The Mist - Phantasmagoria (1989 Cogumelo Records)

1. Flying Saucers in the Sky (04:13)

2. Smiles, Tears and Chaos (04:19)

3. A Step into the Dark (04:56)

4. The Enemy (02:25)

5. Hate (02:38)

6. Barbed Wire Land (At War) (04:48)

7. Phantasmagoria (05:46)

8. Lightning in the Dark (00:29)

9. Like a Bad Song (05:06)

10. Faces of Glass (03:27)

Y Hablando del "Beneath The Remains" de los Sepultura, mirad lo que he encontrado de la misma ciudad de donde salieron los hermanos Cavalera. Se llaman -The Mist- y son también de Belo Horizonte, y allá por el ya, para muchos, acabado y muerto año 89 para esto del thrash metal, aquí tenemos otro buen disco de thrash, bastante unknown, completamente made in Brazil, contemporáneo al de la portada del cráneo humeante traspasado por una bala con orificio de entrada y otro de salida. Y es que va a ser verdad que los brasileños también tenían su cantera de bandas practicando esto del thrash metal venido de los USA, nada despreciable. Parece que en esa ciudad, capital del estado de Minas Gerais, una región muy potente, con más de dos millones de habitantes, algo se cocía ahí, yo lo tengo claro, porque hay cantidad de grupos. Era como una Bay Area yankee (la de San Francisco) pero en Brasil. Por algo le pusieron la etiqueta de: Brazilian thrash metal. Si no me creéis, coged un lápiz y un papel y prepararos para apuntar unas cuantas: Chakal, Mutilator, Sarcófago (yeahh!), Holocausto u Overdose, por citar a algunas. Y eso sin salir de ahí, pero si nos vamos a otras regiones (São Paulo y Río de Janeiro), fijaros: Korzus, Attomica, Vulcano, MX o Dorsal Atlântica... Aquí hay mucho material, amigos. Unas mejores que otras, como en todo, pero la mayoría, muy desconocidas por una pésima distribución y despreciadas por los prejuicios de Occidente. Esto da para hacer un especial de los míos, muy merecido además, de esos de Los olvidados del acero, pero brasileño. Me lo anoto en la mano, tíos, por si me lanzo con ello. Algo se gestó ahí, está claro. No sé si fue por los platos de feijoada que se metían, la convulsa situación política que vivían y que los hacía muy rebeldes, o por ver a esas garotas brasileñas en tanga en las playas de Copacabana ("going to brazil", colegas, ya nos lo decía el difunto Lemmy con sus Motörhead), pero el caso es que, dentro de esa área metropolitana, la sexta en importancia del país, hubo una explosión de agrupaciones bastante notable, ya no digamos por el resto de su geografía, que salían bandas como setas. La mayoría arruinadas por mediocres producciones, debido a la escasez de recursos y a la falta de medios. Es lo que hay, amigos. Esas carencias las suplían con mucha determinación, ganas y a base de imaginación. Así que, igual no es tan extraño que alguna consiguiera pegar el pelotazo como ocurrió con los creadores del "Arise". A base de tirar piedras al cántaro, alguna tenía que romperlo y así fue, lo malo es que no pasó con estos outsiders de -The Mist-. 

