Dicen que aquello que más cuesta es lo que está destinado a pervivir con más fuerza y, aunque no pueda decir que sea una verdad absoluta, algo de cierto sí que tiene. Por supuesto, en mis casi 35 años de heavy metal, he tenido muchos amores a primera escucha, pero también ha habido montañas que me costó una barbaridad escalar y que al final acabaron suponiendo una recompensa inolvidable. Hablando en estos términos, siempre se me viene a la memoria la cara de tonto que se me quedó cuando escuché por primera vez un ya entonces aclamado “De Mysteriis Dom. Sathanas", un álbum áspero como pocos con aquel sonido tan denso y aquellos agónicos alaridos de Attila que no tenían comparativa posible en la escena de mediados de los 90. En cambio, se trata de uno de esos discos que nunca me cansaré de escuchar y que se quedará conmigo hasta el fin de los días. A eso es precisamente a lo que me refiero. Hay cosas que bajan muy fácil, que de entrada parecen muy interesantes, pero que en pocos días o semanas has dejado atrás. Por otro lado, hay retos que resulta difícil superar, que requieren meses de paciencia, en los que muchas veces estás a punto de tirar la toalla o incluso lo llegas a hacer, pero que un día hacen click y nunca más te abandonan... Aquí, ahora, me acuerdo también de “Operation: Mindcrime", otro desafío valioso como pocos. No puedo decir que esto sea ya algo que me ocurre con frecuencia, en buena medida porque tengo mucha más cintura de la que tenía hace tres décadas y el oído bastante curtido a base de machacarlo con ruido, pero este “Sister" de los suecos In Solitude fue uno que me costó de cojones en su día... aún más que su predecesor, “The World. The Flesh. The Devil", que ya había sido un hueso duro de roer. Sin embargo, es hoy el día en el que los cuento a ambos entre mis favoritos indiscutibles del heavy metal del último cuarto de siglo. Cosa que, paradójicamente, ya no me ocurre con el debut de la banda, que me gusta, pero ni por asomo tanto como hace 15 años.
La gracia de todo es que, precisamente, “The World. The Flesh. The Devil" fue una pequeña decepción a su salida. Disfrutaba mucho del debut homónimo por aquellos tiempos y el enfoque de su segundo álbum me cogió algo desprevenido. Aún recuerdo un intenso debate con Olof y Joseph de Enforcer tras su bolo en el Martohell de 2011 sobre cuál de los dos trabajos era mejor. Ellos se decantaban por el segundo, yo por el debut... obviamente ellos tenían razón y yo estaba equivocado. Al final me acabé haciendo con él y, como ya conté en el Portal en su momento (y cualquier día rescataré por aquí), hoy me parece un discazo. La cuestión es que, con este “Sister", me volvió a ocurrir lo mismo, aunque esta vez ya estaba sobre aviso. Otra bola curva, otro álbum que desconcertaba, que no entraba a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera... Con una portada más que descriptiva de la oscuridad que albergaba y una producción de Martin “Konie" Ehrencrona (The Oath, Tribulation, Nifelheim, Grave Pleasures, Obliteration, Gehennah, Slægt...) que no hacía mucho por ponernos las cosas fáciles. “Sister" era un álbum que parecía hecho para no gustar y que probablemente dejaba a Brian Slagel con una cara parecida a la que se me había quedado a mí cuando escuché por primera vez la obra maestra de Mayhem... y quizás justamente por eso mismo es tan rematadamente bueno.
Lo mejor que se puede llegar a decir de una banda es que no suenan a nadie y que nadie suena como ellos... así es como creo que consiguieron llegar In Solitude a este tercer y definitivo álbum en su carrera. ¿Por qué se separaron justo después? Nunca lo he llegado a saber realmente, aunque eso es algo para hablar al final de la reseña. Obviamente, estos In Solitude de “Sister" tenían referencias, tampoco es que hubieran inventado la rueda, pero llegado este momento, sí que habían acertado con sonido realmente personal. Para estas alturas, la influencia inicial de Iron Maiden y Mercyful Fate se había ido desdibujando y los cinco chicos de Uppsala empezaban a prestar atención a cosas que cada vez se alejaban más del heavy metal tradicional. Por un lado, la presencia del Glenn Danzig de principios de los 90 cobraba fuerza, sobre todo en las voces de Pelle, pero, por otro, cada vez se podía apreciar con más claridad la sombra de unos The Sisters of Mercy o unos The Cult, muy alargada en canciones como la tremenda “Pallid Hands”.
La paleta de In Solitude se diversificaba aquí exponencialmente y, aunque se podían seguir escuchando evidencias del sonido que les vio nacer, como en una metálica “Horses to the Ground", que suena cerca de los Ghost de “Opus Eponymous" en heavy (el inicio se parece un huevo a “Con clavi con Dio", las cosas como son), muestran ahora un repertorio de recursos muy poco habitual en aquella escena plagada de clones de Accept, Judas Priest y, claro está, Mercyful Fate.
