Los 10 del Dictador para... 1996

Pasamos el ecuador de los 90 y nos acercamos al colapso del metal... durante un tiempo, al menos. Si durante la primera mitad de la década asistimos a la disolución del heavy de los 80, conforme se acercaba el cambio del milenio empezamos a tener problemas incluso para agarrarnos a lo que venía de lo extremo. El manantial de creatividad de las bandas de doom, black y death se acabó secando y empezaron a abrazar nuevas tendencias, por decirlo finamente, heterodoxas. De forma paralela, se inició cierta recuperación melódica en la vieja Europa y, aunque de aquella me deje salpicar un poco por aquel abominable power metal, hoy en día no es mucho el cariño que le guardo. En 1996, seguía yo a lo mío y le sacaba todo el jugo posible al underground, dándole un poco la espalda a un heavy metal de capa caída cuyos únicos, y honorables, representantes parecían ser Mercyful Fate.

1. Satyricon - Nemesis Divina (Moonfog Productions)

Este es la hostia. Sinceramente, lo veo como el último clásico definitivo del black metal noruego en salir a la luz. Algunos dirían que fue el “Anthems...” de Emperor, pero yo creo que aquello ya empezaba a ser otra cosa, demasiado sofisticado para ser un álbum de black metal clásico. Este fue EL disco de 1996 y Satyricon la banda que ocupó las portadas... en esto del metal extremo, se entiende. A pesar de estar ahí desde el primer día, sus dos trabajos de 1994, que me gustan, cuidado, se quedaban un poquito por detrás de sus contemporáneos y Satyricon parecían otra de esas bandas condenadas a una digna segunda fila. “Nemesis Divina" lo cambió todo. El contexto les fue propicio y con Emperor, Burzum y Mayhem fuera de circulación y Darkthrone a su puta bola, el camino quedó libre para Satyr y Frost. La tenían a huevo y la hundieron en la portería. Con “Nemesis Divina” se cascaron, casi, la obra definitiva del black metal, la vara de medir para generaciones futuras. La duración era idónea, 42 impolutos minutos; la producción perfecta, tan fría como orgánica, tan cruda como pulcra; y la interpretación excelsa. Satyricon llegaban al cénit de su capacidad musical, pero no prostutían su esencia por el camino. Este delicado equilibrio de virtudes nunca antes se había dado en su obra y nunca  más se volvería a dar. Encima, la portada era cojonuda y hasta con las fotos acertaron, sabiendo distinguirse de la tónica general en el género, pero manteniéndose tan  íntegros como era de esperar. Satyricon dieron en la diana con todo en este “Nemesis Divina” y, en consecuencia, se merece ser distinguido como el mejor álbum de metal de 1996.

2. Sacramentum - Far Away from the Sun (Adipocere Records)

Y si Satyricon dieron en la diana, poco les faltó a Sacramentum. ¿En qué fallaron? Ya lo dije en su día, Adipocere Records no era el sello con más proyección del momento y, desgraciadamente, para ellos, “Far Away from the Sun" tardó casi un año en salir a la calle tras su grabación, con lo que unos tales Dissection los relegaron al mero papel de segundones sin personalidad propia. Injustamente, he de decir. Las cosas como son, “Far Away from the Sun" tiene un aire al “Storm...”, se grabó un par de meses después en los Unisound y luce otra bonita portada de Wåhlin, pero tampoco se parece tanto. Es más, es un álbum mucho más complejo, barroco y recargado. Las composiciones son bastante más retorcidas, la instrumentación más saturada... Gran parte de la genialidad de “Storm...” estriba en su naturaleza más accesible, en hacer aparentemente fácil lo difícil, Sacramentum es que ni se molestan. Se complican la vida cosa buena y ahí está su encanto. No me quiero imaginar la cantidad de cosas que estaba grabando a la vez Dan Swanö y cómo se las apañarían sólo tres fulanos para llevarlas al directo. Una cosa hay que tener clara desde un primer momento, aunque melódico, “Far Away from the Sun" no es una escucha fácil. Es un álbum ambicioso, que busca deslumbrar... y lo logra, con creces. Hay muchos que se pierden en esa maraña de riffs y melodías asincopadas, en su gélida ambientación y su atmósfera distante. Hay que desmadejar esa enrevesada tela de araña para apreciar un álbum como este en toda su dimensión. Te llevará un poquito de esfuerzo, pero, una vez conseguido, es una escucha realmente agradecida. Una vez supe verlo, no hubo vuelta atrás. Sencillamente maravilloso.

