Los 10 del Dictador para... 1992

Vamos allá con el 92... El año de Cobi, de Curro y el primero de la era post-Nevermind. Las cosas nunca volverían a ser iguales y los 80 definitivamente habían terminado. Ahora se llevaban los pantalones flojos y las camisas de franela, los chavales ya no se cardaban la melena y las muchachas llevaban el rimmel corrido. Algunos parecían no enterarse y, curiosamente, fue un año en que salieron álbumes realmente cojonudos de hard rock (Hardline, Warrant, Roxy Blue, MSG, Trixter, Sven Gali, Steelheart, Widowmaker, Saints & Sinners, Gotthard, Bangalore Choir...), pero no eran más que la cenizas de los 80, el fuego ardía ahora con mucha más fuerza bajo tierra...

1. W.A.S.P. - The Crimson Idol (Capitol Records)

Y, sin embargo, el #1 es para unos veteranos de los 80 que se habían reinventado como pocos. En 1989, W.A.S.P. resurgían de entre las sombras con un trabajo maduro, serio y profundo como “The Headless Children". Tres años después repetían la jugada con un álbum aún más dramático e introspectivo. Blackie se abría en canal y exorcizaba buena parte de sus demonios en un LP que siempre he sentido en cierta medida como autobiográfico. Chris Holmes ya no estaba en la banda, Johnny Rod sólo aparecía como músico de sesión, la batería se repartía entre Frankie Banali y Stet Howland y Blackie contaba con la ayuda de Doug Blair en las solistas (colega de Howland en Run 21 y guitarrista oficial de W.A.S.P. desde 2006)... En el fondo, es como si “The Crimson Idol" fuera su primer álbum en solitario. ¡Y menudo álbum! “The Crimson Idol" es la culminación de un estilo, de una forma muy personal de entender la música. Sigue siendo música desgarradora, agresiva, pero condenadamente melódica y pegadiza, como siempre habían sido W.A.S.P. Pero este nuevo enfoque conceptual los había convertido en una propuesta musical con múltiples capas. Trabajada y accesible al mismo tiempo. Blackie llegaba en estado de gracia creativa y la banda con un nivel instrumental exultante. Pocas veces un álbum consigue ser tan complejo por un lado, pero tiene tanta pegada por el otro y por eso se trata de un álbum inolvidable. Poniéndonos un poquito tocapelotas, la producción les quedó un poco raruna, ¿no? En el fondo, me da bastante igual y no me lo imagino de otra forma, pero “The Headless Children” sonaba bastante mejor.

2. Amorphis - The Karelian Isthmus (Relapse Records)

Tenía el primer puesto de este 1992 muy claro, pero a partir de ahí la cosa está bastante dividida. Al final me he decidido por el pedazo de debut de estos finlandeses. Abhorrence desaparecían y en su lugar teníamos a Amorphis. Casi tan destructivos, pero mucho más pulidos y melódicos, desde el primer día se definía la inspiracion en sus leyendas y folklore como algo intrínseco a la banda. De esos grupos que están destinados a mudar de piel con cada edición, este “The Karelian Isthmus" era un álbum de death metal, pero ya había cosillas que los separaban de la masa. Cierta melodía, su gusto por la épica, ligerísimos, aún, dejes progresivos y un sonido fantástico cortesía de un Tomas Skogsberg que cuajaba una de sus mejores producciones. En plena explosión death metal, Amorphis venían con uno de los mejores ejemplos del estilo en su día y, al mismo tiempo, aportando su granito personal y consiguiendo no sonar como los demás. Por eso nos acordamos todavía de ellos por encima de todo lo que hicieron después.