“He Comes” es una intro inquietante, climática, que va madurando al oyente hacia una “Death Knows Where” que desconcierta por su sonido pantanoso. Con el oído mucho más hecho a producciones que buscan brillo, potencia y agresión, llama poderosamente la atención un álbum de heavy metal que va en la dirección opuesta, uno de sus mayores aciertos. Ya la producción de Nicke Andersson en “The World. The Flesh. The Devil" había sido rara de cojones y, en buena medida, responsable de su dificultad de asimilación, pero Martin “Konie” Eherencrona fuerza los límites en una dirección que podemos escuchar con cierta frecuencia en el black metal, ocasionalmente en el death más old school, pero rara vez en el heavy metal. Guitarras con poca distorsión, un bajo muy presente, una batería tremendamente natural, ajena a cualquier tipo de maquinita, y los lamentos melódicos de un Pelle Åhman que cada vez suena más a un cruce entre Glenn Danzig y Enrique Bunbury, aunque sin caer en los histrionismos de ninguno de los dos.
“A Buried Sun” se distancia todavía más de su pasado heavy hundiendo sus raíces en un doom de inspiración gótica y aires de psicodelia. Melodías de guitarra hipnóticas, ritmos de batería parsimoniosos, un bajo que marca el paso con rotundidad y solos realmente vetustos. Me costó verlo de entrada, pero In Solitude daban en el clavo con un sonido diverso, que cabalgaba cómodamente desde el hard rock de los 70 hasta el doom de los 90, pasando por el rock gótico, el post-punk y el heavy metal de los años 80 sin sonar en ningún momento incoherentes o poco cohesionados. Recuerdos a The Sisters of Mercy en esa irresistible “Pallid Hands", heavy metal vintage y doomero en la evocadora “Lavender" y hasta el ritmo de batería bailable de “Sister" con un hiperactivo Uno Bruniusson tras los parches que está genial en todo el LP. Simple, expeditivo, pero demostrando que también se puede componer con mucho gusto desde detrás de una batería. Todo bañado por un manto de niebla y oscuridad que alcanza su máxima expresión en los ocho minutos de una sombría “Inmost Nigredo" que resulta una verdadera tortura auditiva, en el mejor de los sentidos. Al mismo tiempo, Mercyful Fate, The Cure, Iron Maiden, The Sisters of Mercy, Black Sabbath, Fields of the Nephilim, The Cult, The Doors, Angel Witch y Danzig comiendo en una mesa sin llegar a discutir en ningún momento. Parece difícil de creer, pero todos ellos se dan la mano en “Sister” con una armonía pasmosa a través de ocho largas composiciones en las que cada detalle, cada melodía y cada instrumento parece pensado hasta sus últimas consecuencias, sin que esto se llegue a notar del todo y sature por un barroquismo excesivo. No, hasta cierto punto parece algo sencillo, pero dudo que In Solitude dejaran un solo elemento al azar en este, el que, a la postre, acabaría siendo su álbum definitivo.
En otoño de 2014, dos de las bandas de moda unían fuerzas para una gira europea que sería la última para ambas. Desconozco que pasó durante aquellos meses de octubre y noviembre, pero, fuera lo que fuera, se llevó por delante tanto a los de aquella teloneros, Beastmilk, como, lamentablemente, a estos In Solitude que parecían preparados para pegar un salto de gigante hacia algo mucho más grande. Por algún motivo que nunca han llegado a desvelar (sí sabemos que Beastmilk se separaron por un enfrentamiento entre Johan Snell y sus compañeros que derivó en la formación de Grave Pleasures), Pelle, Gottfried, Niklas, Henrik y Uno consideraban que llegaba la hora de poner fin a la banda que habían levantado desde que eran unos simples adolescentes (con 13 y 14 años arrancaban los hermanos Åhman), manteniendo un perfil muy discreto desde entonces. Lo que realmente pasó, sólo ellos lo saben, pero lo que no podemos negarles es que, en un momento determinado, consiguieron ser la banda más excitante del heavy metal del nuevo milenio.
9/10

A mí este es el que más me gusta de ellos. Se apartaron bastante de Mercyful Fate para amigarse con Danzig y The Cult. Lo extraordinario es que supieron conservar el filo y buena parte de la influencia NWOBHM. La verdad es que me mola más que lo que hacían antes. Creo que el 9 que le has puesto le hace bastante justicia a este 'Sister', porque es un disco redondo-redondo. Lo único que puede achacársele es no tener un temazo brutal como lo es 'Serpents are Rising' de su álbum anterior, aunque a lo mejor eso hubiera jugado en detrimento de la atmósfera general que exhala el conjunto. En cualquier caso, una pena que se separaran. Estoy seguro de que hubieran seguido innovando y sacando buen material (¡cuánto talento había en los guitarrazos de esta gente, por dios!).
ResponderEliminarP.D: ¿Cómo que la producción no pone las cosas fáciles? Yo creo que dieron en el clavo, en la primera escucha ya me sonaban como un cohete (tanto en este 'Sister' como en el 'The World...').