3. Katatonia – Brave Murder Day (Avantgarde Music)

De 1994 a 1995 Katatonia estuvieron virtualmente deshechos. Si no recuerdo mal, Renkse y Nyström, poco más que unos adolescentes en aquel momento, tuvieron un lío de faldas y mandaron la banda a la mierda tras su exitoso primer álbum. Jonas se enredó entonces con October Tide y Tearstained, mientras Anders hacía lo propio en Diabolical Masquerade y Bewitched. Se ve que un año de reevaluación fue suficiente porque a finales de 1995 ya habían hecho las paces y estaban preparando material nuevo con un enfoque sensiblemente diferente. Durante aquel lapso de tiempo, tanto Anders como Jonas empezaron a desarrollar cierta fascinación por las bandas de shoegaze, particularmente por la obra de los británicos Slowdive. No sé hasta qué punto tuvo esto una influencia decisiva en su música dado que no soy yo muy seguidor de estas historias (aunque sí reconozco que me hizo cierto chiste su posterior fusión con el black metal hace algo más de una década), pero es cierto que la música de Katatonia cambió en aquel momento. Lejos quedaba cualquier referencia musical al black metal y las composiciones se volvían densas, pesadas y monótonas, hasta un punto de repetición casi obsesiva que inducía a un estado de somnolencia hipnótica. Los riffs se repiten hasta la saciedad, las percusiones resultan simples al extremo y, con todo, se hace imposible desengancharse de él durante sus cíclicos 41 minutos. La se trata de un trabajo de un minimalismo exacerbado que acaba siendo brillante en su aparente sencillez, justo el principio opuesto de lo que proponía Mikael Akerfeldt, invitado de excepción para la ocasión, con sus Opeth por aquel entonces. Circunstancia forzada al haber perdido Jonas Renkse, según cuenta la leyenda, su capalidad para emitir cualquier tipo de sonido gutural, algo que no ensayaría hasta su colaboración con Ayreon años después. A nivel técnico, la cosa también tiene su miga. Dan Swanö asegura sentirse avergonzado del resultado final y, aún así, a este álbum ha dejado un largo reguero de imitadores. Daylight Dies, Rapture, October Tide (estos por un buen motivo), Novembers Doom... son muchos los que han replicado este sonido casi punto por punto. La historia cuenta que algún iluminado envió la copia sin masterizar a fábrica y Avantgarde editó oficialmente en 1996 un producto inacabado. Al CD original, sin duda, le falta un poco de punch, pero no deja de aportarle cierto encanto. Yo, personalmente, me quedo con esta versión antes que con la (re)masterizada de 2006, pero sólo porque soy un poco idiota. Con todos sus defectos y particularidades, otra joyita del metal extremo de los 90... y esa portada medio rosita, me vuelve loco.

4. Borknagar - Borknagar (Malicious Records)

Tampoco es nuevo por aquí este discazo de black metal noruego. Casi más black metal en forma que en fondo, ya sabéis que lo metí entre mis diez favoritos de todos los tiempos en el estilo y eso es mucho decir... En 1995, Oysten Garnes Brun, miembro de los deathmetaleros Molested (la inmensa mayoría de bandas de black metal tienen por ahí sus raíces), alista a varios de sus colegas y arma una de las mejores y más singulares aventuras de aquella generación. Muchos ya conocéis la historia, puesto que aquí se juntan nada menos que Ivar de Enslaved, Infernus de Gorgoroth, Grim de Immortal y Garm de Ulver. Como no podía ser de otra forma, se meten en los Grieghallen con Pytten y sacan esta joyita con la también clásica Malicious Records, hogar de otros afines como Gorgoroth, Kampfar, Aura Noir, Dødheimsgard, Vondur... Century Media no tardaría en echarles el guante, no obstante. “Borknagar", que así se llama la criatura, es una maravilla. Cierto es que no son más que cinco temas como Dios (u Odín en este caso) manda, más otras tantas instrumentales, pero es que la atmósfera que consiguieron en este debut es verdaderamente inigualable. Un álbum furioso, melódico y épico a partes iguales, uno de los trabajos más peculiares de aquella época y, al mismo tiempo, más comprometidos artísticamente. Se trata, indudablemente, de black metal noruego en estado puro, con ese sonido no podría ser otra cosa, pero, al mismo tiempo, consigue sonar mágico y evocador como pocos. Tiene un sentido de la melodía difícilmente comparable a nada salido de aquella cantera y un control instrumental que tampoco abundaba entre sus compañeros de escena. Se trata de un álbum verdaderamente único, emocionante y conmovedor. Han pasado casi 30 años y no me canso de escucharlo, hasta el punto de que se trata de una de mis primeras opciones cada vez que me encuentro de ánimo black. Disco imprescindible dentro de su estilo y no siempre una de las referencias más evidentes a las que se recurre.