Parece que la historia de estos cinco garotos empezó por el 86 y como suele ocurrir muchas veces, para su primera encarnación se pusieron Mayhem (igual que los míticos blackers noruegos) y, posiblemente, se cambiaron el nombre a -The Mist- (La Niebla), que era más cool (pensarían) y me imagino que para no coincidir con los creadores del clásico "De Mysteriis Dom. Sathanas", aunque a decir de verdad, por el año 89 los noruegos todavía no tenían el estatus de leyendas, ni mucho menos, y a ese disco todavía le quedaban unos añitos para salir. Andaba por ahí rulando el famoso Ep "Deathcrush", pero todo estaba muy lejos de adquirir esa aura de idolatría y adoración posterior. El caso es que estos Belo-horizontinos consiguen que los de Cogumelo Records, que eran un sello local y humilde, muy modestito, pero por el cual pasaron la mayoría de bandas brasileñas de metal de la época, les grabaran este bueno y competente "Phantasmagoria", contando a la realización técnica y de sonido con un tal Marcos Gauguin, que parece ser que era un famoso productor brasileño de metal, que se encargaba de producir casi todo el material que caía en las manos de estos de Cogumelo. Digamos que era como una especie de Scott Burns carioca metido en unos Morrisound brasileños (los J.G. se llamaban), salvando las distancias, claro. Por sus manos pasaron el "Schizophrenia" de los Sepultura y el "I.N.R.I" de los Sarcófago como logros más destacados (que sonaban a rayos, todo hay que decirlo). Un ingeniero importante, que estuvo ahí grabando a todos estos malucos pioneros, supongo que con unos medios y recursos mucho más limitados que con los que contaba el mítico Burns. No olvidéis que Brasil a finales de los 80´s sufrían una crisis social y económica brutal, con una democracia muy débil, casi en pañales, donde venían de una dictadura sin apenas infraestructuras musicales, y que una banda de allí consiguiera grabar un disco era toda una heroicidad. No tenían mucho para comer, como para grabar discos... Un hito que sólo conseguían alcanzar unos pocos privilegiados. Grabar una demo era la hostia, imaginaros un Lp.

Lo que no sé con seguridad es si este "Phantasmagoria" salió antes o después que el "Beneath the Remains". Yo me decanto más a que salió después, pero tampoco lo puedo asegurar. No es que sea un dato muy importante porque, aunque ambos discos tendrán muchas coincidencias y las comparaciones entre ellos será recurrentes (los dos van a seguir con ese sello tan característico que tenían las bandas thrashers brasileñas de mezclar toques death con thrash de marcado influjo americano) estos -The Mist- contarán con la salvedad y particularidad de que su propuesta tendrá más melodía de lo que era común por allí, pero no la que venía de los ritmos de la samba o de la bossa nova, sino de la que desprendían las guitarras y el bajo de los Maiden. Esa misma, tíos. La venida de las islas británicas en forma de las siglas NWOBHM. Y es que esa corriente también llegó a tierras brasileñas, tardíamente, como casi todo, pero también consiguió arribar a sus costas, y de la que estos hijos de la niebla perdida del río Paraná tomaron buena nota.  Las voces serán más cercanas al death, eso sí, con un tono más próximo a un Martin Van Drunen (Ex Pestilence y ahora otra vez en los Asphyx) mezclado con un Lemmy (Dep) de los Motörhead, que a un Max Cavalera. Y la música, seguro que la primera vez que os los pongáis notaréis la nostalgia de estar escuchando unos sonidos muy arcaicos y superados. Un thrash como muy de otra época. Una traslación total a los 80´s de lo analógico. A los riffs rasgueantes, arenosos y acelerados. A lo vetusto y desfasado. A un álbum muy de su tiempo. No suenan innovadores, ni van a descubriros nada, pero ahí radica, en mi opinión, el encanto de este Lp. La de mostrar a una gente fuera del típico circuito estadounidense o europeo, practicando un thrash de categoría. Aunque todo va a quedar, tristemente, como un pequeño souvenir afrodisiaco tropical para colgar de vez en cuando de las orejas y poder evocar esporádicamente otra vez ese hedor a selva metálica. Al del underground exótico, pero del perdido en la selva amazónica. Al metal hecho con limitaciones, que no de cierta técnica, pero rebosante de energía y vitalidad. A lo tosco y primitivo, pero muy efectivo. Al primitive future como ya nos advertían los autores de "Inner Self". A una anécdota extraña a la que seguramente no volveréis tan pronto, o tal vez nunca, pero para la historia del thrash brasileño quedó anclada para siempre. 

