2. The Axeman
3. Last Rites
4. Dragon’s Breath
5. Be My Wench
6. Battle Cry
7. Die By The Blade
8. Prince Of Darkness
9. Bring Out The Beast
10. In The Arena
Esta portada tan cutrona encierra una de las primeras joyas épico métalicas del universo heavy. Promete sangre, lucha y muerte, y es lo que vamos a encontrar. La hueste de Omen no puede defraudar a los sedientos de batallas y fantasía, los acólitos del heavy clásico de los primeros 80 se pueden dar un festín como los cuervos tras el combate.
Hubo un tiempo en que la épica en
el heavy salía a cuenta gotas hasta que un puñado de bandas decidieron tomar la
espada, el caballo y cantar a la guerra. En Estados Unidos los pioneros en la
batalla sangrienta del metal comenzaron a principios de los 80 tomando las
armas que habían hecho bandas británicas como Black Sabbath, Saxon, Iron Maiden o Judas Priest pero dotando a
su propuesta de más agresividad y de discos repletos de fantasía,
batallas, dragones y sangre chorreante. Entre estos guerreros épicos podemos
contar a Manilla Road, Cirith Ungol, Jag Panzer, Armored Saint,
Brocas Helm, Manowar o Savage Grace y
a los que rescato en esta reseña: Omen
de la soleada California.
El guitarrista Kenny Powell dio
sus primeros pasos en Savage Grace y
grabó en 1983 el EP “The Dominatress” con ellos. Steve Wittig a los parches,
otro ex Savage Grace, también se unió a las filas de los nuevos Omen. Para
completar la formación, dos luchadores que siguieron esa sed de sangre y
batalla, J.D. Kimball a la voz y Jody Henry al bajo.
“Battle Cry” fue el debut de Omen en 1984, siguieron las enseñanzas
de una madre de nutriría a huestes innumerables, o más bien debería decir una
doncella. Sí, un año antes unos tipos llamados Iron Maiden sacaron “Piece
of Mind” y anteriormente “The Number
Of The Beast”, aquí hay un tufo tremendo a aquello pero yendo al grano
épico y a la batalla, sin esos pasajes guitarrísticos tan típicos y magníficos
de la Doncella, pero temas como “The Trooper”, “Invaders” o “Run To The Hills”
alimentaron a estos cachorros de la épica y lo integraron en su ADN. En menor
medida, otros guerreros de Kansas, Manilla
Road, llevaban un puñado de años en la refriega y una de sus joyas apareció
en el 83, “Crystal Logic”, ambientación
épica y temática inspiradora. Pero nuestros Omen de California le echan un par
de testículos como no podía ser otra en unos guerreros mal nacidos, pero sin
olvidar las melodías. No me quiero anticipar porque en este plástico no hay
desperdicio y tiene el valor de salir cuando esto del power de espadas estaba
en pañales.
La primera descarga es una
directa “Death Rider” que en sus
apenas tres minutos y medio deja a las claras que son hijos bastardos de La
Doncella de Hierro y que han venido aquí a cantarnos sin descanso que el mundo
es violento y malvado. Es el acero medieval y terrorífico. Riff de presentación
de Powell y a la carrera con una base rítmica de Wittig y Henry que no se va a
detener ante nada ni nadie. La voz de Kimball se rasga sobre las melodías,
canta a un mundo desolado, donde hay fuerzas oscuras. Su expresividad, a veces
ruda y otras, amansada, transmite desazón, violencia y a veces melancolía,
habla de lo salvaje, de la magia ancestral, de la guerra impune, de la ley del
hacha y la espada. La característica del sonido Omen esta aquí, la voz varonil
y rasgada de Kimball, las guitarras maidanescas de Powell y esa batería
inquieta y nerviosa de Wittig.
Con voz narradora nos presentan “The Axeman”, una pequeña historia algo
más desarrollada que “Death Rider”, trabajando y repitiendo un estribillo con
gancho para disfrutarlo en directo o en casa (como guste el guerrero):
Bow down to the axeman
Hooded figure of mortal fear
Bow down to the axeman
Sun is rising, time is near.
Un ejemplo de que menos es más y
directos al meollo de sus fantasías de reyes y verdugos podían clavar su acero
en un corazón de metal, y no es que fueran muy populares pero se ganaron el
afecto de un público fiel y “The Axeman”
es un clásico en sus conciertos hasta hoy día, donde solo se mantiene la raíz
de esta formación Kenny Powell.