5. Vinterland - Welcome My Last Chapter (No Fashion Records)

Ya lo comenté no hace mucho, pero no entiendo cómo se me escapó esto en su momento... Casi desde el primer día que empecé a asociar ciertos nombres con No Fashion Records, me convertí en un ávido devorador de todo lo que llevase estampado su sello... todo aquello que se cruzaba en mi camino por aquel entonces, que no era poco precisamente. Así, obviamente, aquellos Dissection, Dark Funeral, Unanimated, Lord Belial, Katatonia o Mörk Gryning se convirtieron en imprescindibles para mí y hasta le acabé hincando el diente a otros menos obvios como Noctes, Throne of Ahaz, A Canorous Quintet, Ablaze My Sorrow, The Moaning o Decameron, pero de Vinterland, extrañamente, ni palabra. Ni una simple mención en la Grind Zone, en mi tienda de confianza y mucho menos entre mis colegas... como si no existieran. No fue hasta que la catalana Temple of Darkness se ánimo a reeditarlos, ya bien entrado el nuevo siglo, que leí por primera vez su nombre, Vinterland... y casi no podía creerlo. Ahí estaban todas las claves de uno de mis sonidos fetiche: black/death sueco, grabado por Dan Swanö en sus Unisound y editado por No Fashion en 1996... ¿Cómo podía ser? A priori, lo lógico sería esperar algo que no fuera para tanto, más hype que realidad, como me ha ocurrido otras ocasiones en las que me he puesto a reastrear todas y cada una de las grabaciones de tal o cual productor, pero no era el caso. Aquí se cumplían las expectativas generadas, “Welcome My Last Chapter" (“Wings of Sorrow" en un inicio, aunque se le acabó cambiando el título ya que aparecía dicha frasecita en la portada... hay que ser memo si no quieres que te lo encasqueten como título) es un discazo. La producción es buena (igual hasta demasiado), la instrumentación es impecable y las composiciones excelentes. ¿Qué pasó con ellos entonces? Ni puta idea. Desaparecieron acto seguido y nada se volvió a saber hasta la reunión de 2011 a raíz de la reedición de Temple of Darkness. CD bastante cotizado hoy en día, resulta tarea ardua encontrarse una copia que baje de los 50-60€ (yo tuve bastante suerte al hacerme con la mía por algo menos de la mitad). Musicalmente, sí, la referencia más lógica vuelve a ser Dissection, “The Somberlain", concretamente, pero, si sois capaces de mezclar aquello con la tristeza de los primeros Katatonia, os acercaréis bastante. Por supuesto, referencias cercanas serían también unos Sacramentum, aunque más accesibles. Unanimated, pero más black. Dawn, pero más mélancolicos... Por ahí van los tiros, lógicamente. Si te gusta el black sueco con mucha sensibilidad y generosas dosis de melodía, no dejes pasar este álbum, es una de las mayores joyas ocultas (hoy día, con Internet, ya no tanto) de la escena.

