sábado, 20 de mayo de 2023

Recordando a Dio: The Dio Album

El pasado 16 de mayo se conmemoraba el fallecimiento de Ronnie James Dio, uno de los más grandes del heavy metal. Un cantante y un artista irrepetible que tanto nos dió a lo largo de su carrera. Como homenaje vengan estas humildes líneas, mezcla de anécdotas y ficción aprovechando la salida hace unas semanas "The Dio Album".


Hace un par de años recibí una llamada a las tantas. Me sobresaltó y desde la cama pude ver en la pantalla del móvil un número que comenzaba por uno y seguía por 830. Supe quién era al instante. Salí de la cama y me refugié en el baño. Para ese momento “The Man On Silver Mountain” había despertado no sólo a mi mujer sino también a mis hijos. Como temía era David (pronúnciese “deivid” aunque es un sobrenombre, por mi seguridad no desvelaré su identidad).

    ¡Qué pasa amigo! —dijo imitando a un mejicano— ¿Estabas en la piltra? Aquí en Houston son las ocho.
De poco valía que me hubiese cagado en su estampa, le hubiera parecido más divertido todavía.
    Burnie —me llama así en plan cariñoso— sácate un vuelo para Dallas el sábado que viene que tienes que conocer a alguien.
    ¿Cómo me voy a ir a Dallas? Además no tengo ni un duro. ¿A quién tengo que conocer?
   No te preocupes todo corre de mi cuenta, tengo un dinerito por ahí guardado para estas cosas. Solo necesitas algo de calderilla para tomar Coca Colas si no vas a beber cervezas. Solo serán un par de días. El domingo te vuelves con cara de alucinado a Madrid.
     ¿A quién tengo que conocer?
   Es sorpresa, solo te puedo decir que está relacionado con Ronnie James Dio y te va a flipar —había lanzado el anzuelo y ahora se reía a gusto sabiendo que había hecho efecto—. Nos va a flipar a los dos.
    Lo pensaré.

Unos cojones lo pensaré, no iba a poder vivir si aquello era bueno y tenía pinta, si no para qué me iba a llamar el “loco” David y me iba a pagar el vuelo y la estancia.

Convencí a mi mujer y a mis hijos de que tenía que ir con mi viejo amigo David, que estaba forrado de pasta y era un santo. Estaba un poco lejos de la realidad la imagen que había dado de mi “amigo”. La verdad, David era albañil y motero, amante del heavy metal y las Harleys. Tenía un pasado algo turbio, negocios al margen de la ley, no podía entrar en cuatro o cinco estados de la Unión ni en Alemania ni en algunos sitios más pero era un buen tipo. Pero esa es otra historia.

Volé a Dallas, casi diez horas y ocho mil kilómetros de vuelo. Tuve tiempo para dejar volar la imaginación, escuchar buena parte de la discografía del inmenso RJ Dio, imbuirme en recuerdos sobre él y hacer cábalas sobre lo que me esperaba en mi destino. Pensé que podría conocer a algún ex miembro de la banda Dio o incluso a la mismísima Wendy Dio, aunque eso no me hacía tanta ilusión. De todas formas, eso sería en Los Ángeles y Dallas estaba hacia el Golfo de México, había una distancia descomunal. Me acomodé en mi asiento junto a la ventana y mientras escuchaba al maestro veía la nubes pasar.

Conocí a Dio a través de “Neon Knights” que era la sintonía del programa Disco Cross ese charco donde aprendí a nadar en el heavy metal. Me compré el disco, tuve que ahorrar, era un chaval atraído por aquel aquelarre de ruido glorioso. “Heaven and Hell” me llenó el alma de riffs oscuros que inmensos sonaron en aquel vacío que pronto me puse a llenar. La voz de Dio resonaba en los rincones, qué semilla para dar el más inquebrantable árbol.