Mi favorita es “Last Rites” con un despliegue
abrumador desde el comienzo, esa velocidad desbocada y esa melodía evocadora.
Con una temática similar al “Hallowed Be
Thy Name”, verdugos y esperas ante el cadalso, sin el estilo pomposo y
magno de los Maiden pero de los que saben pelear en las callejuelas. Un gran
tema de una banda pequeña. Con similitudes al power parido al otro lado del
Atlántico, en grupos como Running Wild
o Grave Digger que debutaron también
en 1984, adictos a la velocidad y dispuestos a llevar el sonido del heavy metal
clásico unos pasos más allá y especializarlo en alguna temática.
Sin dejar de aporrear el bombo y
luciendo el estandarte orgulloso, Omen despliegan sus anhelos de fantasía
medieval en “Dragon’s Breath”, un
Kimball esforzándose por darnos todo lo que tiene en las cuerdas vocales en los
escasos tres minutos de canción. Un ejercicio de power concentrado al máximo
que resulta muy efectivo. Sin adornos y sin más envolturas que un riff
clasicote con el que cubrirse.
Llegó la moza del placer. Tema
calenturiento este “Be My Wench”
aunque sin llegar a ser soez, se mantiene en verderón. Pasa rápido, a la
carrera, mantiene el disco en movimiento pero pidiendo a gritos que comience la
cara B.
“Battle Cry” arranca con distorsión y promesas de poder. Y cumple
las expectativas, la energía del acero nos invade, un estribillo para corear al
puro estilo Manowar y desgañitarse
con ese “battle crrryyy” final donde
Kimball se desgarra. Un himno infaltable para Omen que cumple sus premisas: sangre,
velocidad, acero afilado y tajos mortales.
Como un complemento al tema
anterior, “Die By The Blade”, vivir
y morir por la espada reza su letra y me atrevería a decir vivir y morir por el
heavy metal. ¡Pero qué grandes eran Iron
Maiden! Seguimos con sus hijos Omen, perros de la guerra, dando mandobles a
diestra y siniestra, en esta ocasión más por el lado oscuro. Sin descanso y sin
remedio.
La cara B de este plástico es una
cabalgada de sangre y acero de puro placer, no podemos parar, ni respirar, “Prince Of Darkness” nos llevará a un
amanecer carmesí pero si nos detenemos arderemos en el infierno, ¡qué danza más
alocada esta de la muerte y los muertos!
Que siga la fiesta, “Bring Out The Beast”, el bombo echa
humo, por supuesto es una batería clásica de los primeros 80 sin la pirotecnia
que adquirirían esos artefactos a finales de esa década. Todo es de un sonido
añejo y rudimentario pero deliciosamente heavy. El tema vuelve al verde, con la
mujer que nos saca la bestia que hay en nosotros. Volvemos al tema sexual que
es lo único que me chirría en este plástico.
Para dejar las espadas en alto,
se marcan un final apoteósico con “In
The Arena” desde su inicio acústico hasta alzarse eléctricos y dándolo todo,
otro hachazo certero, en la última hora, estos cuatro gladiadores quieren
cantar a la lucha, a la sangre que riega la arena. ¡Luchadores hasta el final!
“Battle Cry” es una propuesta sangrienta, juvenil y épica cuando
las hordas de Conan estaban alzándose en el heavy metal. Es un disco directo,
descarado, sustentado con tres o cuatro riffs certeros de Powell por tema,
secundados por una base rítmica incansable, obstinada, donde destaca Wittig y
por encima la voz esforzada y expresiva de Kimball (que Crom lo tenga en su
gloria), todo más que suficiente para saciar a los guerreros del metal. Un
notable alto para un magnífico debut.
¡Qué discazo, Burn! En mi caso, he recurrido con más frecuencia a The Curse, más que a ningún otro álbum de Omen (creo que Teeth of the Hydra es la gran culpable), pero cualquiera de esta trilogía inicial es un básico inevitable del metal americano. La influencia de Conan en el heavy metal es brutal, tío. Siempre tuve la teoría de que la imagen y letras de estas bandas de heavy metal de principios/mediados era 50% Mad Max, 50% Conan. Luego, en función de la banda, se alteraba la proporción hacia un lado o hacia el otro. Resulta curioso observar como hay ciertos hitos cinematográficos que tienen un impacto clave en la historia del heavy metal. Igual hay tema ahí para un futuro reportaje... lo iré madurando. Obviamente, estos tíos debían ser muy peliculeros... no creo yo que su nombre sea una mera coincidencia con la trilogía de The Omen tan reciente.