6. Edge of Sanity - Crimson (Black Mark Production)

Ya he mencionado por ahí a Opeth, aunque no los he llegado a meter ni en esta lista, ni en la del año anterior. Si lo hubiera hecho, tampoco pasaría nada... Fue una banda con un considerable impacto a mediados de los 90 y su influencia se hizo notar particularmente en el responsable de sus primeras grabaciones, Dan Swanö. Amante del death metal y del rock progresivo a partes iguales, Dan quedó maravillado con la aparente facilidad con la que Opeth combinaban ambos mundos en “Orchid". En consecuencia, armó este “Crimson" a su imagen y semejanza, aunque aportando una visión aún más ambiciosa. Compuesto por un solo tema de, exactamente, 40 minutos, “Crimson" me parece sin duda, la obra musical culminante en la carrera de uno de los personajes clave en el metal extremo de los 90. La cosa tiene algo de truco y el propio Dan reconoce que esta canción se armó a partir de diferentes composiciones, que tranquilamente podrían haber salido a la luz en un álbum convencional, pero el tío es tan bueno, que consiguió cohesionar todo a la perfección. La producción es, casi con toda probabilidad, la mejor que salió de los Unisound y la banda está verdaderamente al tope de sus facultades. Swanö canta mejor que nunca, Benny Larsson está verdaderamente intratable a la percusión, derrochando una técnica y una velocidad que nunca le habíamos escuchado antes, y el trabajo de guitarras es verdaderamente sobresaliente. Diría sin mucho ánimo a equivocarme que “Crimson" es el mejor álbum de algo que podríamos llamar death melódico progresivo. Artísticamente comprometido, variado y musicalmente arrollador. Toda una exhibición de creatividad que no llegó a tener continuidad. En menos de un año, la banda que nunca lo fue del todo, se empezó a desmembrar fruto de las visiones opuestas que tenían, por un lado, Swanö y, por otro, sus compañeros, que quedan patentes en un desenfocado “Infernal". Esto es, realmente, imprescindible para los que gusten del death metal inconformista y visionario.

7. Mercyful Fate - Into the Unknown (Metal Blade Records)

A pesar de que ya sabía de la banda con anterioridad, de que ya le había pegado unas escuchas a “In the Shadows" y “Time" y de que ya era un convencido de King Diamond en solitario, digamos que esta fue mi primera experiencia en tiempo real con Mercyful Fate. Aún con su núcleo duro intacto (Diamond/Shermann/Denner), manteniendo la notable incorporación de Sharlee D’angelo y con la entrada de su viejo colega Bjarne T. Holm, “Into the Unknown" es otra cojonuda entrada dignísima de la carrera de Mercyful Fate. Esta reunión de los 90 se iría desinflando poquito a poco y es cierto que la pérdida de Denner sólo un año después sería dura (mal del todo no lo sustituyeron con Mike Wead), pero “Into the Unknown" me sigue pareciendo un álbum trepidante e irresistible. Probablemente lo más heavy que grabaron nunca, el ritmo es frenético y la producción aplastante... llama la atención lo mal que suena un “The Graveyard" que se grababa sólo un mes más tarde en el mismo estudio y con el mismo productor... Lo cierto es que ahora, vista en perspectiva, esta adaptación del sonido Mercyful Fate a los 90, fue tremendamente efectiva. Consiguieron mejorar sus prestaciones técnicas, mantuvieron en buena medida su esencia diabólica y sus influencias orientales y armaron una colección de trabajos de lo más consistente. No niego que con cada nuevo álbum perdieron un poco de fuelle, pero, con todo, en 1996, en plena debacle del heavy metal mundial, Mercyful Fate seguían siendo intratables. ¡No me jodáis! ¿Cuántos sacaron un disco como este en aquel momento?

8. Dark Funeral - The Secrets of Black Arts (No Fashion Records)

Después de esto, Dark Funeral se hicieron casa vez más bestias, pero nunca volvieron a sonar tan oscuros y malignos como en su debut. Es más, en el último milenio y bajo el mando de Lord Ahriman se han convertido en unos auténticos payasos de feria. Tengo muy claro que su integridad inicial era cosa de un Blackmoon que, inexplicablemente, dejó su recién nacida criatura en las menos hábiles manos de sus compañeros de fechorías. Por todo esto, no siento particular interés por su producción posterior, aunque a grandes rasgos fui escuchando la mayoría de sus trabajos hasta mediados de la década pasada... Sin embargo, este y su EP de debut, editado un par de años antes, siguen siendo escuchas ineludibles para mí. Fue este, además, el álbum que me hizo conocer al Peter Tägtren productor ya que su labor en “The Secrets of the Black Arts" es, sencillamente, apabullante. Ya os había comentado algo en el top de black sueco, el primer largo de Dark Funeral supuso un auténtico acontecimiento, pero tardó mucho en salir a la luz. Originalmente grabado en los Unisound, Dan Swanö se armó un taco con su nuevo equipo y destrozó la grabación... dicho esto por el propio Dan y por Tomas Skogsberg, a quien le encargaron arreglar el desaguisado. Dan le ofreció entonces a la banda volver a grabar todo gratis, pero se negaron y, en su lugar, se metieron en los Abyss con Peter Tägtren... el resto es historia. Lo que obtuvimos a cambio fue uno de los discos de black metal más destructivos de todos los tiempos.

