Ya, ya sé que esta idea de una sección, serie, entrega periódica... llámale “x”, de Discos Malditos o denostados en su tiempo no es particularmente original. Pasa que, completando durante estos últimos años discografías en las que me faltaban alguno de estos “granos” que parecían provocar la incomodidad de la mayoría, acabé llegando a la conclusión de que, en más de una ocasión, público y crítica fueron bastante injustos con aventuras que realmente merecían la pena. Nunca he sido yo de experimentos y reconozco que, en la mayoría de los casos, tampoco le he acabado encontrando el punto a muchas de esas extravagancias que, en su día y en pos de la evolución y la supuesta madurez musical, provocaron el estupor de la concurrencia. Es decir, no voy a venir yo ahora a loar las virtudes de “St. Anger" porque sigue siendo una mierda, en toda su excrecencia y apestosidad, igual que en el momento en que Ulrich y Hetfield tuvieron la indecencia de lanzárnoslo a la cara... se mire por donde se mire. Sin embargo, no todos los casos fueron así y los hubo en los que pudimos haber pecado de injustos, de fanáticos, de cortos de miras... Así, tapando agujeros en mi estantería, he acabado dándole segundas y terceras oportunidades a esos que durante muchos años estuve evitando. O, como es este caso, uno que me compré en su momento por puñetera casualidad y años después decidí vender, para volver a comprármelo hace relativamente poco, el malogrado “Vanity/Nemesis" de los otrora intocables Celtic Frost.
Intocables y con razón porque, en su momento, nos dejaron un par de joyas atemporales que vaticinaban buena parte de lo que ocurriría en el metal extremo de los 90, con unos cuantos años de antelación, y eso es un logro al alcance de muy pocos. Quizás por eso, cuando decidieron abandonar la senda e, inexplicablemente, tantear el mercado comercial, la hostia fue mucho más grande. Tanto, que se tardó décadas y verdaderas riadas de culto underground en perdonar la terrorífica metedura de pata que supuso “Cold Lake”. Y, siento decir, en ese caso, al excremento glam de Tom Fischer no lo salvan ni estos 35 años de distancia. A ese no se le pueden ver las virtudes ni con la perspectiva del tiempo y mucho, pero que mucho, cariño... va directo al cubo de la basura con “St. Anger". Por esa razón, me atrevería a decir que el gran damnificado de toda esta historia fue un “Vanity/Nemesis" que nunca consiguió sacarse de encima la pesada losa de su pestilente predecesor. Ni yo mismo fui capaz de ver mucho aquí en los años 90 y, a pesar de comprame el CD en una de aquellas tiendas de segunda mano que tanto abundaban por la época, pronto le di pasaporte para hacerle hueco a otros asuntos. Es ahora, al volvérmelo a comprar, cuando me he decidido a darle una segunda vida y, seguramente, la atención que merecía.
Directamente tildado de despropósito sin sentido a su salida en 1990, no había nada de lo que avergonzarse en este “Vanity/Nemesis", más allá de los cuestionables peinados con los que aún se presentaban en sociedad Tom Warrior y Curt Victor Bryant, que parecían no haber superado del todo su etapa glam (aún escuece esa camiseta de L.A. Guns de Tom Warrior en el vídeo de “Wine in My Hand"). No, gente, “Vanity/Nemesis" era, en términos generales, un álbum de thrash metal, incluso bastante más de lo que fue en su día un “Into the Pandemonium" que, curiosamente, no despertó ni una migaja de este desprecio cuando fue editado en 1987 (poco thrash metal había en su cara B, para ser sinceros). Y a ver quien es el guapo que viene ahora a decirme que era una buena idea arrancar un álbum con esa desagradable “Mexican Radio" de una desconocida banda de pop/rock americana que atendía al nombre de Wall of Voodoo. Siento decir que siempre me ha parecido un verdadero desastre arreglado por la osada genialidad de los 36 minutos restantes. De hecho, las dos versiones que aparecen en este CD (en el vinilo sólo la primera), una de Brian Ferry y otra de David Bowie, me parecen mucho mejor integradas con la música de los Frost que la infame “Mexican Radio”. Os diría incluso que tardé un rato en reconocer el “Heroes” de Bowie en esa maraña de estruendosos riffs de guitarra.