La nubes que contemplaba por la ventanilla ayudaban a seguir recordando a Dio. Sobre el escenario, disfruté del mago, el elfo, la deidad de la VOZ en la sala Macumba (el lugar era un poco infame) con su banda y tocaron “Neon Knights” de manera especial porque era una canción que aquí en España se tenía mucho apego. Fue en 2004 y acudí como premio por acabar mi licenciatura. Quedé embrujado, fue una suerte de conjuros a los que no pude resistirme, pero cómo me iba resistir si mi alma albergaba la semilla negra de su música. He de decir que mi época favorita de Dio es junto a Blackmore y aquél día también cantó, claro que cantó al arco iris. “The Man On The Silver Mountain”, la épica “Stargazer” y una que me llevó a un limbo imposible de alcanzar, “Gates Of Babylon”, cantada para mí. Tuve la sensación que él sabía lo que yo quería y me lo daba con una generosidad que nunca he sentido en ningún concierto. Me miraba, me señalaba para que no perdiera los detalles, sonreía, otras se ponía serio y apretaba el puño, luego lanzaba sus cuernos como una bendición. Es uno de esos recuerdos tatuados, imborrables. Por supuesto que tocó éxitos de su propia banda Dio, como “Stand Up And Shout”, “Holy Diver”, “Rainbow In The Dark” o “Don´t Talk To Strangers”, tema que siempre sentí paternal donde Ronnie mostraba ese lado Jeckyl y Mr Hyde. He agrupado los temas del mítico Holy Diver con el que dio un puñetazo en la mesa después de que le echaran de Rainbow y Black Sabbath, una reivindicación enorme, un disco que es un tótem al heavy metal.

Este fue el momento en que la azafata pasaba con el carrito de la comida, creí entender que podía elegir entre “chicken” y otra cosa. Elegí “chicken” pero estuve a punto de cantar alzando la mano cornuda: Don’t talk/Don’t let them inside your mind, yeah/ Run away, run away, go!

Aunque estoy seguro que la palabra era “chicken” aquello no era pollo. Deseé que al menos entrara bien en mis intestinos y no me diera guerra. Volví al concierto de mis recuerdos y otros temas que absorbí aquella noche de verano en aquel antro. “The Last In Line” o “We Rock” de aquél “último de la fila” donde la formación se estaba afianzando hasta que Vivian Campbell se marchó dejando un poco huérfano a Dio en el “Sacred Heart” del que rescataron “Rock ‘n’ Roll Children” que siempre fue un caramelito para los niños y una especie de despedida para el guitarrista de Belfast.

La sala estaba atestada, hacía un calor insoportable pero todo daba igual, el pequeño dios de acero, el de la mano cornuda nos regaló su voz, su alma. Era como un padre que sin reparo lo da todo a sus hijos. Se despidió con la mencionada “Neon Knights” en pleno éxtasis, uno de los finales de concierto más apoteósicos que recuerdo en mi vida.

Apenas seis años después de aquella noche falleció. Luchó contra el cáncer, uno de los peores, de estómago. ¡Qué huérfanos nos quedamos! La última vez que vi a Dio, verlo con mis propios ojos no fue en un escenario y de hecho ya había muerto hacía unos años. Me explico. Fui a hacerme unas pruebas al hospital. En concreto una colonoscopia, había que despejar algunas dudas sobre padecer alguna enfermedad chunga. Cuando me tumbé en la camilla, en posición fetal con aquella bata ridícula, me pusieron la vía para sedarme, pensé en mi mujer, en mis hijos, en que quería vivir, el sedante me dio un latigazo placentero y al otro lado de la camilla junto a la puerta, el mismísimo Ronnie James Dio comenzó a cantar “All The Fools Sailed Away”, gesticulando, con camisa de chorreras y las greñas lacias. ¿Pero este hombre desde cuando lleva chorreras? No entendía que quería decirme, si a mí nunca me había gustado del todo esa canción. No solo cantaba sino que iba haciendo la música con la boca y la batería golpeando con las manos la pared. Me convertí en un espectador con el culo al aire en plena y delicada prueba, dadas las circunstancias le dejé acabar pero cuando entonó el último Sail away caí en un sueño de piedra y afortunadamente, las pruebas fueron muy bien y yo me marché escuchando aquello de All The Fools Sailed Away. Así fue la última vez que vi al gran Ronnie James Dio, todo un holograma en mi mente.




