Allá por el invierno del 96 al 97 empecé mi vida nocturna, cosa que pronto descubrí que se me daba particularmente bien y a la que dediqué con devoción los siguientes 15 años de mi vida. Bueno, a eso y a estudiar un poquito, no os creáis... De aquella aún sobrevivían varios locales heavies aquí en Vigo. Teníamos el Ruta 66, el Pedramola, el Costa do Marinheiro y, durante aquel mismo año, abrirían sus puertas dos instituciones metálicas en años venideros, el Bar Anoeta y el Hangar 77. Este último aún lo tenemos en pie como último reducto heavy de la ciudad. De todos ellos, el Costa do Marinheiro (“el Mari" para los habituales) pronto se convirtió en el lugar habitual al que asistía, sin excepción, cada noche de viernes y sábado para tomarme unos litros de kalimotxo con “tintorro” de aldea, mientras devorábamos compulsivamente toneladas de pipas saladas que no hacían más que alimentar nuestra sed. Entre medías, jugar alguna partida al futbolín y escuchar nuestra música favorita entre banderas de Metallica, Obituary, Judas Priest y una espaldera de Running Wild que también colgaba en una pared y que intenté comprar en estado de embriaguez en múltiples ocasiones. El posadero que lo regentaba, un no muy afable hombretón que atendía al sobrenombre de “Pego" (o “Pegho" aquí en Galicia), pinchaba vinilos a la vieja usanza mientras castigaba nuestros hígados sin misericordia con aquel vino peleón con el que mezclaba el refresco de cola (dudo mucho que fuera “de marca”)... Un verdadero heavy de los 80. El roce hace el cariño y, con el tiempo, acabé cogiendo cierta confianza con él, hasta el punto que me dejaba entrar ocasionalmente en el cuartucho que hacía las veces de cabina e incluso llevarme a casa alguno de aquellos vinilos que eran entonces mi objeto de deseo. De todos ellos, no me preguntéis porqué, recuerdo particularmente tres: el “Dirty Surfaces” de Risk, el “Running Hot" de Tyrant y el que nos trae hoy hasta aquí, el “In Search of Sanity" de Onslaught.
Disco maldito, en esta ocasión, porque su acogida en 1989 fue verdaderamente desastrosa, hasta el punto de que dio al traste con la carrera de Onslaught. Afortunadamente, no con la de un talentoso Steve Grimmett que sólo un año después reaparecería con Lionsheart. Sin embargo, tras la marcha de Grimmett aún hicieron un último intento con Tony O'Hora al frente, pero de nada sirvió y el advenimiento de los 90 se los llevó por delante, como a muchos de su generación. Onslaught no consiguieron ni editar el típico álbum de madurez a principios de la nueva década y, en gran medida, se lo deben al estrepitoso fracaso que supuso este “In Search of Sanity". La pregunta que resuena a día de hoy es la de siempre: ¿realmente era tan malo?
Para nada, y os diré que, en mi caso, siempre ha sido mi favorito de la banda, por mucho que, objetivamente, un "The Force" pueda ser mejor. Aunque aquí mi forma de llegar a él me parece determinante. Con 17 años, flipando con Megadeth, Metallica, Annihilator o Metal Church y, quizás lo más importante, sin haber escuchado antes una sola nota de “Power from Hell" o “The Force". ¿Habría cambiado mi apreciación de haber sido de otra manera? Es posible, sin embargo, yo no puedo cambiar el pasado y por todo ello “In Search of Sanity" me sigue gustando, y mucho. Claramente, si aquella noche de sábado hace un cuarto de siglo opté por llevámelo para casa entre la que en su día me parecía una impresionante colección de vinilos (hoy ya no me lo parece tanto, aunque estaba todo muy bien escogidito), es que algo especial debí ver en aquel momento.