La cuestión es que, si este álbum hubiera salido inmediatamente después de “Into the Pandemonium" y sin el consiguiente cambio de imagen y logo, dudo que nadie se hubiera echado las manos a la cabeza (la portada va muy en la línea del thrash técnico e intelectual del momento). Es más, en todo caso se les habría acusado de conservadores y de, por primera vez en su carrera, jugar sobre seguro. No veo yo que canciones como “The Heart Beneath", “Wine in My Head (Third from the Sun)”, “Phallic Tantrum", “Vanity” o, especialmente, una “A Kiss or a Whisper" que parece una versión modernizada de “The Usurper" se sitúen tan lejos del thrash oscuro y vanguardista que se les escuchaba en “To Mega Therion" e “Into the Pandemonium". No niego que su música se ha sometido a un lavado de cara, que carecen de su atmósfera y que todo suena como más limpito, pero estoy seguro de que mucho tiene que ver en eso la buena producción de un Roli Mosimann que conocemos por sus trabajos con Swans o The Young Gods. Curiosamente, a pesar de su pírrico currículum metálico, no lo encuentro para nada fuera de lugar y “Vanity/Nemesis” pega duro y encaja bastante bien en el canon de su momento, que ya había dejado atrás la cochambre propia de los inicios del estilo. Joder, si hasta el mismísimo Harris Johns se esmeraba en hacer sonar todo en condiciones en 1990... Tampoco debemos olvidar que estábamos en aquellos años de la peculiar aleación de Noise con EMI y calculo yo que el esfuerzo económico de Karl-Ulrich Walterbach por hacer salir a sus bandas del pozo underground debía estar siendo considerable. Más aún con el músculo de EMI como apoyo...
Para dar aún un poco más de credibilidad a esta especie de retorno a las raíces, Warrior alistó de nuevo a Stephen Priestly, ex de Hellhammer y fugado tras “Emperor's Return", y a Martin Eric Ain, quien, a pesar de grabar únicamente un par de canciones, tiene créditos en cuatro y figura en las fotos promocionales como miembro de la banda. Para los solos contaron también con la colaboración de Ron Marks, guitarrista de apoyo ya en la gira de “Into the Pandemonium", así que todo quedaba en casa. Parece que, a nivel musical al menos, la intención de romper con “Cold Lake" estaba claramente ahí y creo que sólo les faltó ser un poco más hábiles con el márketing y vender mejor la vuelta de la banda.
No obstante, los Celtic Frost más innovadores tampoco se han esfumado del todo y en esas “Wings of Solitude", “The Name of My Bride”, "The Restless Seas" o “Nemesis" vuelven a aparecer voces femeninas, teclados, acústicas y demás “frivolités" para los más puristas, que los convirtieron en el ojito derecho de los inconformistas y en influencia básica para todo metal gótico y avant-garde que se precie. En esta línea van también las versiones de Ferry (que me recuerda a lo que harían Tiamat en "Clouds" un par de años después) y Bowie, como es de esperar... Cierto es que, ni las voces de Michelle Fischer (que no sé qué parentesco tendrá con Tom Warrior) y Uta Günther son como la de Claudia Maria Mokri, ni eran un recurso tan novedoso a estas alturas, pero le seguían aportando un aire inquietante a las composiciones de Celtic Frost. Por otra parte, también echo en falta el rugido de Tom Warrior de “Morbid Tales” y “To Mega Therion”, aunque supongo que no suena muy diferente a como lo hacía en “Into the Pandemonium”, con esa característica voz de “rana", según le leí hace poco a un ocurrente reseñista.