Hombre, pues estoy convencido de que la producción no pone las cosas fáciles. Es un sonido denso, opaco, opresivo, que va en la dirección opuesta a lo que es habitual en el heavy metal actual. Es un poco lo del LP de The Oath, grabado por el mismo tío, por cierto, ambos se alejan deliberadamente del típico sonido limpio y potente que estamos acostumbrados a escuchar en estos tiempos post-Andy Sneap porque es lo que les pide la música. En cierto sentido, me recuerda a los primeros álbumes de Fields of the Nephilim, que tampoco suenan como la mayoría de sus contemporáneos. La cuestión es que, estos parámetros técnicos encajan a la perfección con las sensaciones que quieren transmitir In Solitude. Es perfecto para la música, pero no es comercial, a esto me refería con que no pone las cosas fáciles. Mismamente, Operation: Mindcrime hace algo similar. Recuerdo leer una entrevista hace años a Peter Collins en la que decía que había huido deliberadamente del sonido de moda a finales de los 80 porque buscaba hacer un álbum atemporal, que se elevara por encima de modas transitorias... y vaya si lo consiguió.
EliminarLo que son las cosas, que precisamente ahora estaba escuchando el adelanto de Mayhem para su próximo disco y la verdad es que lo he encontrado muy "De Mysteriis...", vamos, que de momento me ha gustado bastante.
ResponderEliminarA mí en particular, hubo discos en su momento que a día de hoy son infaltables peroi que en su momento tardaron incluso años en que me entraran. Es como si un día en concreto se alinean los planetas y el universo te envía la señal de que ha llegado el momento en que un Operation Mindcrime, un In The Nightside Eclipse o incluso un The Crimson Idol están llamando a la puerta y se les rinda la pleitesía que merecen.
A decir verdad, cuando ya entrado el nuevo milenio hubo aquel revival de Heavy de corte más clásico o de Thrash/Speed, impulsado por los retornos a la senda correcta de Destruction y Kreator, es cierto que caté discos dentro de esta nueva ola pero mi interés hacia ellos era mínimo, por la razón de que la gran mayoría me parecían sucedáneos reciclados del sonido más clásico pero sin el alma de una época que jamás iba a volver.
Es por esa razón que cuando uno llega a una cierta edad o madurez musical ya estás a vueltas de todo. Y que queda por hacer?. Pues volver a empezar el círculo, buceando y navegando en busca de material que en su día se dejó pasar de largo. Y es ahí donde entran Enforcer, Wolf, In Solitude y unos cuantos más. Lo mejor de todo, como ya digo, es que la percepción y el oído en quince años da un giro impensable y no supone un problema meterte en berenjenales como este "Sister" que nos ocupa.
Como ya he comentado varias veces llegué a In Solitude por las evidentes influencias a Mercyful Fate que tenían en sus inicios, pero ojo, que en Sister todavía encuentro yo al fantasma de Diamond en su versión más barítona. Entiendo que pueda llegar a resultar un disco complicado para muchos. Cuenta con una amalgama de estilos bastante amplia en el que conjuga desde heavy tradicional, gothic rock, doom, progresivo y hasta dosis de los primeros Ghost de aquel "Opus Eponymous".
Un disco "dificil" sin duda, pero que a mí me entró a la primera de una manera muy natural, quizá debido a esas melodías hechizantes en el que cada tema sugiere como una parte de un ritual oscuro.
Va por días, pero siendo el más extraño de sus lanzamientos y el menos "estándar" también es el más especial y por tanto, al menos durante el día de hoy, mi preferido de su corta discografía.
Estoy totalmente de acuerdo, Odin, Sister es el álbum menos accesible de In Solitude, pero también consiguieron hacer de él el más especial y el más atemporal de los tres que editaron. No es un trabajo fácil, no. Supone un reto, una escucha atenta y cuidadosa, no es para nada de esos álbumes de digestión rápida, pero precisamente por eso mismo aguanta tan bien el paso del tiempo. Hubo muchos de aquella época, que me gustaron en su día, pero que se me han olvidado por completo. En cambio, hay un puñado de álbumes que, por sus características singulares, sigo escuchando de tanto en cuanto. ¿Quién se acuerda ahora de los White Wizzard, Cauldron, Striker o Skull Fist que pegaron fuerte hace 15 años? Yo, personalmente, poco. En cambio, sigo teniendo presentes discos como este, Diamonds, The Hunt, Lightbringer, Opus Eponymous o Crimen Laesae Majestatis Divinae porque, aún recuperando tradiciones que hasta entonces parecían olvidadas, consiguieron aportar su granito de arena a través de una visión joven que, en la mayoría de los casos, venía de las formas de hacer del black y el death metal. Esos grupos de heavy metal que juegan a ser grandes, como los Wings of Steel estos que traje hace poco, me resultan ridículos, en cambio percibo una autenticidad diferente en estas bandas que adaptan la esencia del underground al heavy metal. Ya dije en su día que habría que ver cuáles de aquellas conseguían pervivir más allá de la primera embestida del revival heavy y aposté por In Solitude como una de ellas. No consiguieron sobrevivir como banda, pero creo que su música sí que ha conseguido trascender.
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