La historia nos cuenta que, en pleno ascenso gracias al moderado éxito de “The Force", la multinacional británica London Recordings, con escaso renombre en el mundo del heavy metal, pero que ha editado desde Bananarama hasta los Rolling, posó sus avariciosas manos sobre ellos y decidió impulsar su carrera para convertir a Onslaught en los “Metallica británicos”. Tras dos años de intensas giras, se encerraron en un estudio londinense en 1988 para grabar su nuevo álbum con una versión expandida y refinada de su sonido, muy acorde a lo que otras bandas de thrash hacían a finales de los 80. Todo pintaba bien para Onslaught y se encontraban particularmente orgullosos con los resultados, pero aquí entraron en juego los ejecutivos del sello. Una vez escucharon las primeras demos, consideraron que las nuevas composiciones, más melódicas y progresivas, demandaban un vocalista mucho más versátil que Sy Keeler, en contra del criterio de la banda. Finamente, Nige Rockett, asumo que algo presionado por el nuevo contrato y, sin duda, convencido de que Onslaught tenían una oportunidad de dar la campanada, cedió al empuje del sello, le pegó la patada al bueno de Sy y contrató los servicios del que, con toda probabilidad, era el cantante británico más cotizado del momento, Steve Grimmett, recién salido de Grim Reaper en 1988.
Como era de esperar, este fue un cambio que alienó a la muchachada que entonces alucinaba con “Power from Hell" y “The Force", dos LP’s en los que Sy Keeler se desgañitaba con todas sus fuerzas, aunque también mostraba sus carencias vocales. Pero, vamos, que Onslaught eran una banda de thrash metal bien macarra, así que tampoco era necesario tener a Pavarotti al frente. La acogida de Steve Grimmett fue de todo menos cariñosa, pero de necios sería negar la evidencia, el cabronazo va súper sobrado en todo el LP. Con 29 años y despues de los sabios consejos de Max Norman durante la grabación de “Rock You to Hell", el tío llegaba en plenitud de facultades y podía enfrentarse a todo lo que se le pusiera delante. Estamos hablando, probablemente, del mejor cantante que dio el heavy metal británico en la segunda mitad de los 80 y, no lo olvidéis, uno que estuvo a punto de ponerse al frente de la Doncella tras la marcha de Bruce Dickinson y, aquí no me cabe ninguna duda, el que debería haber obtenido el puesto.
El planteamiento de Onslaught era bastante inteligente y bien planificado. Sin perder del todo sus raíces, decidían estirar los límites de lo que era el thrash metal tradicional en su encuentro con el heavy y el power metal. Lejos quedaba ya aquella banda de hardcore/punk que daba sus primeros pasos en 1982, pero creo que no se puede dudar que con “In Search of Sanity" estamos ante un álbum de thrash metal, melódico y progresivo, pero thrash metal, al fin y al cabo. E, insisto, nada que no encajara a la perfección con lo que era el estilo en 1989.
Dos me parecen las inevitables referencias para el sonido de Onslaught en ese momento. Por un lado, la huella del “Master of Puppets” resulta más que evidente. Las canciones se alargan, en ocasiones en exceso, igual que las de Metallica, y Stephan Galfas que venía de grabar, ojo, a Stryper y Saxon, replicó a la perfección el sonido de guitarras que Flemming Rasmussen definió junto a Hetfield y Hammett. Más con el primero que con el segundo, no olvidemos que Hammett de tocar en estudio, más bien poquito. La otra referencia clave, Metal Church, a cuyo “The Dark" me recuerda bastante el planteamiento de estos nuevos Onslaught, particularmente en una “Welcome to Dying” que suena mucho a su “Watch the Children Play". Hago aquí un inciso y es que hay un detalle que me resulta bien curioso. Hablando de Stryper, siempre me ha parecido que el riff de guitarra tras el estribillo del tema-título suena sospechosamente parecido al del “Soldiers Under Command” de nuestra banda cristiana de cabecera. Haced una prueba y escuchad ese break que hacen al llegar a 3:10 y el de Stryper en 2:50... ¿No es clavado? ¿Estaban estos bastardos de Bristol mirando de reojo a los chicos buenos de Boston? Son demasiadas coincidencias, ver para creer...