En definitiva, tampoco estamos ante nada que se pueda comparar con lo que editaron entre 1984 y 1987, ese material es sencillamente histórico. Cada lanzamiento por diferentes motivos. No obstante, no creo que nada en “Vanity/Nemesis" justifique el desprecio recibido desde su salida, más allá de la comparación con sus hermanos mayores y un poco de groove por aquí y por allá, sobre todo hacia la segunda mitad, que no me llega a agradar del todo... y es posible que eso sólo me moleste a mí, que soy un "tocahuevos". Si nos ponemos un poco tontos, hasta en eso los podemos considerar unos pioneros (unos tales Pantera y Exhorder empezaban a ir en esa línea en aquel mismo instante). En el fondo, lo que queda aquí al final son algo menos de 50 minutos de metal libre de etiquetas bastante más fiel al sello de Celtic Frost de lo que podríamos suponer en un inicio. Nada necesariamente brillante y seguramente tampoco rompedor, pero sí digno de llevar ese nombre en la portada, que no es poco. Si eres, como yo, de los que se pasó casi 30 años ignorándolo, no harías mal en darle una oportunidad, probablemente te sorprenda. Y lo mejor de todo es que me ha llevado a recuperar el legado de Celtic Frost con muchas ganas, cosa que llevaba largo tiempo sin hacer y os aseguro que esto se puede sentar ahí junto a todo lo demás sin mayor problema.
7,5/10
Soy un desconocido de la trayectoria de la banda, solo conozco y aprecio To Mega Therion. Pero escuchando el disco y conociendo el panorama thrash de los 90 creo que tiene temas potentes, un buen ataque de guitarras, auténticos temazos como "The Heart Beneath" o "Wine In My Hand" pero viene aderezado con algo de gótico y los temas que son más lánguidos, "The Restless Seas" o “Nemesis", harán levantar las cejas a los más aguerridos. Estos devaneos en los estilos en un seguidor que viene de comerse un mal disco (por lo que he oído con Cold Lake), pero espera que vuelvan a la senda del To Mega Therion pero que aquí no lo va a encontrar. Las expectativas entran en juego y van en contra de la experimentación y de tratar de encontrar sonidos nunca explorados. Esas voces femeninas dando contrapunto en un universo de encajes grises me llegaron como si escuchase a Paradise Lost que curiosamente salieron a la luz en ese mismo año 90 y un año siguiente sacarían "Gothic" o los Type O Negative que debutarían con "Slow, Deep and Hard" el mismo año.
ResponderEliminarPero esto es difícil que lo entienda un seguidor del black/thrash si lo que busca es el género. En el thrash hubo un transformación enorme en las bandas que comenzaron en los 80, salieron de la cochambre, como tu dices, para sonar limpios o empezar a experimentar con nuevos sonidos, véase Megadeth, Anthrax, Testament o Sepultura. Al mismo tiempo surgieron múltiples bandas de lo extremo en los 90 en el underground como respuesta a la decadencia del género clásico.
Siento que este Vanity/Nemesis es un disco menos impactante y visceral para entrar en lo emocional, en una madurez, tipos que se han roto y saben recomponerse. Lo dicen desde la portada, estos son nuestros pedazos, cortamos y al mismo tiempo somos una fracción de lo que éramos.
¿Cual será el próximo maldito?
Se me ha olvidado decir que es un disco que he disfrutado bastante, precisamente porque rompe la dinámica de un disco thrash y ofrece otros atractivos que a mí me han parecido muy buenos. Le sobra algo de minutaje pero ese era un mal muy común. Disco recomendable que desde el punto de vista actual no ofrece nada escandaloso ni de que deban avergonzarse sino todo lo contrario, es un disco arriesgado, en aquellos 90 pionero con esos sonidos thrash y góticos.
