Los 10 del Dictador para... 1989

Vamos allá... Nos acercamos al final de los 80 y la fiesta toca a su fin. Algunos adelantados se enteran de qué va la historia, mientras otros se niegan a matar a la gallina de los huevos de oro. En ese mundillo de contrastes, un puñado de bandas toman el camino de en medio y salen a la calle algunos de los mejores trabajos de heavy metal melódico de todos los tiempos. 1989 fue seguramente el año en que vimos por última vez a unos debutantes triunfar de forma masiva dentro del terreno del hard rock, Skid Row. La conclusión que saco yo a estas alturas es que, lejos de dar síntomas de agotamiento, el heavy metal estaba a pleno rendimiento en 1989 y había cantera dispuesta a coger el relevo. Poco tiempo les quedaría ya, por desgracia, para ser fagocitados por modernetes de pantalones flojos cantando sobre sus desgraciadas vidas...

1. W.A.S.P. - The Headless Children (Capitol Records)

Blackie Lawless es un visionario. Siempre se ha dicho de él que es un tipo con un intelecto superior a la media dentro de esta movida y yo añadiría que con un talento y una visión única. Totalmente saturado por la industria, se encerró en 1987 en su mansión de Los Ángeles a evaluar sus posibilidades. Fue de los primeros en ser consciente de que soplaban vientos de cambio y, cuando reapareció en 1989 con “The Headless Children", lo hizo con unos W.A.S.P. renovados, maduros y reflexivos. Ya desde sus primeros compases, “The Headless Children" suena a otra cosa, aunque seguían siendo ellos. Cerca del millón de dólares se gastó Capitol en la grabación y se nota. Blackie tenía las cosas muy claras y “The  Headless Children" atruena. Buena parte del cambio se debe también a un Frankie Banali inmenso en todo el álbum, extremo que nunca habría alcanzado el bueno de Steve Riley que encontró lugar a su medida en L.A. Guns. Esas “The Heretic (The Lost Child)”, “The Headless Children", “Thunderhead", “The Neutron Bomber"... son inteligentes, incisivas, críticas, punzantes... y, musicalmente, geniales. Si bien la energía desbordante de los primeros W.A.S.P. es insuperable, la habilidad de Blackie para reinventarse después de un fatigado “Inside the Electric Circus" fue admirable. Y no se olvidó de meter caña, no os creáis, puesto que “Mean Man" o “Rebel in the F.D.G.” tampoco habrían estado fuera de lugar en el debut. Hasta la versión de “The Real Me” me parece bastante apropiada. Lo dicho, una genialidad y probablemente la obra cumbre de Blackie Lawless, con permiso de “The Crimson Idol".

2. Skid Row - Skid Row (Atlantic Records)

El epónimo de Skid Row es, directamente, el último gran debut de la historia del hard rock y los de New Jersey los últimos en subirse al vagón del superestrellato. Superando los cinco millones de copias en EEUU, este discazo es de un éxito inapelable. Diría que es la más pura esencia del hard rock ochentero llevada a su máxima expresión. La perfección de la fórmula alcanzada al final del camino y por ese mismo motivo justifica el ascenso de Skid Row a banda multiplatino. Ya desde la portada, con la banda acechando a oscuras en un callejón, un poco a lo “Girls, Girls, Girls", esto huele a clásico por los cuatro costados. Y no será la única ocasión que se miren en el espejo de Mötley Crüe, con Doc Mghee al mando y Michael Wagner tras la mesa de mezclas, lo raro sería que no triunfaran y vaya si lo hicieron. Esos 11 temas son una auténtica genialidad, no hay uno malo. Salieron tres singles y casi podrían haberlos publicado todos. A medio camino entre el hard/glam, el sleaze y el heavy metal, con un ligero ramalazo punk, la mezcla funde el acero. No hay quien se resista a esto. Encima, le sumas una banda con una imagen imponente y un cantante que estaba como un queso, el hijoputa, y lo tienes hecho. Buenos músicos y un sonidazo de la hostia. Aún era 1989 y lo raro era que no lo petaran... Absolutamente imprescindible.