3. WildSide - Under the Influence (Capitol Records)

Otro del que ya he hablado largo y tendido, ya sabéis dónde tenéis que acudir para saber en profundidad mis razones para meterlo aquí. Sólo voy a hacer una pequeña aclaración, esto, tres años antes, habría sido un pelotazo descomunal y por eso Capitol invirtió tal pastizal en ellos. Si no tuvieran fe, no lo habrían hecho, a un sello discográfico no le gusta tirar el dinero. De todas formas, quizás “Under the Influence" es lo que es precisamente porque vino después de todos los demás. WildSide tomaron nota de lo que se podía hacer, copiaron lo bueno y desecharon lo superfluo. Llevaron un género entonces caído en desgracia hasta el siguiente nivel, pero ni eso era suficiente ya en 1992. El mercado no estaba para ellos y “Under the Influence" nunca tuvo el éxito que merecía. Daba igual lo que hicieran, eran una banda de los 80. Supongo que era complicado que en 1992 alguien se parara a escucharlos con calma con esos pelazos...

4. Megadeth - Countdown to Extinction (Capitol Records)

Por mucho que le joda a Dave Mustaine, se ha pasado media vida mirando a Metallica de reojo y lo más triste es que, seguramente, no le hacía falta... el cabrón tiene solito más talento que sus cuatro ex-colegas juntos. Claramente, el “Black Album" y el ambiente cambiante de los 90 jugaron un papel determinante en la nueva cara que ofrecían Megadeth, pero no se le puede reprochar falta de acierto en ningún momento a Mustaine. El primero, contar con Hugh Syme para la portada. Nadie en el mundo del heavy metal ha jugado con la manipulación de imágenes como él. Estaréis de acuerdo, la de “Countdown to Extinction" es una de las instantáneas del metal de los 90. El segundo acierto, Max Norman. Si bien su trabajo en “Countdown to Extinction" tampoco es que me parezca algo extraordinario, sí muy bueno, fue el que pavimentó el camino para “Youthanasia", una de las mejores producciones de su época, pero de eso ya tocará hablar en su momento... Megadeth repetían formación con Menza y Friedman junto a Ellefson y Mustaine y bajaban revoluciones una barbaridad, como habían hecho Metallica dos años antes. El nivel técnico se atenuaba, las composiciones eran más accesibles y definitivamente teníamos a unos Megadeth que abandonaban el speed/thrash por el que se les había conocido hasta el momento. “Countdown to Extinction" tiene sus detractores, pero no se puede negar que Megadeth fue una de las bandas que mejor se adaptó a la nueva década y consiguió mantenerse vigente sin traicionar su esencia... al menos hasta que a Mustaine se le fue esto de las manos.

5. Paradise Lost - Shades of God (Music for Nations)

“Shades of God" está emparedado entre dos totems del estilo y por eso, a veces, tendemos a olvidarnos de él, pero eso no lo hace peor. La banda apuntaba alto y Music for Nations, un sello de bastante más entidad que Peaceville, se hacía con sus servicios. Para grabar el álbum, les daban por primera vez la posibilidad de trabajar con un productor de verdad, Simon Efemey, y se notaba mucho, el crecimiento en cuanto a sonido de la banda era asombroso, otra cosa ya es que nos guste más o menos. Mientras sus colegas de escena aún estaban arrancando o ni siquiera habían debutado, Paradise Lost ya iban por su tercer LP y señalaban un nuevo camino que todos seguirían dentro de poco, el gothic metal. Las guitarras de Greg lloraban cada vez con más desgarro y Nick seguía gruñendo, un poquito menos cada día... Más acústicas, más voces femeninas, más teclados, más sentimiento... los de Halifax iban definiendo el género con cada nuevo paso que daban. Por vez primera, además, se estaban acercando al concepto de single con pelotazos como “Pity the Sadness" o “As I Die". Paradise Lost empezaban a sonar creativos, personales y comerciales, todo a un tiempo, por eso fueron los putos amos en lo suyo. No hay rival posible. “Shades of God" tiene temas realmente tremendos como “Daylight Torn", “Your Hand in Mine” o “Mortals Watch the Day"... en resumen, otro un discazo.

