M.A.R.S. - Project: Driver (1986 Shrapnel Records)

1. Nations on Fire (2:52)
2. Writings on the Wall (3:01)
3. Stand Up and Fight (3:48)
4. Nostradamus (6:15)
5. Unknown Survivor (3:38)
6. Fantasy (3:30)
7. Slave to My Touch (3:35)
8. I Can See It in You Eyes (4:31)
9. You and I (3:55)

Ni esta historia de los "supergrupos" es algo nuevo, ni fueron Frontiers los primeros en ponerla en funcionamiento. Para nada. Ya en los 70 aparecieron numerosas combinaciones de músicos que habían destacado, bien en solitario, bien en alguna otra banda, que ponían sus talentos al servicio de un objetivo común. Durante los años 80, un empresario (por llamarlo de alguna manera) musical, hizo de esta maniobra una práctica habitual y, me perdonaréis, con bastante mejor gusto que la “churrería" transalpina de los inefables Serafino Perugino y Alessandro del Vecchio, el señor Mike Varney. Su primer experimento combinó los talentos de un jovencísimo sueco que atendía al nombre de Lars Johan Yngve Lannerbäck junto a los de un ya veterano escocés que acababa de alcanzar notoriedad a sus treinta y tantos junto a Ritchie Blackmore y Michael Schenker. Viendo los frutos que habían cosechado aquellos Alcatrazz, Varney siguió tejiendo hilos y repitió la operación con los artistas que tenía de mano en más de una ocasión para regocijo de aquellos que, como yo, nos despelotamos con esta hábil combinación de técnica, melodía, potencia y caspa ochentera. En esta ocasión, nada menos que Tommy Aldridge y Rudy Sarzo (una base rítmica que nos ha dado muchas alegrías a lo largo de los últimos 40 años) después de su aventura junto a Ozzy Osbourne y aquella “delicatessen” de Hear ‘n Aid, unían sus fuerzas a dos prodigios emergentes, Tony MacAlpine y Rob Rock, para el primer y único álbum de esta maquinaria imparable de hacer buen heavy metal, M.A.R.S. Banda efímera a la que más tarde daría cierta continuidad espiritual el propio Rob Rock con sus Driver de la mano de Roy Z... Ya veis que son mancos todos los que he citado en este párrafo introductorio. 

Con esta gente aquí metida, no cabe esperar menos que heavy metal de altos vuelos y eso es precisamente lo que nos van a dar, por mucho de que haya gente a la que este proyecto no le llegue a convencer, cosa que no alcanzo a explicarme. ¿En qué momento este “supergrupo" no funciona? Yo no consigo verlo y esa apabullante “Nations of Fire" no hace más que ponerlo en evidencia. Entra a todo trapo con un Aldridge imperial (cómo si no), MacAlpine desgranando unos riffs afiladísimos y Rock destapando el tarro de las esencias con su privilegiada garganta. Lo que tiene ser un devoto (y sanote) cristiano. Por desgracia, de Sarzo, enterrado en una producción típicamente ochentera (de las mejores de Steve Fontano, eso sí), no podremos esperar en esta ocasión mucho más que el minucioso acompañamiento rítmico de turno, que sabe a poco teniendo en cuenta de lo que realmente es capaz. Aldridge se despacha a gusto en cambio, seguramente con la interpretación más agresiva de toda su carrera. El tío arrea estopa sin compasión en más de una por aquí. Impresionante demostración de poder que va mucho más allá de los límites del heavy metal convencional para meterse de lleno en el emergente power metal americano. Que es 1986, ojo al dato, y esta historia aún estaba en pañales. 

“Writings on the Wall" baja un poquito el ritmo con un riffeo muy a lo Racer X, asociación que haréis a menudo, aunque, con la pegada de Aldridge, la agresividad de MacAlpine y los berridos de Rock, no os vais a quitar esa sensación de potencia que transmite todo el LP. En “Stand Up and Fight" y “Nostradamus", MacAlpine demuestra que es tan buen teclista como guitarrista con esa influencias neoclásicas tan marcadas. La primera es otro trallazo de power metal que me vuelve loco y la segunda tira de épica en el tema más largo y lento de todo el álbum, con algo menos de acierto esta vez. No me parece que sea este el punto fuerte del combo, por mucho que esté lejos de ser mala. Una pena que termine así la cara A, pero supongo que había que darle un momento de respiro a la “abuela” Aldridge, que ya tenía una edad a esas alturas (36 castañas que se gastaba ya).

Para desechar cualquier sombra de derrota, arranca triunfante “Unknown Survivor" la cara B con otra demostración de potencia insultante. Aldridge se sale en las rápidas y, aunque todavía no lo he comentado, el nivel de los solos de MacAlpine es un puto desmadre. Este tío está entre los mejores guitarristas de su generación, sin la más mínima sombra duda. El riffeo de “Fantasy" recuerda a los Judas de mediados de los 80 y el estribillo hace guiños al hard más melódico, muy en la línea de Racer X y de lo que escucharemos a Rob Rock en años venideros con esa mezcla entre heavy metal potente y estribillos comerciales.

Ahora llega la niña de mis ojos. No os podéis imaginar cómo me flipa “Slave to My Touch", hasta el punto de que era una obligatoria en mis noches de “DJ" hace algo más de una década. Esa entrada con el solo melódico de MacAlpine me pone los pelos de punta, el riffeo es sencillo, pero supermotivador y las líneas vocales de Rock una maravilla. Llegado el estribillo caigo rendido ante unos de mis temas favoritos “no habituales" de los 80. ¿Y sabéis qué? Repiten el truco en la siguiente “I Can't See it in Your Eyes" y se me vuelven a caer los gayumbos al suelo al escuchar la entrada de la guitarra de Tony. El estribillo es otra pasada y los coros del resto de la banda, obvios, pero la mar de efectivos. Dos temazos del copón para enganchar una cara B para enmarcar hasta la llegada de la baladita de turno, “You and I", que tampoco está mal, pero se me hace algo típica y un pelín empalagosilla. Es cosa mía, que no soy de baladas y es raro que alguna me llegue verdaderamente a conmover... para eso están Skid Row y Y&T. Siento que hayan terminado así el álbum. Yo la habría metido entre “Slave to My Touch" y “I Can't See it in Your Eyes", aunque son esas manías mías de talante inconformista que siempre le saca defectos a todo, por mucho que algo me guste.

Este tipo de aventuras están condenadas a durar poco y, en menos de un año, llamaba David Coverdale a la puerta de Sarzo y Aldridge para remodelar sus entonces exitosos Whitesnake. Lo normal es que por músicos como estos haya casi bofetadas y se pasen toda su vida de un lado a otro prestando sus aptitudes. Tony MacAlpine proseguiría su carrera en solitario con “Maximum Security" y Rock le pondría voz al EP de debut de Impelitteri, primero, y después a una interminable lista entre la que encontramos, por orden cronológico, a Joshua, Angelica, Driver, Axel Rudi Pell, Warrior y un larguísimo etcétera. Entre mis favoritos de esa lista (me gustan mucho muchos de ellos y no poco, precisamente) estará siempre este “Project: Driver" que, encima, cuenta con la participación de mis queridos Mike Varney, Steve Fontano y Guy Aitchinson, de los que ya os hablé en la reseña de Vicious Rumors. Por todo esto y por lo ya comentado en otras ocasiones, os podéis imaginar que este LP (porque es el formato en el que se debe disfrutar) me gusta de cojones. Un discazo, en mi no tan modesta opinión. 

8,5/10