3. King Diamond - Conspiracy (Roadrunner Records)

Quizás de esta genial trilogía que se marcaron King y los suyos entre el 87 y el 89, este es el que menos me gusta, lo que para nada quiere decir que no sea brutal igualmente. Para muchos, en cambio, es su favorito. De lo que no me no duda es que la portada es la más horrorosa de su carrera. Después de las maravillas que ilustraban “Abigail" y “Them", hay que tenerlos bien puestos para salir en la portada con este careto, pero a huevos nadie le gana a King. Da igual, tercer discazo del tirón (no es que “Fatal Portrait” fuera malo, precisamente). King está desbordante de creatividad en esta secuela para “Them”, como es habitual en él, Andy LaRoque otra vez magistral, sin embargo, el que da un paso atrás en esta ocasión es un Mikkey Dee que ya estaba fuera de la banda a esas alturas. Aquí cumple con creces, como no podría ser de otra forma, pero no se escucha la misma interpretación rebosante de energía e inspiración de sus dos predecesores y, para mí, eso sitúa “Conspiracy" ligeramente por detrás. La producción de Roberto Falcao, en cambio, mejora la de “Them" sustancialmente. Independientemente de valoraciones muy subjetivas sigue siendo un álbum esencial de heavy metal y uno de los mejores que salieron en 1989. King Diamond, genio y figura.

4. Annihilator - Alice in Hell (Roadrunner Records)

Igual que “Skid Row" supuso el último gran debut del hard rock, "Alice in Hell” fue lo propio para el thrash metal. Jeff Waters llevaba desde 1984 peleando en su Ottawa natal sin conseguir hacerse un hueco, hasta que, finalmente, Roadrunner decidió publicar su debut en 1989, uno de los mejores LP's de thrash técnico de todos los tiempos. Con una maquinaria perfectamente engrasada después de muchos años rodando por el underground, Jeff Waters cambiaba de miembros a su antojo cuando estos ya no servían a sus intereses. Annihilator pronto adquirió la consideración de proyecto en solitario, con todo lo bueno y lo malo que se suele asociar al término... lo bueno mientras le duró la gasolina al bueno de Jeff. Conforme avanzaban los 90 y el metal tradicional se iba a la mierda, a Jeff se le secaban las ideas e iba perdiendo credibilidad. Sin embargo, esta dupla de arranque a finales de los 80 es tremenda. “Alice in Hell" es una orgía de riffs y solos de precisión quirúrgica. La producción del propio Jeff, de primera (ahí se demuestra lo importante que es tener un buen presupuesto, el mismo año grabó a Defiance y su debut suena como el culo) y el nivel técnico del propio Jeff y Ray Hartmann es insultante... No nos llevemos a equívoco, en la foto promocional salen cinco, pero ni Wayne Darley ni Anthony Greenham tocan aquí una sola nota. Aquí está Jeff a cargo de todo menos de la batería y las voces de Randy Rampage, único aspecto medianamente flojo del LP. Lo he escuchado toda la vida gruñir sobre estos temazos y ya me he acostumbrado, pero no puedo negar que esto cantado por alguien más capaz, habría sido un desmadre. Un ligero detallito no alcanza para arruinar una de la obras cumbre en su estilo. Lo que decía, el último gran debut del thrash metal.

5. Metal Church - Blessing in Disguise (Elektra)

Entre 1986 y 1989, Metal Church casi vivieron un cataclismo. No sólo perdieron al carismático vocalista de sus dos primeros LP's, David Wayne, sino que vieron como su líder y fundador desaparecía de la primera plana para pasar a colaborar con la banda desde la sombra. Afortunadamente, su talento compositivo seguía ahí y tuvo el tino de recomendar al impresionante vocalista de una banda que había producido sólo un año antes, Mike Howe, ex de Heretic. Siempre me he preguntado si este lapso entre “The Dark" y “Blessing in Disguise" fue el gran culpable de que Metal Church no llegarán aún más lejos y no tengo una respuesta clara. Cierto es que, tras el fichaje con Elektra y el tour del 86 con Metallica, Metal Church parecían disparados hacia la primera fila del heavy metal estadounidense, pero no lo es menos que este álbum de 1989 supuso su mayor éxito comercial. Lo que sí nos demostraron Metal Church en este tremendo discazo, fue un crecimiento musical impresionante. Abandonando un poquito el speed/thrash de “The Dark", se enfocaron hacia temas largos, melódicos, con desarrollos vagamente progresivos y mucha categoría. Elegancia, cierta sofisticación, gran nivel técnico, pegada y, sí, momentos de caña desenfrenada como “Of Unsung Mind", “Cannot Tell a Lie" o “The Spell Can't Be Broken". Sin embargo lo que más resuena de este “Blessing in Disguise", después de tantos años, son esas geniales “Fake Healer", “Anthem to the Stranged", “Badlands”... en las que vemos a una banda madura, segura de sí misma y en verdadero estado de gracia. No tengo claro si es mi álbum favorito en su larga carrera porque siempre he tenido una debilidad particular por “The Dark", pero siempre no me cabe duda de que es lo más grande que grabaron nunca. Pedazo de producción de Terry Date, por cierto.