ResponderEliminarNo me había quedado con el toque guarrete de alguno de los temas. Claro está, nunca me leí las letras, eso era típico de mi adolescencia y a Omen me lie algo más tarde. Luego le darían rienda suelta en el inefable Escape to Nowhere con Coburn Pharr. Aunque, si lo pensamos bien, todo el universo Conan tenía un punto erótico-festivo bastante acusado...
En definitiva, que hoy ya me lo llevo camino al curro para pegarle un repasito y, como decía "Chuache" en otra de sus célebres cintas: "volveré"... la ocasión lo merece.
Le he pegado un repasito a la discografía ochentera de Omen esta semana y la verdad es que los tres discos con Kimball al frente son tremendamente sólidos, imperturbables. No hay una salida de tono, cada tema tiene pegada, está bien tratado y construido para cantar puño en alto y melena al viento. Así me gusta mi heavy metal, a veces sencillo, pero poderoso. Ahora, he vuelto a darle una oportunidad a Escape to Nowhere convencido de que algo había y que podía rescatarlo en los Malditos. Al final, está Coburn Pharr, que es un buen vocalista, y produce y compone Paul O'Neill, el genio detrás del cambio de Savatage... lamento decir que no, a ese no lo salvo ni yo. Pensaba que ahora, con el oído más hecho a propuestas comerciales, le encontraría su encanto, cosa que me ha ocurrido en otras ocasiones. No ha sido este el caso. Con Omen me quedo con los tres de Kimball...
ResponderEliminarEl trio "Battle Cry", "Warning of Danger" y "The Curse" no falla, luego el "Escape of Nowhere" es algo muy distinto. No hay quien lo salve, no solo es el estilo, es que las canciones... No se qué pasó con Kimball y por qué no siguió dando guerra. Una lástima no dejara más discos grabados.
EliminarY sobre la influencia del cine es total en todas las bandas, de todos los estilos. También los comics pero principal las películas. Conan, Mad Max...de terror, ciencia ficción, fantasía. Hay un campo amplio para un reportaje por ahí.
Sí, tío. Recuerdo cuando me compré los CD's de Omen a finales de los 90, escuché también el Escape to Nowhere y me pareció un espanto. No sé, tenía la esperanza de que ahora, con la mente un poco más abierta y después de mucho hard rock a mis espaldas, lo podría ver con otros ojos. De hecho, me ha pasado con bastantes discos, pero no con Escape to Nowhere. Joder, el productor el Paul O'Neill y el vocalista Coburn Pharr, que me flipa en Never, Neverland, pero la mezcla no cuaja. Pensaba que podría encontrar algo de hard/heavy de calidad, independientemente del cambio de estilo. Con otras bandas fue algo que funcionó, pero es un álbum bastante desastroso. Sin alma, sin ritmo, perezoso, sin gancho... No merece la pena recuperarlo por un par de temas pasables.
EliminarUn placer leer tu reseña y bien explicado el contexto de esta lugar fascinante que tanto atrapa del heavy metal.
ResponderEliminarEs música espesa que arrastra y atrapa en su quehacer. Me gusta estas bandas, son discos que crecen con sus escuchas para aquel que le gusta el estilo. Me parecen sonidos honestos y bien trabajados de lugares conquistados por el estilo.
Lo que muestra también es el pasado esplendoroso del estilo ya que nos traes un disco del 84. Estos álbumes que nos hace sentirnos orgullosos y que no nos aleja del heavy.
Me gustaría encontrarme con cosas así en los lugares que visito a comprar música pero imposible por eso tengo tan de lado el heavy metal y recurro a los discos que con los años me parecen imprescindibles en mi haber.
Un saludo Burnrain. Y lo sigo escuchando por la red...
Esta banda se han criado como yo, escuchando mucho el Killers de Maiden y también suena bastante el debut. Que bueno que haya hecho tan buenas escuelas los discos esenciales del genero.
EliminarGustav me alegro que esta propuesta sea de tu agrado. Siempre espero que lo que nos mueve y traemos por aquí, guste a la peña que se deja caer por el Digital Dictator.
