Los 10 del Dictador para... 1981

Seguimos por 1981 y poco ha cambiado la cosa, hasta el punto de que seis de las nueve bandas del año anterior, recordad que Saxon aparecían por duplicado, repiten. Continúa una dominación aplastante de formaciones británicas con la NWOBHM en pleno vuelo, pero Estados Unidos y Alemania asoman tímidamente la cabecita para mostrar sus credenciales. Aún faltaría para que tomaran el relevo, pero, de alguna forma, van anticipando lo que ocurriría hacia mediados de la década. 

1. Iron Maiden - Killers (EMI)

Cuando era un chaval, me tomaba a “Killers" como un álbum menor ahí emparedado entre dos colosos como “Iron Maiden" y “The Number of the Beast", con este último como momento culminante de su carrera. ¡Cómo iba a ser de otra forma cuando la propia banda le ha dado la espalda durante tantos años! Lo que son las cosas, mientras a “The Number of the Beast" hasta le he empezado a ver sus defectillos con el paso de los años, “Killers" no ha hecho más que crecer y crecer hasta convertirse en el “álbum de culto" de Iron Maiden. Para empezar, en 1981, Martin Birch, el que para mí es el mejor productor de hard rock y heavy metal de siempre, por exagerado que suene, se cruzaba en su camino… y no los abandonaría hasta más de una década después. Agradezco su dedicación a Iron Maiden tanto como lamento que no dejara su sello en grabaciones de otras bandas desde aquello, con un par de honrosas excepciones (The Michael Schenker Group y Whitesnake, no tengo claro si "Mob Rules" y "Fire of Unknown Origin" se grabaron antes o después de "Killers"), hasta el día de su retirada en 1992. “Killers" suena exactamente como lo debería haber hecho “Iron Maiden", algo que habría hecho prácticamente imbatible al histórico debut. Por otro lado, hacía acto de presencia Adrian Smith, un tipo por el que siempre he sentido debilidad y que elevaba el duelo guitarrero de Iron Maiden al siguiente nivel. ¿Qué le falta a “Killers" entonces? Quizás algún single con más pegada, algo que nunca he terminado de ver en “Wrathchild", pero el fondo de armario de este LP es impresionante: “Another Life", “Murders in the Rue Morgue", “Prodigal Son", “Killers", “Purgatory", “Drifter"… cada día me molan más. Hay mucha joya escondida en esa cara B que pasa bajo el radar del fan superficial de la banda. Y esa portada, una puta genialidad.

2. Riot - Fire Down Under (Elektra Records)

Ay, mis Riot… ríos de tinta virtual se han escrito sobre una de las bandas menos afortunadas del heavy metal. Aquí, justo aquí, estuvo el punto de inflexión, ya no de sus carreras, sino de sus vidas. Tras dos grandes LP's y teloneando por EEUU a AC/DC, el mánager de los australianos, Peter Mensch, les ofreció pasar a formar parte de su Q Prime Management. Los que gustamos de la intrahistoria del rock, bien sabemos qué significa esto. Los propios AC/DC, Metallica, Dokken, Scorpions, Def Leppard, Queensrÿche, Tesla… siguieron sus indicaciones y ya sabemos a dónde llegaron. Riot no se pudieron librar de Steve Loeb y así les fue. Salió este álbum que les debería haber llevado a lo más alto en el momento preciso para ellos, nada ocurrió y Guy Speranza huía despavorido fruto de las intrigas de Loeb. Aquí había material para haber coronado a Riot, “Fire Down Under" es un álbum sobresaliente, de los mejores de la historia del heavy metal americano, para un servidor. Desde “Swords and Tequila” hasta “Flashbacks", no hay una migaja de desperdicio, con una especial mención al tema-título, “Outlaw" y “Altar of the King". Su único defecto es la portada, pero hasta a esa foquita le acabas cogiendo cariño. 

3. Tygers of Pang Tang - Spellbound (MCA Records)

Ya “Wild Cat" había sido un buen comienzo, pero le faltaba algo para terminar de romper. Ese algo fueron dos cosas, en realidad, dos John, Sykes y Deverill. El primero en aparecer fue un resplandeciente John Sykes. Tan buen guitarrista como guaperas, este hombre estaba claramente destinado para algo grande. Su participación llevó el proletario heavy metal de “Wild Cat" a otra liga. Con razón se fijaron en él, primero, Phil Lynott y, después, David Coverdale. Fue llegar y convertirse en la estrella de la banda. Por otro lado, Jess Cox (que según se cuenta pudo ser vocalista de Metallica) dejaba paso a otro tío con una planta y voz imponentes, John Deverill. Así, la discreta formación del debut, daba paso a otra con dos estrellas rutilantes que brillaban en este “Spellbound" bajo los sabios consejos de Chris Tsangarides. Desde la fuerza de “Hellbound” a la sensibilidad de “Dont Stop By", “Spellbound” tenía de todo y bien hecho, con una voz y guitarra solista impresionantes. Si yo hubiera estado allí, habría apostado por ellos juntos a los Maiden, Saxon y Def Leppard para llegar lejos.