6. Anthem - Hunting Time (Music for Nations)

No podían faltar a la cita en algún momento mis amigos japoneses… Ya tuve cierta tentación de colar “Bound to Break" en el 87, pero había demasiado nivel allí y aquel no eran tan rematadamente bueno como este. Para el 89, “Hunting Time" hoy en día me parece inapelable, hace algo más de cinco años no eran ni una opción para mí. Lo que son las cosas, son de las bandas que más habré escuchado en el último lustro. Nada, salvo el idioma, los separa de la primera división del heavy metal mundial. La producción de Chris Tsangarides es impresionante (encontraréis aquí alguna de las claves que hicieron del “Painkiller" un disco tan especial sólo un año más tarde), el nivel técnico de la banda es irreprochable y Yukio Morikawa es un vocalista de primerísimo nivel… sólo que canta en japonés. He aquí el único factor que cortó su progresión internacional. Ocho temas, ocho maravillas. La cara B, probablemente, no sea tan brillante como la A, pero es de esas grabaciones que nunca aflojan, que mantienen un pulso constante e inquebrantable durante unos 36 minutos que se hacen muy cortos. La tripleta de arranque es imparable, los tres mandobles, de izquierda y derecha, que son “The Juggler", “Hunting Time" e “Evil Touch" son difíciles de contrarrestar. No los ves venir y te hacen besar la lona. Lo más acojonante, es que Anthem nunca pierden la tensión y se marcan un LP tremendo de principio a fin. Si estos tíos fueran americanos, se habrían hecho muy grandes.

Anthem - Hunting Time

7. Tesla - The Great Radio Controversy (Geffen Records)

Curiosamente, Tesla son uno de los pocos casos en los que una banda se durmió después de un debut exitoso y que no acusó su temporal desaparición del panorama. Fue salir este “The Great Radio Controversy" y convertirse en uno de los discos del año... y argumentos no le faltaban. Lo primero que salta a la vista es ese pedazo de producción del tándem Thompson/Barbiero... ¡Joder, como suena este LP! Mira que el estilo de esta banda es clasicote, inspirado por el blues y el hard de los 70, pero esto deja en auténtico ridículo a la inmensa mayoría de bandas de heavy metal de su época. Ponte esto al lado de un “...And Justice de for All" y admira la lección que le dan estos dos al idiota de Ulrich que no les dejó hacer su trabajo en el controvertido álbum blanco de Metallica. No obstante, una gran producción no se basta para sostener un álbum de esta manera y lo que sobran aquí son las buenas canciones. Hasta trece y no es que sea yo muy amigo de los discos largos, pero esta vez da igual, son todas buenas... a ver por dónde metes la tijera. Desde “Hang Tough" hasta “Party's Over" tienes trece temazos, a cada cual mejor, y con una sensación de cierre del círculo maravillosa, esa “Party's Over" no podría ser más adecuada para terminar el álbum. Muchos son los puntos fuertes de este LP, pero el trabajo de Fran Hannon y Tommy Skeoch se lleva la palma. No son un equipo particularmente conocido, pero tenían una química asombrosa. Uno de los mejores álbumes del hard rock americano de los 80.

8. Running Wild - Death or Glory (EMI Noise)

Running Wild llegaron a finales de la década como una moto (o como un barco pirata) y enganchan una terna de discos cojonudos, cada uno mejor que el anterior. Desde “Under Jolly Roger” muy pocos les podían toser en el heavy metal europeo. Por tercer álbum consecutivo (casi) con la misma tripulación, habían alcanzado velocidad de crucero y cuajaron, muy posiblemente, su trabajo más completo. Como ya os comenté en el 88, Running Wild no eran una banda (de aquella todavía no eran la pachanga de Rolf) de grandes individualidades. Sus virtudes se basaban en la solidez del conjunto, en una interpretaciones impecables y en la fuerza de sus composiciones. Sin una sola fisura, cuidando cada detalle, cada melodía, imparables como un carro de combate germano, pero con ese valor añadido que les otorgaba su singular temática y el aroma marinero de sus canciones. Una banda que, mientras a ojos de algunos resulta bastante discreta, a otros nos parece única y, durante muchos años, infalible. Hasta 1998 fueron toda una garantía de fiabilidad y no se puede fallar con ninguno de sus diez primeros trabajos, que se dice pronto. De todas formas, si en algún momento grabaron algo que de verdad destaque sobre todo lo demás, fue en este 1989 con este fantástico “Death or Glory".