Las nubes son iguales en todas partes, en Madrid o en Dallas, de pequeño las veía desde abajo y pensaba que allí estaban mis abuelos, cómodos entre tanto algodón, el Cielo. Los aviones han roto aquellas creencias, volando sobre ellas, viéndolas tal y como son. Vapores cambiantes. Seguro que Dio esta entre el Cielo y el Infierno, en la frontera y lo más cierto es que está en los surcos de vinilo y en miles de almas que sucumbimos a sus encantos que no le olvidaremos jamás. Desde mi ventanilla contemplaba Dallas, una ciudad enorme como no podía ser en un país enorme. Nos acercábamos a las cuatro de la tarde que era la hora prevista de aterrizaje. Me sentía más viejo que cuando salí de Madrid. ¿A quién coño conoceré?
 
El Aeropuerto Internacional de Dallas-Fort Worth también era inmenso. Yo seguía a la gente como una oveja más en aquel mercado. Después de que un policía manoseara mi pasaporte y me aniquilara con la mirada, me recibió un gran cartel que decía “Big Things Happen Here”. No se por qué pensé que lo único que sabía de Dallas es que allí habían asesinado a Kennedy y me esperaba un motero de Vallecas con una sorpresa y no sabía si me iba a gustar del todo. Para aligerar no llevaba maleta, todo iba demasiado lento a pesar de todo, me comía la impaciencia. Al salir por la puertas busqué entre la gente a mi amigo, allí estaba con un cartel escrito con rotulador “BURNIE, WELCOME TO THE JUNGLE, SOY EL MOTERO “LOCO””

El “Welcome to The Jungle” iba por una de nuestras discusiones antológicas sobre heavy y los Guns N Roses. Siempre digo que ellos fueron un terremoto que agrietó el género y luego lo remataron Metallica. Él siempre defendía que todo estaba muerto antes. Tenía la barba más larga, terminada en trenza al estilo vikingo. Cuando me vio, lanzó su mano derecha al aire haciendo los cuernos. Me dio un abrazo de oso de los que duelen. Olía a un perfume penetrante que no supe identificar y de fondo a sudor. Habrá venido desde Houston en la Harley, pensé.

   El pequeño Burn Rain en persona venido desde la capital del reino —seguía estrujándome mientras se le caía sin querer el acento tejano— ¿el metro llega ya hasta Cercedilla?
Siempre haciendo bromitas con el metro porque le gustaba una anécdota que yo tenía sobre aquello pero yo quería saber a quién iba a conocer.
    ¿Vinny Appice? ¿Jimmy Bain? ¿El Campbell?
   A su tiempo colega, a su tiempo. Ahora nos vamos en mi jaca hasta un bar a recuperar líquidos y energía para el concierto.
   ¿Qué concierto?
Mi pregunta no tuvo respuesta. 

Lo mío no son las motos y menos de paquete. Abrazar a un oso colgado de un extraño manillar, con un casco que te aprieta los sesos, escuchando rugir un motor infernal al mismo tiempo que suena “Kill The King” y mantenerte sin caer en las curvas es una pesadilla. David gritaba queriendo contarme algo pero no comprendía ni una palabra. Dallas es una megaciudad  y no entendí cómo no nos perdimos. Un jaleo de carreteras e intersecciones de mis demonios. Llegamos a un garito con buena planta llamado Gas Monkey Bar N Grill. Había cola para entrar. En unos cartelitos muy modestos anunciaba una jam session de Paul Gilbert. ¿Paul Gilbert?