6. Demigod - Slumber of Sullen Eyes (Drowned Productions)

Nunca dejaré de arrepentirme da haberle cambiado este CD a un colega por el “Storm of the Lights Bane” de Dissection. En 1996, me pareció una jugada maestra, años después ya no estaba tan seguro y ahora no me cabe duda de que metí la pata. Con la pasta que vale hoy en día este CD me habría comprado, por lo menos, cinco digipaks de Dissection. De aquella no era más que un CD de death metal con una portada de mierda, que me había pillado en una tienda de segunda mano. En 1996, además, el black metal estaba desplazando rápidamente al death en mis preferencias y yo, literalmente, estaba obsesionado con el “Storm of the Lights Bane”... lo sigo estando, ojo. Sin embargo, el valor de este “Slumber of Sullen Eyes" no es únicamente económico. Diría que es mi álbum favorito de death metal finlandés, si no estuviera ahí “The Karelian Isthmus", que tampoco es 100% death metal, conste. Salvando la horripilante portada, como era norma en la ediciones de Drowned, “Slumber of Sullen Eyes" es el álbum de death metal perfecto. Suena pesado, oscuro, cavernoso, a veces melódico, otras furibundo. La producción de Ahti Kortelainen es excelente y la voz de Esa Lindén como el gruñido de un oso siberiano. Con la carita  de adolescente que se gastaba el chaval, parece increíble que algo así saliera de su boca. “Slumber of Sullen Eyes" se trata de un álbum extraordinario en un envoltorio aparentemente discreto... Ahora me toca conformarme con un bootleg ruso, ojalá algún día pueda volver a hacerme con el original.

7. Darkthrone - A Blaze in the Northern Sky (Peaceville)

Otra vez un álbum que habría ocupado un lugar más alto en una época diferente de mi vida, pero, las cosas como son, ya no soy el “blacker” que era. Hace 20 años bebía los vientos por Darkthrone y su lugar no albegaría ningún debate. Hoy la historia ha cambiado y su puesto de privilegio se lo disputan otros. Aún así, disco totalmente histórico en su estilo y por eso no me atrevo a dejarlo fuera, igualmente. Con casi toda probabilidad, el primer álbum del black metal noruego, con el que Darkthrone, ciertamente, encendieron una llama en el cielo del norte. Está ahí antes el “Deathcrush”, pero aquello era otra historia, el estilo aún estaba en pañales y los Mayhem de 1987 aún eran muy punkis. Aquí Darkthrone fijan demasiadas claves el estilo para obviar su relevancia. La portada, la producción lo-fi ("mierder", para la mayoría), su gélida atmósfera, la duración de los temas... puede que Euronymous los convenciera para seguirlo hasta las profundidades del averno, pero Gylve y Ted (aquí junto a Ivar "Zephyrous" Enger, todavía) fueron quienes de marcar desde esta fecha tan temprana su propio camino. Me imagino la cara de horror de muchos cuando escucharon esto tras “Soulside Journey"... no es para menos. Piedra angular del género.

8. Solitude Aeturnus - Beyond the Crimson Horizon (Roadracer Records)

Solitude Aeturnus son un rara avis dentro de la escena metalera americana de los 80, aunque ya debutaran en los 90. Supongo que se les puede asociar con otros clásicos como Saint Vitus o Trouble, pero poco tenían que ver con estos... e incluso estos dos entre ellos, si lo pensamos mínimamente. Formados en Texas en 1987, si hay una banda con la que yo los relaciono inevitablemente, es con Candlemass. John Torres siempre se ha considerado un fan acérrimo de Black Sabbath, pero de los de Dio, y eso es algo que se nota en una música que parece a medio camino entre el doom épico y el power metal progresivo de unos Fates Warning... cada vez menos power y más doom conforme pasaban los años. Ejemplo de banda poco prolífica, pero de material muy consistente, siempre he sentido una especial preferencia por este fantástico álbum editado en 1992 y que hace un tiempo reseñé en el Portal. Doom/power metal de riffs mastodónticos, base rítmica poderosa y momentos cercanos al thrash, con la grandiosa voz de Robert Lowe comandado la canciones con verdadera autoridad, algo que le llevó a liderar a los mismísimos Candlemass años después. Es curioso como este sonido cuajó en Suecia y se armó toda una escena power/doom con bandas como Memento Mori, Memory Garden, Sorcerer, Isole, Veni Domine, Morgana Lefay, Fifth Reason... y creo que, junto con Candlemass, Solitude Aeturnus son los grandes responsables. Personalísimo y fantástico álbum este.