"Smiles Tears and Chaos" se pone moi gostosa a partir del min 02:40, imposible resistirse a eso. A esa cadencia continua, arrastrada e inmisericorde, que también sabían hacer los Slayer y que me ponían como una moto. Todo el disco respira a los de Tom Araya por lo cuatro costados. Lo mismo ocurrirá en la siguiente "A Step into the Dark", una de las mejores del plástico. Momento para mover la melena con riffs a discreción. Mucho barroquismo guitarrístico presiento aquí. Agarraros todos de las manos y poneros a bailar como si fuerais una tribu indígena porque "The Enemy" va a  arrancar épica y triunfal. Ojo, al cambio de ritmo que hacen, sutil demostración de melodía y armonía muy bien metida. Igual que en "Hate" donde las paradas rítmicas nos hacen disfrutar. Esto requería una mejor producción, lo sé, chavales, eso fue una de las cosas que más me echó para atrás a la hora de reseñarlos (El Dictador, bien lo sabe), la banda cumple, la banda toca, pero la producción, se la toca, y no da nunca la talla como se merecían (cierto es que en la reedición de 2017, con otra portada, mejoraron algo la cosa). En la de "Barbe Wire Land (at war)" es donde os decía lo de la influencia maidenesca, y en la homónima del redondo, la más larga de todas, sirve para lucimiento de toda la banda. Gran entrada marcial, muy tribal y guerrera. Es como si fuera su "Orion" particular. Una cuña acústica sobre un sintetizador hace de outro final para anunciar las dos últimas piezas. La primera será "Like a Bad Song" que se lanza a saco, totalmente asesina. No hay tiempo que perder. Rápida y feroz. Suenan los tappings y el bajista se pega una pequeña parada para mostrar sus habilidades. No eran unos virtuosos, pero tampoco eran mancos. "Faces of Glass" marca la frontera final. Esta tiene un riff muy poderoso, que no luce como debería por lo que os decía. Estos natives con otro presupuesto y con una disquera potente y seria detrás, cuidado con ellos, tenían suficientes credenciales para haber aspirado a más cosas. De toda la cosecha brasileña, me parece de lo mejorcito que tenían, al mismo nivel de unos Sepultura...  

La niebla se pusieron (acordaros, -The Mist-) y la niebla se los tragó. No del todo, porque para el 91 sacarían otro buen elepé, más profesional y con mejor producción "The Hangman Tree" (donde suenan con nivel), y sí que ya para el 95, acabaron engullidos totalmente con un más flojo y groovero "Gottverlassen"... Escuchándolos me pregunto qué hubiera sido de ellos si hubieran nacido en los States o en Alemania, o si hubieran tenido la suerte de que unos Roadrunner los ficharan y pudieran contar con un Scott Burns o Tom Morris tras los aparatos. Nada de eso aconteció y, como si fueran una canoa a la deriva arrastrada por la corriente del Amazonas, poco a poco se adentraron en esa selva vasta y espesa de la Amazonia para no regresar jamás. Nunca más se supo de ellos, hasta que en el 2022 aparece su cantante, Vladimir Korg, como único superviviente de aquella travesía con un nuevo Ep bajo el brazo. Esa era la realidad del metal extremo sudamericano. Acabar engullidos en las arenas movedizas del desprecio y de la indiferencia, metidos para siempre en una fosa fría y desolada de la que era imposible de salir. Una porca miseria. Sólo Sepultura y algo los Ratos de Porão consiguieron escapar de ese pantano y saltar ese muro infranqueable que separaba la primera división del metal mundial con los marginados y pobres del tercer mundo, dejando puesta la escalera para que posteriormente pudieran subir otros. Los Angra o Krisiun, por ejemplo. El día a día de los pobres es así. Durante el día mucho calor y por las noches mucho frío, un frío helado y sin compasión. Una Caipirinha para estos -The Mist-, por favor!!! 

7.5/10