     ¿Paul Gilbert?
     Ni que fuéramos a ver a Bruce Springteen.
     Pero toca cosas de Mr Big.
     No, movidas suyas.
     ¿Instrumental?
     Sí, lo mejor es que lo vamos a ver después del concierto, es amigo mío.

Me quedé pensando que había recorrido medio mundo para ir a un concierto de un masturbador de mástiles. Conocía a Gilbert por la banda de hard rock Mr Big y haciendo shred en Racer X.
     No te quedes así, es un tío estupendo, llevo unas semanas arreglándole el tejado de su casa.

Decidí esperar a ver cómo acababa todo aquello antes de asesinar a un heavy motero. Me pareció sospechoso que los que iban a ver a Gilbert llevaban gorras de béisbol. Supuse que era cosa de las modas. Apenas camisetas rockeras. David llevaba una de Motörhead y yo una de la portada del “Rising” de Rainbow. No hicimos cola, entramos por un puerta trasera custodiada por un maromo extra talla gigante. Estábamos en la backstage. Vimos fugazmente a Gilbert que con una sonrisa y un gesto nos quería decir algo así como después. Había prisa, aquello iba a comenzar. La gente en el backstage se movía de un lado para otro. Salimos al redil de los espectadores. El bar era una sala de conciertos al estilo Canciller. Mi ocurrencia hizo gracia a David.
     Esto es el Canci de toda la vida, lo que pasa es que sirven costillas con salsa barbacoa.
Pedí Aquarius, no me entendían. David, Budwiser. Luego entre risas me pidió un refresco de limón que no había visto en mi vida.
     Tenías que haber pedido una Mahou —no paraba de reír—, mejor una cañita con limón.

Era una jam sesion para amantes de las seis cuerdas. Gilbert le daba con gusto a la guitarra un estilo entre blues, rock y hard rock demostrando un abanico brutal y un dominio de empollón aventajado. Los fans del mástil no le quitaban ojo a sus dedos. No soporto las masterclass de cualquier instrumento. David y yo aprovechamos para ponernos al día en la barra.

Cuando llevábamos una hora de anécdotas y un sinfín de refrescos de limón y de idas y venidas al cuarto de baño. Gilbert nos regaló “Man Of The Silver Mountain” donde imitaba algunos fraseos de la voz de Dio. El motero y yo cantamos a pleno pulmón. Pensé que aquello tendría arreglo después de todo… pero no. Gilbert se estaba despidiendo. Como colofón subió Andy Timmons, otro figura de las seis cuerdas, de Danger Danger. Tocaron algo de los Beatles, Gilbert hacía la línea vocal y quedó bastante chula la versión. Así se despidió entre sonrisas, ademanes de hombre educado y sereno.




Fuimos al camerino, estaba con Timmons, parecían muy colegas, se reían mucho. Gilbert saludó a David y le dijo en castelllano mientras le estrechaba la mano “amigo”. Me presentó y me estrechó la mano también con un “más amigo”. David le hizo un poco la pelota, que si le había encantado, que qué manera de tocar, que era un maestro... Luego hablaron algo del tejado de la casa de Gilbert. Como todo hijo de vecino estaba deseando que acabaran la obra. Esto de las reformitas es igual en todas partes. Luego incluyendo a Timmons contó que estaba preparando un disco homenaje. Parecía que mi momento estaba llegando. El bueno de Gilbert quería saber nuestra opinión.

Se tomó su tiempo para elegir una guitarra de la media docena que tenía por allí y la enchufó a un amplificador. Era un silencio expectante. Hizo unas pruebas. Pasó otra a Timmons y le pidió que tocara la rítmica de Holy Diver. Y un pequeño milagro se hizo. El riff galopante nos invadió y Gilbert sobre él desgranaba el sonido de su guitarra como si fuera la voz de Dio, en un momento mágico. Clavaba cada matiz, toda la melodía vocal sin ningún esfuerzo. David estaba muy afectado y no hacía más que frotarse los ojos. La parte solista la hicieron los dos hachas improvisando y fue flipante. Luego Gilbert siguió con la línea vocal de la mítica canción. Fue como resucitar a un muerto. Algo dentro de mí resonó y vibró, tuve que contener las lágrimas porque no era plan de sacar todo aquello delante de unos extraños pero solo podía decir estúpidamente “amazing”. David me dio un abrazo de oso entre otras cosas para que no le vieran llorar a él.