No obstante, este “In Search of Sanity" está lejos de ser perfecto y hasta me puedo hacer bastante cargo de lo que se les reprocha desde la parroquia thrashmetalera. Después de dos garruladas como “Power from Hell" y “The Force", “In Search of Sanity" es una buena "mariconada", sólo que a mí me mola mogollón. También me encanta el “Turbo" y no deja de ser casi un disco de glam. La producción de Stephan Galfas es verdaderamente cristalina. Pulcra hasta la extenuación, limpia como el culito de un bebé recién duchadito. Hostia, pero le queda de puta madre a estas canciones tan melódicas. Con un riffeo muy, pero que muy “metallico" y esas prodigiosas líneas vocales de un Grimmett que está exultante. ¡Qué voz, colegas! ¿Os imagináis a este señor por encima de “Sign of the Cross" o “The Clansman"? Yo sí y me hace el culillo pepsi-cola.
La intro, “Asylum", es una auténtica mierda, 5 minutos de ruidos industriales cuando con unos segundos habría sido más que suficiente, así que pasemos a la siguiente. “In Search of Sanity" es un temazo, con unos riffs cojonudos y ese Grimmett robando protagonismo a la banda. Ahora, no me extraña que esto no gustara a los fans de Sy Keeler. Es como si coges un día y pones a Michael Kiske a cantar, yo que sé, en Slayer. Conste que, con el cambio de estilo que pegaron Onslaught, la voz cuadra a la perfección. Que aquí está el gran problema. Si lo compras, bien. Si echas de menos a los viejos Onslaught, no hay solución posible. “Shellshock" sigue la misma línea de riffs semi-técnicos con olor al “Master of Puppets”, soletes de guitarra muy melódicos, no demasiada tralla que digamos y Grimmett estratosférico. Un poco más aceleradita “Lightning War", bastante molona, y, para cerrar la cara A, el “Let There Be Rock” de AC/DC que ya había grabado Sy Keeler en el 87. Una buena oportunidad para comprobar la diferencia entre ambos, pero... ¿De verdad era necesaria? ¿Otra vez? Con la manía que le tengo yo a AC/DC y lo poquito que me gustan las versiones... y eso que esta no está mal del todo y Grimmett se vuelve a salir del mapa. Segunda cagada.
Y vamos con la tercera. Le damos la vuelta al LP y qué tenemos por ahí... ¿Sólo tres temas? Le echo un ojo a las duraciones y veo 8, 12 y 6 minutos, todos bien pasaditos. Más de 27 minutos en tres canciones, se les ha ido un poquito de las manos, ¿no os parece? En especial esa, a ratos, emotiva “Welcome to Dying" a la que le sobran, fácilmente, cinco minutitos, a pesar de su cojonuda segunda mitad. ¡Jodidos Metallica! Hicieron creer a muchos que cualquiera podía componer un tema de más de ocho minutos con tres riffs y no es así. ¿Es que nadie se dio cuenta de que medio “Master of Puppets" y casi todo el “...And Justice for All" son un auténtico coñazo? Obviamente, Onslaught no y lo estaban flipando con Metallica, como medio mundo. La pena es que un álbum realmente cojonudo como este, habría sido muchísimo mejor con una generosa dosis de tijera y unos 15 minutos menos. Si a cada tema le recortas un par de minutos y, en vez de esa “Let There Be Rock", metes una propia, te queda una auténtica joyita, aunque la mayoría de los thrashers los mandarían a la mierda igualmente. La cuestión es que la variedad de ritmos y las líneas melódicas no justifican en ningún momento una media que supera ampliamente los 7 minutos por corte. Y no debo ser el único que lo piensa cuando pulula por la red una versión de 48 minutos sin la intro y sin la versión de AC/DC...