ResponderEliminarPues Burn, este me lo pillé allá cuando tenía unos 14-15 años en una de las tiendas de CD's y vinilos de segunda mano que empezaban a aparecer por Vigo en los 90. Básicamente, por el nombre que aparecía en la portada y sin tener todavía demasiada idea de lo que podía encontrarme. Curiosamente, por aquella misma época me compré también el LP de Cold Lake por los mismos motivos, ya que eran los que se encontraba habitualmente a precio de saldo. Poco después, ya con conocimiento de causa y en mi años más extremos, le di el pasaporte a ambos ya que no habían generado en mí mucho entusiasmo y los había metido en el mismo saco. Ya se sabe, lo mítico de Celtic Frost terminaba con Into the Pandemonium y todo mi admiración se fue hacia esa época. No fue hasta hace unos meses, que un tío al que le había hecho un pedido de CD's, lo tenía bien de precio y aún me entraba otro disco más sin encarecer los costes de envío, así que me dije: "¿por qué no? Vamos a darle otra oportunidad". Y no me he arrepentido, como puedes leer en la reseña. No son los Celtif Frost del período 84-87, pero todavía retienen parte de su personalidad y, como bien dices, su espíritu pionero. Aquí el thrash que podemos encontrar está algo más domesticado, ya no tiene esa aura blackmetalera primigenia, es más maduro, sofisticado y, hasta cierto punto, hay conexiones con lo que se hacía en la escena prog y técnica de la época (hasta la portada se parece un huevo a las del Reason y Manic Impressions de Anacrusis). Pero sigue habiendo por ahí ese ímpetu aventurero de Into the Pandemonium, hay atmósferas góticas, lamentos lánguidos, devaneos industriales, cierta pereza existencial... Sigo sin ver a una banda conformista, aunque ya no sonaran tan rompedores en 1990. Es muy normal que pienses en Paradise Lost o Type O Negative, puesto que esta gente puso una piedra fundamental para el desarrollo del metal gótico con into the Pandemonoium. Yo citaba en la reseña a Tiamat... prueba una cosa, ponte cualquera de los primeros álbumes de Anathema y My Dying Bride, luego dale una pasada a su álbum de 1987 y me dices de donde sacaron la mayoría de sus ideas... Todas estas bandas tienen en Celtic Frost el modelo a seguir.
EliminarComo que un disco, que abre con una canción, que tenga el poderoso riff que luce The Heart Beneath y que después le siga Wine in My Hand (Third from the Sun), puede considerarse un disco maldito, es decir malo?. Yo siempre he tenido este disco como algo muy, pero muy bueno, puede que no está al nivel de sus obras más aplaudidas, pero como que muy lejos no están. Desde que leí la reseña Witch, lo he repasado en trance, varias veces, buscando algún punto débil, que no haya notado antes , una vaina torcida, idas de olla y que va, no hay nada de eso. Qué? las voces femeninas, las acústicas de Wings of Solitude, canción con un toque gótico, vamos, que esto fue escuela para movimientos posteriores. The Name of My Bride, es casi un homenaje a una de mis canciones favoritas de Megadeth: In my Darkest Hour, que para mi no es plagio, ya que adolece de la acelerada con que termina el tema de Mustaine. Tom Warrior sigue con el Glam……pero el de marca británica. Trajo dos covers de artistas tildados de Glam, como Bryan Ferry y nuestro querido David Bowie, de dos de sus discos de los 70, específicamente 77 (Bowie) y 78 (Ferry), con el dato curioso que en la producción de esos discos, de estos dos artistas, estuvo involucrado en el proceso Brian Eno. A los Celtic, les quedaron de maravilla, totalmente metalizados, nada que ver con las originales. La de Ferry con potente y sentido solo, es la que más me gusta. El tramo que comprende las canciones The Restless Seas, Phallic Tantrum, A Kiss or a Whisper y Vanity, es poderoso y violento, a todo trapo, que mas quieres?, que te coma un tigre?. El cierre con Nemesis es de lujo, (tengo claro que el verdadero cierre es Heroes), con intro acústico, con voces femeninas otra vez (por lo menos 6 o 7 canciones las llevan), para inquietar las cosas, como tú dices en la reseña.
ResponderEliminarBuen rescate que hiciste, recuperando el Vanity para tu estantería Witch, el disco vale por los 4 costados. Aquí queda demostrado, que la aventurita del Cold Lake, que dicen que fue idea de la mujer de Warrior, con ganas de meterse en “Sociedad”, fue un experimento fallido, un tiro al aire, haber que pasaba, si venia un dinerito extra y no se dio, más bien perdió y mucho. El Vanity es un buen regreso a la senda extrema, un disco que como bien dices es de “metal libre de etiquetas”. Como que los fans, que se mantuvieron alejados del Celtic Frost a pesar de esta estupenda producción, se fumaron una Lumpia.