Gilbert nos preguntó qué nos parecía. Yo volví a decir “amazing” menos mal que no me dio por decil “olé”. Timmons le regaló los oídos con una larga perorata que no entendí del todo y dijo que el disco Holy Diver era uno de sus favoritos. Luego David también se enrolló, entendí que Dio era una de las cosas más importantes de su vida y que había sido un gran regalo. Yo rematé con un “amazing”, quedé como el tonto del grupo.

Gilbert explicó que llevaba un tiempo pensando en hacer un disco homenaje a Dio con canciones de sus distintas épocas, que todo vino cuando estaba conduciendo su coche y se paró en un semáforo y vio a un tipo con una gorra con el logo de Dio. Que le vino un flash a la cabeza y sintió que tenía que hacer un homenaje a un artista tan inmenso. Comenzó en casa poniendo algunos discos de Dio, Rainbow y Black Sabbath y tratando de poner por encima a su guitarra como si fuera la voz, imitando a Dio. Era algo que hacía desde niño cuando aprendió a tocar la guitarra escuchando la radio y trataba de imitar las canciones que reproducían.

Nos dio otra muestra con la mítica “Heaven And Hell”, Timmons volvió al riff principal y Gilbert reproducía la línea vocal, su guitarra cantaba. Timmons dijo “amazing” cuando acabaron la canción, nos reímos todos. “Iommi is a master”, dijo más en serio. Utilizando a David como traductor le expliqué que era un gran fan de Dio y sin duda sería el mejor homenaje que se le había hecho hasta entonces. Había mucho sentimiento, un concentrado fervor y un profundo respeto en esas versiones.
     Yo como fan lo disfrutaría como un tesoro, aunque no me gusten los discos instrumentales de guitarra —dije como colofón para no quedar como el tonto del amazing.

Timmons y Gilbert ofrecieron otra versión de Dio, “The Last In Line”, maravillosa, Dio estaba con nosotros en aquel reducido grupo, en su música, viviendo con un pie entre el cielo y el infierno.

Fue estupendo esos pedazos de Dio venidos de otro artista, de un guitarrista excelso. En el viaje a Houston en la Harley de David y aquella noche en su casa, estábamos de acuerdo en que Dio nunca desaparecería mientras estuviéramos los fans, siempre estará entre el Cielo y el Infierno, para siempre.




8 comentarios:

  1. Curioso relato, Burn, muy entretenido de leer y muy sentido como homenaje. Calculo que tocaría tirar de memoria y, cada uno, comentar como entramos en contacto con Dio. Sin embargo, por más que me lo he propuesto, no consigo conectar con ese momento de mi pasado. Creo que sólo soy capaz de hacerlo con tanta precisión en el caso de Iron Maiden... Seguro que tuvo que ser hacia el 93 o 94, que era cuando empezaba yo a descubrir estas historias. Obviamente, fueron Iron Maiden quienes me acercaron hasta aquí y agradecido les estoy por ello ya más de 30 años después. Inmediatamente después vinieron los Judas, Accept, Running Wild, King Diamond, Medadeth... y, por supuesto, Dio.