Contrariamente a lo que Onslaught y London Recordings esperaban, el álbum no cumplió las expectativas (y eso que fue el único que entró en charts en su carrera) y el sello decidió no renovarles el contrato. Steve Grimmett dejó la banda en 1990 para asaltar la banca por tercera y última vez con Lionsheart y fue sustituido por un Tony O’Hora que, por lo que pudimos escuchar después en Praying Mantis y Horakane, continuaba con esta misma línea melódica. Roadrunner les ofreció, atención, 50000 libras en 1991 para editar un nuevo álbum, pero el “iluminado” de Nige Rockett rechazó la oferta para firmar con un sello más pequeño (¿?). Querría evitar la experiencia de London Recordings por segunda vez... menuda brillante idea. En menos de un año, Onslaught eran historia y cada uno se largaba por su lado.
Si hubiera escrito esto hace 25 años, a “In Search of Sanity" le habría cascado un puntito más y me habría quedado tan ancho, pero hoy, a pesar de lo mucho que me gusta, no consiguo dejar de verle sus defectos, igual que a aquellos Metallica de la segunda mitad de los 80. No obstante, si te van los de Hetfield y Ulrich, Testament, Annihilator o Metal Church, el thrash metal con cierta melodía y un cantante absolutamente prodigioso, “In Search of Sanity" no está ni cerca de ser la mierda que se dijo en su día. Yo os vuelvo a decir que sigue siendo mi favorito de Onslaught. Por segunda y seguro que no última vez en El Dictador Digital, descanse en paz, Steve Grimmett.
8/10
Adoro este disco. Así de simple. Recuerdo que en su día se llevó unos palos tremendos, principalmente por el cambio de vocalista a unas tesituras más melódicas. En particular gozo de sus tres primeros trabajos por igual, claró está, cada uno en el sitio que le corresponde.
ResponderEliminarPower From Hell, como el más oscuro, sucio y mucha actitud punk. The Force, como el primo hermano de Hell Awaits. In Search Of Sanity, con sus virtudes y sus defectos, (como los anteriores) y con unos ritmos, melodías y un Grimmet que no desentona para nada con el resto. De hecho, para mí, hace la mejor interpretración vocal de todas las agrupaciones en las que ha estado. A nivel técnico, sin llegar a ser unos virtuosos, se nota una mejoría brutal en el manejo de sus respectivos instrumentos.
Maldito para una gran mayoría. Para un servidor un discazo, que sigo disfrutando a día de hoy muy por encima de muchas bandas de renombre que en su día sacarían disco. Y sí, estoy hablando de un disco que a mí me decepcionó en su día, como fue And Justice For All, en el cual sí, tocaban muy bien y tal, pero entre el sonido que le sacaran y la mitad de los temas me resultan un coñazo, me sigo quedando con este In Search Of Sanity sin dudarlo.
Dictador, aquello que bebías sabe Dios lo que era...jjjajajajaj.. Yo al "Marinheiro" (yo lo conocía por ese nombre) nunca fui, pero sé de un colega que era algo habitual y decía que el vino era peor que el de cartón..jajajajja. Bueno, corramos un tupido velo, que no hay porque dejar mal a nadie, supongo que el fulano lo vendía con toda la buena fe del mundo. El caso es que ya que lo has citado, ese bareto, después no lo cogió otro tipo, más joven, que también al poco tiempo acabó cerrándolo?
ResponderEliminarCentrándonos a lo que veníamos a hacer aquí, a comentar a estos Onslaught, decirte que nunca les he pillado el punto. Sabía de su existencia, pero era pincharlos y aguantar un par de temas, y acabar sacándolos. Aprovechando la ocasión que es reseñado este trabajo, los he vuelto a catar, y sigo casi en las mismas. Buena banda, competentes, sólidos con buenas dotes instrumentales, pero no los cojo. Ahora, te voy a decir una cosa: De los tres primeros, casi me quedo con este antes que con los anteriores. No sé, tío, temas muy largos, una intro de cinco minutos que no viene mucho a cuento, para mí totalmente prescindible.. Y después mucho desarrollo que no lleva a ningún lado. Yo en este trabajo les encuentro un cruce Annihilator con Metallica del "Master" y Megadeth.
Lo siento, tío, no digo que sea mal disco, en absoluto, bien disfrutable, sólo los salvo por la versión que hacen del "Let There Be Rock" de los AC/DC..jajajjaja... pero con estos tipos no acabo de conectar. No creo que vuelva a retomarlo..