Para mí un 8 Witch
Gracias por la Reseña
Un Saludo
Lo de disco maldito no deja de ser una etiqueta como cualquier otra. Básicamente, hace referencia a un trabajo con calidad que nunca se ha visto reconocido como tal. Y de estos hay muchos. Últimamente hemos estado Burn, Lost y yo elaborando una lista de posibles opciones y los hay verdaderamente interesantes.
EliminarLo mío con este álbum fue de indiferencia durante mucho tiempo. Al final, hay tantísimo en lo que fijarse que tiendes a quedarte con lo esencial y, después de un contacto bastante inmaduro por mi parte con este CD y con Cold Lake a mediados de los 90, los acabé dejando aparcados en favor del material verdaderamente relevante de Celtic Frost. Morbid Tales, To Mega Therion e Into the Pandemonium son tan fundamentales que, después de un resbalón como Cold Lake, lo más sencillo es olvidar lo que vino después. Además, no creo que Vanity/Nemesis fuese hábilmente publicitado como una vuelta a la relevancia de la banda en su día. Yo, al menos, lo percibí a mediados de los 90 como una prolongación de la apertura de horizontes de Cold Lake. Está claro que, en su momento, no lo escuché con los oídos adecuados. Y, como yo, creo que la inmensa mayoría del público a principios de los 90. Está reflejado por mucho sitios como la crítica lo castigó en su día y no fue capaz de separar Vanity/Nemesis de lo que se había intentando en Cold Lake, lo que fue una auténtica injusticia con este álbum. Y, por la razón que fuera, acabó llevándose a la banda por delante, mientras que algunos de sus contemporáneos consiguieron aguantar bien el tirón a principios de los 90. Mira a Sodom, Kreator, Coroner o Tankard que fueron capaces de aguntar con mucha dignidad en aquella época atrincherados con el público europeo. Bien gestionados, creo que Celtic Frost podrían haber conseguido lo mismo.
En mi caso concreto, me alegro de haber redescubierto este trabajo, me ha dado una visión un poco más amplia de la banda e incluso me ha hecho valorar aún mas el genio de Tom Warrior en otras dimensiones. Y, de paso, llevo una semana crujiéndome con ganas el legado de Celtic Frost y lo estoy disfrutando a base de bien.
Excelente reseña, Witch. Calcadito a lo que pienso yo. Es que, claro, después de tener una discografía entre lo mejor del Heavy Metal, se empezaron a comer unas cosas los suizos. A ver, "Into the Pandemonium" y ese desafortunado cover me gustaron bastante. Va en una línea media vanguardista y se puede sentir la escarcha que produce la música de Celtic Frost, pero después el desafortunado Cold Lake supone una suerte de traición que no supieron remontar (y claro, con lo jodido que es).
ResponderEliminarYo fui siempre un devoto de Hellhammer/Celtic Frost, y después del "Cold Lake" te empieza a tirar todo para atrás y lo suficiente como para sacar un juicio y hacerse la cabeza con este disco y después no escucharlo. Lo volví a escuchar ahora, después de un tiempo, y no es ni de cerca tan malo como lo pintan. No es malo, es muy original y es casi admirable, pero deberían haber pulido un poco más la cosa y hablaríamos de un pedazo de disco grandote y buenísimo. Pero no hay más cera que la que arde.
Acerca de lo que señaló Burn: no está errado el chabón. Soy un tragador de cosas como "Pleasure to Kill", "Satanic Rites", "Hell Awaits", "Persecution Mania", etc. y resulta difícil tragar este disco, hasta que un día se madura y bueno... no es tan malo el álbum, si bien algunos le tiran mierda encima. Yo no sé, igual, qué pintaba acá el cover de David Bowie. Por ahí Coroner (los menciono porque hay una fuerte relación histórica entre ambas bandas) se iban al joraca con covers raros y no entendía un pito al final. Sí, qué le vamos a hacer. Son los gustos y a lo mejor todo eso lo entenderán ellos con esos resbalones.
Sin que venga a cuento: para mí lo que más me gusta del Rock llega con bandas como Cream y Blue Cheer, y muchísimas cosas que siguen después.
Saludos a todos.