    Mi recuerdo más vívido con Dio, procede del mismo momento que el tuyo. Preciso más aún, 29 de julio de 2004. Ya llevaba unos años bastante activo en esto de los conciertos, desde el 97 o así, pero nunca había tenido la oportunidad de ver a Ronnie en directo y, de repente, iban a ser dos veces en una semana. La primera, increíblemente, aquí en Vigo, en el Pabellón das Travesas, y la segunda, sólo una semana después en el Wacken. Venían en la gira de Killing the Dragon con Rudy Sarzo al bajo, Simon Wright a la batería y Doug Aldrich luciendo abdominales de acero a la guitarra. Fue un auténtico conciertazo, en un pabellón pequeñito, con un sonido que dejaba bastante que desear, pero con un Ronnie verdaderamente inmenso. Muy poca veces he visto llenar a alguien un escenario de manera semejante. Me atrevería a decir que solamente a Bruce Dickinson, pero es que a Dio ni siquiera le hacía falta tener ese nivel de actividad sobre el escenario para agrandar su presencia. Y su voz, intacta, incólume, a sus entonces 62 años sonaba como un ángel, o como un demonio, según la ocasión lo fuera a requerir. Es uno de esos recuerdos imborrables en directo que también tengo. Ya no me impactó de la misma forma el bolo del Wacken, quizás porque las condiciones no eran las mismas, pero también estuvo excelso, como era en él costumbre.

    Lo que no me esperaba era una historia como esta viniendo de Paul Gilbert. Soy muy fan de Racer X, pero siento su vinculación con el heavy metal muy diluida desde Mr. Big. Ya sé que lo suyo es el mundo de la guitarra y ahí no rigen las mismas reglas, pero me cuesta mucho identificarlo como músico de heavy metal. No soy de albunes instrumentales, pero es cierto que este invento es bastante ocurrente y la guitarra de Gilbert habla por sí sola. Al menos es una forma curiosa de tributo, diferente a lo que se estila habitualmente en el mundo de la música. No habría estado mal compartir una noche así en Dallas con estos personajes. ¡Buen trabajo, Burn!

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    1. Eso, Witch, y lo pequeñito que era este hombre (de estatura) en la voz era un coloso, un gigante, vamos. Creo que se ponía tacones para suplir esa carencia. Pero así y todo, tenía un carisma y una magia, que el solito se bastaba para llenar cualquier escenario ya fuera del tamaño que fuera.

      Este Dio tiene muchísima anécdotas. Yo os voy a contar unas así más de andar por casa, pero no menos importantes. No sé si os acordáis de aquel festival en Zaragoza, el "Metalway", del año 2009, que nuestro protagonista venía de gira con los Heaven and Hell, y en esa noche en particular hacía un viento brutal y estaba bastante desapacible. El caso, es que la banda dijo (más bien puso de excusa) que el Tony Iommi tenía un dolor muy fuerte en la espalda y que no podían salir a tocar. Como comprenderéis, el respetable cogió un mosqueo de la hostia (ellos eran uno de los reclamos del festi) y fue nuestro amado Dio el que puso la cara, hizo de tripas corazón y salió a pedir disculpas a todo el mundo. La verdad es que si veis el video (os dejo el enlace más abajo) hasta da pena verlo, así de rodillas, pidiendo perdón. No tenía porque hacerlo, pero el tío ahí estaba, compungido, totalmente dolido (no sabía donde meterse) explicando como buenamente podía por qué no salieron a tocar (comiéndose el marrón, básicamente). No tenía ninguna necesidad de hacerlo, pero ahí estaba. Muy grande.
      https://www.youtube.com/watch?v=KiNK11LDM3s

      Y hay otra también muy buena. Cuando salió a tocar varios temas suyos con los pamploneses Sparto, banda que se habían formado en el 83. Corría el año 2000 (supongo que era la gira del "Mágica") y en una sala también pamplonica, llamada "Artsaia" que tocaban los Amilinuo (que venían siendo los Sparto) allí aparece, entre el público, el pequeño Elfo, se sube al escenario, se remanga la camisa y allí se cascan varios temas. El del video es el mítico "Holy Diver", pero tocaron también otras.. Un Dio como si fuera uno más y estuviera tocando con su propia banda. ACOJONANTE. Sin palabras.