9. Gorgoroth - Antichrist (Malicious Records)

Este EP, o LP, no me queda demasiado claro, me ha molado siempre muchísimo. La aparente simpleza de su portada es muy significativa. Con muy poco, consigue mucho. Me flipa su sonido, me encanta su atmósfera, la voz de Hat me parece brutal y la batería de Frost, invitado para esta ocasión, sencillamente perfecta. Pero la clave aquí está, sin duda, en las guitarras de Infernus. Con un sonido frío, crudo, pero al mismo tiempo bien definido y melódico, encarnan la mas pura esencia del black metal nórdico, hasta el punto de que su estilo ha sido imitado hasta la saciedad, más allá incluso de más fronteras de Noruega, y son una de las bandas más influyentes del género. Si no fuese por el desastre con la producción de “Under the Sign of Hell", seguramente su siguiente álbum sería muy favorito en la carrera de la banda, pero siempre he sentido una especial debilidad por este “Antichrist" que, con un par de temas más, habría sido prácticamente perfecto. Hasta el “cabezahuequismo" de “Possessed (by Satan)”, tan descerebrada como su título, tiene cierto encanto. Sin embargo, la grandeza de este trabajo está en unas “Bergtrollets hevn", “Gorgoroth” y “Sorg" sencillamente geniales. Black metal noruego en estado purísimo. Ni demasiado pulido, ni demasiado guarro. Ni demasiado melódico, ni muy garrulo. Atmosférico, pero vicioso... Gorgoroth daban en la tecla con estas composiciones y Pytten en la diana con su producción. Tranquilamente escogería este trabajo como paradigma de cómo debe sonar el black metal noruego... ya lo dice en la portada. Si sólo hubiera durado 10 minutitos más...

10. Hypocrisy - Abducted (Nuclear Blast)

Como en otras ocasiones, son varios los que podrían haber entrado en este último puesto, pero he tirado un poco de nostalgia en esta ocasión. Si Dark Funeral me presentaron al Peter Tägtren productor, con “Abducted" acabé de apreciar la dimensión del Peter Tägtren músico. Si bien ya había entrado en contacto con sus tres obras previas con Hypocrisy, no fue hasta este momento cuando de verdad me consideré seguidor de la banda... y os garantizo que, durante la segunda mitad de los 90, casi no salieron de mi reproductor. También os digo, con el cambio de siglo y el advenimiento de aquel desastroso “Catch 22" les perdí la pista para siempre y nunca más me volví a preocupar por su existencia... Si soy sincero, yo ya había empezado a perder comba con “Into the Abyss" más preocupado por cuestiones, digamos, no tan mayoritarias. “Abducted" fue el álbum que permitió a Hypocrisy pasar de un discreto segundo plano, a la vanguardia del nuevo metal extremo de mediados de los 90. Como banda de death metal convencional, nunca pasaron de ser unos segundones, con esta nueva versión más melódica, sofisticada y oscura, eran los amos del movida. Con una pizca de la melodia bien entendida del “Heartwork", un poco del black sueco que pegaba en su momento y mucha fantasía espacial, estos nuevos Hypocrisy daban con la tecla de algo que resultaba relativamente fiel a la tradición e innovador al mismo tiempo. Apto para el joven impresionable, como era yo en aquel momento, y para el veterano curtido en mil batallas. Uno de esos álbumes comprometidos y accesibles al mismo tiempo, capaces de convencer tanto al purista como al poser... Peter Tägtren salía airoso hasta metiendo un par de baladas es un disco de death metal... todo eso consiguió este “Abducted".

Y ya está... esto ha sido todo. Me han quedado, cómo no, algunos que me ha costado dejar fuera: todo un “Filosofem” de Burzum, el “Nord...” de Setherial, el “Morningrise" de Opeth, un “Here in After" de Immolation, "Like Gods of the Sun" de My Dying Bride, Annihilator y su "Refresh the Demon"... pero, las cosas como son, cada vez son menos las dudas que se me plantean y creo que dentro de no mucho hasta me empezará a costar destacar diez. En quel 1996, fueron incluso numerosas las decepciones que me llevé viniendo de otros como Anathema, Sentenced, Amorphis, Overkill, Bruce Dickinson, Metallica, Dio, Gorefest, Accept... que empezaron a pegar resbalones considerables. Sólo era el comienzo, en un par de años la cosa acabaría tocando fondo. De momento, aquí seguimos y os garantizo que tengo planificados, al menos, un par de años más. Después, Satanás dirá... nos vemos en 1997.