Sí, tío, la influencia del Master of Puppets es flagrante. El tipo de riffs, los ritmos de batería, el sonido... todo remite a Metallica. Esa falta de originalidad puede ser hasta cierto punto reprochable. Lo curioso es que, siendo derivativo, a mí me apetece más ponerme In Search of Sanity que Master of Puppets. Y ojo con Annihilator. A mí hay un detallito acústico en el tema-título que me recuerda mucho al Never, Neverland, pero ten en cuenta que ese álbum es del 90. In Search of Sanity es de la mismos época que Alice in Hell, de hecho, sólo los separa una semana, así que yo no les noto demasiado parecido, más allá de lo obvio. Es decir, todo esto estaba compuesto antes siquiera del debut de Annihilator. A mí este LP me suena mucho más a Metallica, Testament, Metal Church o, sí, incluso Megadeth o el By Inheritance de Artillery, aunque no es tan cañero como este. De todas formas, todo lo que le reprochas son quejas que hay habitualmente hacia él. Es todo muy comprensible. La intro y la versión sobran y los temas se hacen largos. Esto está pidiendo unos tijeretazos por aquí y por allá a gritos, pero ya te digo que yo tengo exactamente esta misma sensación con los Metallica de Master y Justice. Aquí lo que pasa es que la voz de Grimmett lo eleva a otro nivel y las líneas vocales son verdaderamente geniales. En el fondo, es un álbum de thrash con un espíritu muy heavy.
EliminarCierto Lost, la intro sobra. Pero creo que nunca la he pinchado entera. De hecho ni me acordaba que el disco empezaba asi... Jajaja
ResponderEliminarCreo que en mi vida la he escuchado entera, muchachos. Son cinco minutos totalmente inútiles y que se podrían haber ahorrado. Sinceramente, siempre que lo escucho, arranco por el tema-título y casi es el inicio que tengo identificado para el álbum. A mí, reconozco que me gusta mucho este trabajo, queda claro. También os digo, creo que sin Grimmett no me gustaría tanto. Estoy contigo Odin en que puede ser su mejor interpretación. La cosa estaría entre este LP, Rock You to Hell y el debut de Lionsheart, ya que el tío estaba en plenitud de facultades. A partir de mediados de los 90 sigue sonando con mucha potencia y buen gusto, pero un poco más apagado.
EliminarAhora voy a soltar una de mis célebres barbaridades. In Search of Sanity me gusta abiertamente más que ...And Justice for All y, probablemente, más que Master of Puppets. Al menos me suele apetecer más pinchármelo. Lo que no niego es la influencia de ambos álbumes en Onslaught. Tengo clarísimo que el espejo en el que se estaban mirando eran aquellos imparables Metallica a quienes el éxito, en mi modesta opinión, recompensó en exceso. Obviamente, todas las bandas de thrash querían ser como ellos en aquel momento, eran el modelo a seguir.
Que manera de empezar más mal un disco, no sé, haz una intro con teclados o guitarras acústicas o algo, por lo menos que tenga algo de chicha, es que meter eso ya de entrada ya espanta. Además, cinco minutos que parecen una tortura....jajajjaj... Y si no tienes ninguna idea interesante, pues no metas nada, y arranca ya con los temas. Mi opinión.
EliminarTambién me gustaría destacar, que antes se me pasó, las voces del Steve Grimmett (Dep) que el tío está muy bien. Si algo bueno tiene el disco es el placer de escuchar al Grimmett.
Ninguna duda al respecto, tío, la intro es absolutamente inútil, un total desperdicio. Yo ya te digo que me pincho el LP siempre directamente a partir de In Search for Sanity. Hago como si la intro ni estuviera, aunque por desgracia está. Es de los errores de bulto de este álbum. Son muy localizados y fáciles de evitar y por eso mismo a mí no me impiden disfrutar del álbum. Paso de la intro y suelo saltar Let There Be Rock, ya ves. Grimmett muy bien... a mí Grimmett me parece la hostia, es uno de mis vocalistas favoritos de siempre. Te lo podría meter casi en un top 5 de todos los tiempos.