      No sé cómo lo consiguieron, supongo que estos serían teloneros del Dio o le pagaron o lo que fuera, da igual, pero el caso es que ahí tenéis a todo un Ronnie James Dio cantando con unos completos don nadie. Estos detalles denotan la clase de persona que era. Sin comentarios, amigos. Os dejo también el enlace.
      https://www.youtube.com/watch?v=YRzvkh3NA1M

      Buen trabajo, Burn! y GRANDE DIO (Dep)

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    2. Yo estuve en el metalway del 2009 en Zaragoza y aún recuerdo cuando salio Dio, no solo él sino Gezzer Butler y Vinnie Apice si no recuerdo mal. Recuerdo que salieron así con ropa de calle, con un chándal o algo así, cosa que me chocó. Luego salió Rafabasa diciendo que se iba a devolver el dinero de las entradas y le dijeron de todo al pobre hombre. Después tocaron Saxon y menudo conciertazo, la verdad es que si hubiese tocado Heaven And Hell/Saxon hubiera sido glorioso porque Saxon fue la ostia.
      A Dio lo vi en Valencia hace un porrón de años que tocó en una discoteca pequeña Roxi Club, aún conservo la entrada y fue increíble. Recuerdo que un gilipollas del público tiró una botella de plástico al escenario y en ese momento Dio se quedó parado y nos temíamos lo peor, pero el tio siguió con lo suyo y continuo el concierto

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    3. Yo no fui al célebre Metalway de 2009, pero colegas que estuvieron allí me comentaron que muchas de las bandas gordas se habían cancelado por el viento... Lo que no entiendo muy bien es porqué no actuaron Heaven & Hell (menudo discazo se cascaron aquel mismo año, por cierto) y sí otras bandas después. En el vídeo se puede ver perfectamente a Geezer y a Vinny flanqueando a Dio, junto al impresentable de Rafa Basa. Este Dio era un tipo de otra pasta, con sus sombras, supongo, creo que algún cambio de formación no fue del todo elegante... Vivian Campbell se pasó 20 años echando pestes de Wendy y de él.

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  2. Pues uno de mís ídolos, DIO. Lo del Metalway lo conocía y había visto las disculpas. Por allí andaba Rafabasa que más de una vez me puso una cerveza, tenía un garito en Getafe. Un tipo que como otros personajes de radio heavy siempre tendrán sus sombras.

    Con lo que he flipado es con los Sparto & Dio. Lost ese documento no lo conocía, eso es una pasada. Esto me recuerda que Dio en la década de los 90 aguantó al crisis del heavy y siguió al pie del cañón haciendo los suyo, tocando en muchos lugares de poco fuste. Creo que amaba lo que hacía y que siguió adelante a contracorriente.

    Witch, es curioso porque el concierto que vi en 2004 era con Craig Goldie a la guitarra, Rudy Sarzo, Simon Wright y Scott Warren. Era la gira del Master Of The Moon, Aldrich estaba en la anterior gira del Killing the Dragon. He estado indagando por internet y la cantidad de conciertos que dió la banda de Dio para tener este hombre más de 60 años. Muchos dias seguidos, Madrid, Puente La Reina, Barcelona, Mislata, Palma de Mallorca, Zaragoza y Vigo, todo en 8 días. Es una pasada.

    BlackRose una lástima lo de Heaven & Hell junto a Saxon podría haber sido mítico. La verdad que a todos los que lo vimos nos dejó un recuerdo imborrable, qué artistazo!!

    Gracias por pasaros compañeros

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    1. Hostia, a que era Craig Goldy y se me acaba de pirar la fresa por completo. Pues ya no me atrevo a discutirlo. Si que es cierto que son años en los que los conciertos están ligeramente cubiertos por una espesa niebla de alcohol...

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    2. Tienes toda la razón, no hay otra. Sarzo sólo estuvo en 2004 y ahí ya estaba Goldy. Además, lo acabo de comprobar en el vídeo del Wacken... ¡Madre mía, como ando!

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    3. La niebla, en mis primeros conciertos también había mucha niebla. Jajajaja

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