9. Bolt Thrower - The IVth Crusade (Earache Records)

Desde que Bolt Thrower culminaron su transición al death metal con “War Master" se convirtieron en una garantía de fiabilidad a prueba de bombas. De esos que sabes perfectamente que no te van a defraudar bajo ningún concepto. Dentro de esa particular propuesta, la perfección de la fórmula creo que llegó con “The IVth Crusade". Aquí Colin Richardson define su sonido a la perfección, Karl Willets suena terrorífico y las canciones tienen más pegada que en ningún otro momento de su carrera (la cosa estaría entre este y “War Master", pero yo siento cierta predilección por “The IVth Crusade"). Cuando pienso en Bolt Thrower, los primeros riffs que se me vienen a la cabeza son los de “The IVth Crusade", “Embers", “This Time it's War", “Spearhead"... eso sin contar “Cenotaph", por supuesto, que venía en el anterior. Y qué riffs, joder, es pinchar este CD y me tiemblan las piernas en cuanto despliegan ese muro sonido impenetrable. Una de las cosas que más me gustan de esta banda es que Bolt Thrower suenan a Bolt Thrower y a nadie más. Y muchos suenan a ellos. No hay tantos que desarrollen “su sonido” y a Bolt Thrower los identificas segundos después de arrancar la máquina, aunque nunca hayas escuchado el tema. Eso es algo impagable. Otro CD enorme para un gran año.

10. Iron Maiden - Fear of the Dark (EMI)

Vuelven Maiden a un top después de su ausencia del 90. Mejor, pero siguen sin estar a su nivel de los 80... honestidad ante todo. Aunque ahora, sabiendo todo lo que sé sobre su situación en aquellos años, me explico mucho mejor su crisis de la época. Si me hubierais preguntado hace 30 años, igual os lo metía en el primer puesto, pero ahora no soy capaz. No puedo perder de vista algunas canciones que ya no me convencen tanto como “From Here to Eternity", “Weekend Warrior" o “Chains of Misery". Luego, os confieso que estoy hasta las bolas de “Fear of the Dark", pero casi os diría que esto es más culpa de lo plasta que es la gente y del empeño de Maiden en no sacarla de un set list ni a palos, que de la propia canción en sí, que es la hostia. Ahora bien, cuando la banda álbum está a tono, lo está y mucho. “Be Quick or Be Dead", “Afraid to Shoot Strangers", “Judas Be My Guide", el tema-título... “Fear of the Dark" recuperaba parte de la autoestima perdida con “No Prayer for the Dying", pero yo, personalmente, sigo echando mucho de menos a Adrian Smith ya que ni Gers ni Murray cubren su hueco en las composiciones. Eso sí, fue lamentablemente la última vez que tuvimos a Martin Birch a los controles. Al final, acabamos con un álbum con bastante relleno y sólo verdaderamente apreciable por los fans de la banda, por eso no está más arriba en la lista, pero el peso de la nostalgia es demasiado fuerte para dejarlo fuera. 

Y me han quedado, lógicamente, muchos en el tintero. Ya mencioné algunas buenas bandas de hard al principio, y sólo de death me he comido a Malevolent Creation, Asphyx, Nocturnus, Edge of Sanity, Gorefest, Incantation, Sinister, Monstrosity, Deicide, Hypocrisy... más otros clásicos como Running Wild, Sodom, Yngwie Malmsteen, Testament, Candlemass, Rage... que también estuvieron fuertes aquel año. Si es que, si nos ponemos, de 10, nos vamos a 50, pero ahí está la gracia, ¿no? Pasarlas putas para quedarme sólo con 10 y luego dejaros espacio a vosotros. Os toca...