces de crear un Keeper III, pero el Mr. Ego nunca apareció. Yo intenté ponerme en contacto con él vía telefónica, pero siempre me salía el mismo contestador: Si quieres que el Padre Michael bendiga tú casa, pulsa 1. Si quieres que el Padre Michael te dé su bendición, pulsa 2. Yo no quería su puta bendición, quería que volviera al heavy. Pero nada. Me cansé, tíos. Lo di por perdido... Sin que nadie le pudiera hacer sombra al Deris, ni disputarle el trono. El Andreas se encaminaba a su tercera obra y al disco que lo consagraría definitivamente en la banda como fue "Better Than Raw". El de la bruja sexy. Una mezcla de los dos anteriores con parte de su pasado, que coronó al Deris y donde mejoraron la producción, recuperando la pegada del Master. El fulano por derecho propio ya era de la familia Helloween. Con un Kiske desaparecido en combate, refugiado en su fe, había dejado que una voz inferior le arrebatara el trono. El ex-"Crema Rosa", merecidamente, supo coger el pasado de la banda y darle una nueva personalidad, sin dejar de sonar a ellos. Los modernizó, adaptándolos a los nuevos tiempos, pero sin que la banda perdiera sus señas. Se dejó de egos personales y trabajó en la unión de la banda. Yo creo que ese fue su mayor logro. No era nada fácil, pero lo consiguió. En la gira de este disco, los pude ver de teloneros de los Maiden del "Virtual XI" y a pesar que el sonido de la banda fue de pena, a mí me convenció. A este Deris hay que reconocerle que sabía plantarse en el escenario y el solito se cargaba a la banda sin ningún problema, cantaba todo el repertorio y tenía un buen catálogo que resistía perfectamente al lado de clásicos como "I'm Alive", "A little Time", "Future World" o el trallazo inmortal "I Want Out".

Dos buenos amigos, Andi Deris y Michael Kiske, en la actualidad

Después de esta trilogía de oro: "Master...", "The Time..." y "Better..." todavía sacarían otro gran disco como fue "The Dark Ride", posiblemente su última gran obra, para después bajar un poco el listón en los 00's, ya en su 3ª era, con trabajos más irregulares y menos inspirados, pero que no pudieron destruir el buen material que había hecho Deris en los noventa. Andi nos deleitó con cuatro discos rotundos, sólidos de buen heavy/power que les daban mil vueltas a las burbujas y al camaleón. Si los 80's fueron del "Michi", los 90's fueron del ex "Crema Rosa". Kiske seguía siendo Dios, por lo menos para mí, pero después de casi treinta años que lleva en la banda, tengo que admitir que el Sr. Deris fue de lo mejor que les pudo pasar. Costó aceptarlo (a mí por lo menos), la voz de Kiske era muy alargada, pero sin la participación de Andi, no sé qué hubiera pasado. Igual no existirían o tal vez sí, pero con Deris volvieron al heavy en los años más jodidos y los mantuvo ahí, permitiendo que en el 2016, el hijo pródigo y perdido para la causa del metal, el "Michi", por fin volviera al redil y con Kai Hansen, los míticos Helloween, se volvieran a juntar. El tío Weiki no tuvo la desvergüenza de echar al Deris, se lo había ganado, estar ahí, al lado de Kiske y Hansen. Cogió a una banda rota, sin rumbo y sin ser un fuera de serie, con trabajo, determinación, sigilosamente, fue reflotando la nave poco a poco, manteniéndola a flote hasta nuestros días. Nadie se atreve a decirle nada. No hay ni un sólo reproche que echarle en cara. Cumplió su misión. Tiene todos mis respetos. No pudieron sacar un Keeper III, pero como reconoció el propio Michael Kiske: "Andi Deris salvó a la banda en los noventa".

Collage disco, "The Dark Ride", 00

Con el Sr. Deris se puede decir que sí lo consiguió. Aquí hay un sustituto que sobrevivió a su predecesor, se atrevió a bajar al infierno, le robó la cartera a Satanás y huyó montado en su caballo. Bien es cierto que Helloween no eran Judas, ni mucho menos Maiden y que ambas bandas venían de historias y trayectorias diferentes. En las calabazas la presión no era la misma. Tampoco tuvo a un Bruce Dickinson o Rob Halford compitiendo por su silla. Ni un legado tan extenso y mítico para defender como si era en de la Doncella y el de los Sacerdotes. Pero eso no quita para reconocer su gran hazaña. Le decían que no era un metalero, que no valía para el puesto y que nunca lo conseguiría. Pero demostró que era más heavy que ellos, que estaba plenamente capacitado y vaya si lo consiguió. Un jugador de equipo que siempre tuvo el camino claro, humilde, con ganas e ilusión, que a pico y pala fue capaz de reconstruir a los Helloween y mantenerse en la banda hasta la reunión final. Hasta aquí mi trilogía personal, recorriendo las vidas de tres personajes que bien podríamos ser cualquiera de nosotros. Dos no lo consiguieron, pero sí hubo uno que logró triunfar. Andreas "Andi" Deris: "El Sustituto Posible...". Hasta la próxima, amigos!!!  

Andi Deris, años 00's