9. Black Sabbath - Headless Cross (I.R.S. Records)

Aún recuerdo como, hace cosa de 15 años, Dopi de Machetazo me soltó un “bah, esos no son Black Sabbath” tras pinchar “The Shining” (del “Eternal Idol") en un garito de Vigo tras un bolo de su banda... La verdad es que me importa un cojón y parte del otro si a esto lo llamáis Black Sabbath, Iommi and Friends o Mojinos Escozíos, los LP’s de Sabbath con Tony Martin al frente (exceptuando el lamentable “Forbidden”), son la hostia. ¿Cuántas posibilidades hay de que un álbum juntando a Tony Iommi y Cozy Powell sea malo? Bueno, “Forbidden” lo era y tenían casi la misma formación, pero los otros cuatro de esta etapa son realmente cojonudos... y, como discos de Black Sabbath, pues también. Esta es una de mis barrabasadas habituales, pero me quedo con este antes que con cualquiera de los de Ozzy. A ver, que soy consciente de que no tiene ni un ápice de su importancia histórica, joder, pero a mí esta mierda me encanta. Suena masivo, Iommi sacude los cimientos de tu casa con cada riffaco que sale de su SG, Powell marca el paso con la autoridad que le es innata y Martin... este hombre cantaba de putísima madre, colegas. Su voz era una auténtica maravilla en aquella época, pura fuerza y clase... En pocos años estaría frito, pero en estos cuatro LP's (siempre omito “Forbidden", como veis) sonaba de maravilla y encajaba a la perfección en este grandioso heavy metal épico y melódico de aquellos Sabbath de finales de los 80. Serán o no serán Black Sabbath... ¿A quién cojones le importa?

10. Loudness - Soldier of Fortune (ATCO Records)

Otros japos para el saco. Dudé mucho este último puesto, pero no me parecía justo terminar la década olvidándonos de Loudness y no reconocer uno de los mejores álbumes de heavy metal melódico que se han grabado. Otros cuya identidad se puso en este momento en entredicho, me importa tan poco como en el caso de Black Sabbath. Que si perdieron su personalidad sin Minoru Niihara, que si sonaban ya demasiado americanizados, que si habían perdido su garra inicial... “Soldier of Fortune" es una maravilla, tiene un gustazo tremendo y cada tema es un puto himno de heavy metal. Cada estribillo se te va a grabar a fuego y cada solo de Akira Takasaki mandará tu mandíbula al suelo. ¿Es el álbum que menos suena a Loudness? Nos ha jodido, pero Mike Vescera (Obssession) canta como los ángeles. La producción de Max Norman es fantástica y las interpretaciones de los tres músicos (Takasaki, Yamashita e Higuchi) totalmente estelares. ¡Cómo tocan estos tíos! Un caso muy similar al de Anthem, el nivel instrumental de estas bandas japonesas es verdaderamente insultante y Loudness fueron los líderes indiscutibles de su escena durante los 80. Quizás otros pueden ser sus álbumes más representativos, pero a mí este es el que más me gusta de todos y el primero al que recurro. ¡Una verdadera joyita!

Y, como siempre me he dejado fuera la de Dios: Coroner, Morbid Angel, Sodom, Kreator, Testament, Pestilence, Savatage, Obituary, Sabbat, Sepultura... Parece que 1989 no era para tanto, pero fue otro año en el que salió mucho y muy bueno. El death metal se iba abriendo paso a empujones, sin embargo, ninguno de ellos se coló entre mis favoritos del en esta ocasión. Es curioso, aún siendo un año tardío y con tanta tralla de la buena, me encuentro haciendo un top bastante melódico y clásico. Cosas de la vida, las bandas llegaban bien rodadas y ya maduras a estas alturas y yo siento cierta debilidad por estos álbumes de heavy metal bien tocado y de grandes producciones. Esto ha sido todo por mi parte, ahora, como siempre, es vuestro turno.