EliminarMuy buen disco, mejor que the force que también es bueno pero diferente, joder no parecen la misma banda. Me gusta hasta la versión de ac-dc, pero con lo que no puedo es con asylum, hago como todo el mundo, siempre me la salto y empiezo por in search of sanity, no entiendo como pudieron grabar semejante cosa
ResponderEliminarYa, Black Rose, Asylum es inexplicable. Yo no estoy mucho por este tipo de intros que no aportan nada, otra cosa ya sería una Crystal Ann, por ejemplo, que es casi tan célebre como el tema que viene a continuación. Pero es que encima, dura cinco minutazos. Es lo que comentaba más arriba, no creo haberla escuchado entera en mi vida, quizás la primera vez que escuché el LP para ver si ocurría algo.
EliminarEs cierto que el cambio que pegaron es inmenso, pero es que aquí hacen algo que me encanta. Este thrash metal pulcro y con voces heavies es una debilidad mía. Eso sí, los temas se hacen un poco largos y, al final, algo repetitivos. Lo que decía, tijera por aquí y tijera por allá, quedaría algo mucho mejor. Mirad, está es la versión corta que os comentaba. Le quitan casi 10 minutos al álbum original y yo creo que funciona mejor:
https://youtu.be/eWYf8bYY1Bg
Disco maldito Witch. Pero ni de coña por malo. Pasan dos cosas creo: Otra vez la historia de la Disquera queriendo cambiarte. Así que el trabajo previo y los fans que lograron captar, especialmente con The Force, fueron enviados a pasear. Grave error, convertirte en una banda que ni de cerca eras, traer un cantante mas que capacitado y hacerte accesible, muy melódico y todo. La llegada de Grimmentt emocionaba a cualquiera, pero había que componer y aquí es donde viene otro asunto. Los fans de Grim Reaper estábamos acostumbrados a lineas vocales, altisimas y a todo un fraseo poderoso, violento. Aquí Grimmentt suena algo contenido. Los desarrollos de Reaper, tenían la justa carga metalera y no con los alargues que te encuentras en esta producción, con ese chacachacachaca de las guitarras, así que los fans de Grim Reaper, nos saltamos este disco. Yo fui uno. Le di una sola oída y adiós, no me convencieron y te digo que no es malo, para nada, pero como ves no calo, ni aquí ni allá y que rápido se fue Steve y que rápido murieron. Forzar una banda, evita su evolución natural y pones los pies en terreno desconocido, en que la mayoría de las veces te entierras en el hoyo, que los cuentos de las disqueras no te dejaron ver. Yo le doy un punto menos del que tu le das Witch. Disfrutable para mi, y al olvido.
ResponderEliminarUn Saludo.
Coño, pues a mí me parece que Grimmett aquí está impresionante, tranquilamente el mejor trabajo de su carrera. Estaría entre este y Rock You to Hell. Yo confieso que estoy muy condicionado por mi historia concreta. El hecho de haber escuchado bastante pronto este LP, en una época en la que aún estaba ampliando horizontes y con un sonido con el que siempre me he sentido muy a gusto. Yo es que no venía de escuchar antes nada de Onslaught. Creo que ni siquiera había escuchado los discos de Grim Reaper antes que este, así que ya te puedes hacer una idea. Vuelvo a insistir en que el único inconveniente que le veo a este álbum es de forma. Los temas muy largos y dos pistas que son una pérdida de tiempo. Esta semana me puse el Master of Puppets y... ¿sabéis qué? No fui capaz de terminarlo. Empecé flipando con Battery, los ocho minutos y medio del tema-título se me hicieron un poco cuesta arriba al final y con The Thing that Should Not Be ya no puede más. El Master tuvo un impacto enorme en estos Onslaught, aunque, curiosamente, aquí me resulta menos cansino y creo que justamente es por la participación de Grimmett.
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