ResponderEliminarPues tienen tres discos muy majos los Omen, además de este "Battle Cry", el siguiente "Warning of Danger" y "The Curse". La influencia de los primeros Iron Maiden es clara y supieron darle su punto, tampoco sin meterse en florituras innecesarias.
Dejo por aquí un directo de la banda de 1984 tocando los temas de este Battle Cry:
https://www.youtube.com/watch?v=UZ7b3ahPmik&t=173s
No es una grabación de buena calidad pero permite ver el rollo que tenían en el escenario.
Saludos compañero.
Que pasada Burnrain en aquel año 84 la cantidad de cabezas que hay allí abajo. Eran 4 y no hacía falta más, tampoco no hacía ser un fenómeno solo un máquina del heavy metal. La puesta en escena solo imaginarlo con aquella edad debería ser inolvidable. Es sorprendentes las formas que vienen del rock duro y la visión de un género que se ha vuelto solo recordarlo en épico. Lo que hoy se cree que puede mantenerlo no tiene nada que ver con esta lucha por hacerse.
ResponderEliminarYo lo siento pero ha pasado un momento irrepetible y otra vez lo vuelvo a comprobar con este vídeo.
Un saludo.
Puño arriba y Melena al aire. Mejor no se puede decir. Hemos hablado de que el Heavy Metal de Inglaterra dejo de aportar entre el 83 y el 84, tuvo su estancamiento. Los grandes comenzaban su “acomodo” al mercado Norteamericano, principal responsable de amansar el León Ingles. Bandas grandes y no muy grandes empezaron a emigrar, en busca del oro, de la tierra prometida. Algunos lo consiguieron, otros murieron en el intento. Pero, la juventud gringa, la metalera, no se iba a quedar de brazos cruzados y así llego el Heavy-Power USA, como su primer aporte al Metal Clásico, es decir más velocidad, mas potencia, a centrarse en temáticas especificas, a poner un sello, la primera renovación de nuestro querido metal, la escuela de las Islas Británicas llevada un paso mas allá, sin llegar todavía al metal extremo, que pronto daría su primer paso. Omen es un claro ejemplo. Escuela Maiden, que como bien dices Burn, sin el refinamiento y la pomposidad que los caracterizaba, ni mejor ni peor, diferente. Escucho Die by the Sword, Last Rites, Bring out the Beast y espero que la voz de Paul Di´Anno aparezca ya que Kimball tiene su fraseo, ojo no su color de voz, pero utiliza las líneas vocales del malogrado cantante. Estos muchachos, se comieron los 4 primeros discos de la Doncella, los vomitaron, y ya venía con el elemento épico, bien plantado. El inicio trepidante con Death Rider, lo deja todo claro y el cierre con In the Arena, deja claro que estos californianos no andaban con chiquitas. Podemos decir que Omen es digno de levantar el Martillo de Thor.
ResponderEliminarGracias Burn por el aporte, si así llueve, que no escampe.
Un Saludo
GUSTAV: me alegra verte por aquí y como siempre, un placer leerte. Un abrazo.
Un placer leerte a ti porque tus palabras son ley y con la aportación de Burn y ahora la tuya voy aprendiendo sobre lo que ha sido esta música. Joyas del pasado que hoy salen a la superficie. Es que se nota bastante que están los Maiden de Paul. Mucho mucho mucho.
EliminarUn placer cuando alguien como tú tiene tan integrada esta música y sabe ver ecos del pasado. Eso se valora y se disfruta, tanto tú como nosotros que te leemos. Así como aquellos Maiden se nota que fueron vital de necesidad aquellos Priest de sus dos discos debut, yo ya me voy atrever a decir los dos discos debut.
Un abrazo y que te vuelva a encontrar en reseñas de este tipo que son las que se aprecia.
Lo único que me quejo que estos son los discos de heavy rock o heavy metal que me gustaría tener y que son imposibles encontrar por estos lares. Trabajos así te renuevan la ilusión por este genero y no te hace pasar de él.
ResponderEliminarBueno, este es el único que me falta de los tres primeros con Kimball a las voces (lo tengo en CD, igualmente), pero los otros dos me los pillé en alguna tienda de Vigo, Gustav. Honky Tonk, creo recordar. También es cierto que me los compré a principios de los 2000, en aquella época en la que el vinilo estaba desahuciado y no era difícil hacerse por cosas de este tipo por unos pocos euros. Hoy en día ya es otro cantar, pero reediciones en CD no creo que sean difíciles de encontrar.
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