4. Black Sabbath - Mob Rules (Vertigo)

Segundo capítulo de la etapa Dio y digno sucesor de “Heaven and Hell". Siempre empequeñecido a su sombra, este es uno de esos LP's que van creciendo con los años. Bill Ward dejaba el kit de la batería y Vinny Appice se hacía cargo de las baquetas convirtiéndose en inseparable de Dio durante los 80. Las cosas como son, nunca noté demasiado el cambio, el estilo del menor de los Appice se acoplaba a la perfección a la pesadez “sabbathiana". De nuevo Birch estelar a la producción para unas canciones que, quizás sin la brillantez de su predecesor, consolidaban a Black Sabbath como una potencia también en los 80. Poco duraría la cosa y empezarían a patinar con la marcha de Ronnie James Dio hasta la llegada del “gato" Tony Martin. Es muy posible que “Mob Rules" carezca de las “Heaven and Hell", “Children of the Sea”, “Die Young"… que hicieron de su anterior LP un verdadero hito en la historia del heavy metal, pero ya sólo por esas maravillosas “Falling off the Edge of the World” y “Sign of the Southern Cross" se merece un lugar especial para mí y su puesto de privilegio en su año de edición. Esos riffs… Iommi es el puto amo, cada nota que sale de su guitarra es oro puro. Una cosa, la portada no me parece muy allá, aunque lo visual nunca ha sido el punto fuerte de Black Sabbath. 

5. Accept - Breaker (Brain)

Abiertamente, “Accept" y “I'm a Rebel" me parecen flojetes, pero, con “Breaker", Accept se presentaron en sociedad a lo grande. Todo el mundo recuerda “Fast as a Shark" como el zarpazo por antonomasia dado por estos señores, para mí “Breaker" es el comienzo del speed metal. Ese riff de entrada instantáneamente elevó a Wolf Hoffman al olimpo de los dioses. Pero no sólo Wolf, el resto de Accept subió el nivel asombrosamente desde “I'm a Rebel". El crecimiento de la banda en los pocos meses que separan ambos LP's es asombroso. Atrás queda el punto pachanguero que asocio irremediablemente a “I'm a Rebel" (qué poquito me gusta esa canción, con razón, es un descarte de AC/DC) y “Breaker" se mete de lleno en el heavy metal definiendo ese rudo carácter germano que fue imitado hasta la saciedad a principios de los 80. Scorpions se llevarían la fama, pero los que calaron entre la juventud de su país fueron Accept. Podría llenar todo este artículo con nombres de bandas que suenan como ellos... igual algún día hasta se me da por ahí. La historia de verdad, comenzó aquí. Atención a la colección de temazos: “Starlight", “Run if You Can", “Can't Stand the Night", “Son of a Bitch", “Midnight Highway"… y, por supuesto, su glorioso tema-título. Su único defecto, una cara B algo más flojita (“Burning” nunca me ha hecho mucha gracia"), pero se les perdona. 

6. Saxon - Denim and Leather (Carrere)

Después de la borrachera de 1980, la resaca de Saxon no estuvo a la misma altura, pero  “Denim and Leather” tiene los argumentos suficientes para colarse entre lo mejor de su promoción y así completar una trilogía fundamental en la historia del heavy metal. La jugada es muy similar, la formación permanece intacta y sólo cambiamos a Pete Hinton por Nigel Thomas a los controles, aunque prácticamente ni se nota. La única diferencia, un puntito menos de inspiración. Aún así, un lote con “And the Bands Play On", “Princess of the Night", “Midnight Rider”, “Never Surrender", “Play it Loud"… no puede ser calificado de menos que antológico. “Denim and Leather” cerraba también la etapa de Pete Gill en la banda para marcharse a sus colegas de Motörhead, con lo que, de alguna manera, cerraban la etapa más clásica de una de las bandas que estaban llamadas a liderar el heavy metal durante los años 80. Desgraciadamente, aunque a Saxon todavía le quedaban muchos capítulos brillantes que depararnos, nunca consiguieron romper esa barrera imaginaria que separaba el culto underground del éxito masivo. No podemos engañarnos, Saxon han sido y aún son grandes, sobre todo en Europa, pero su relación con el éxito, particularmente al otro lado del Atlántico, seguro que no fue la que esperaban cuando grabaron esa “Sailing to America" un par de años después de esto. Yo me quedo con la imagen en la contraportada de cinco tíos subidos en sus motos que no eran conscientes de lo que llegaban a molar, casi sin pretenderlo... ¿O sí?

7. Ozzy Osbourne - Diary of a Madman (Jet Records)

Mi relación con Ozzy nunca ha sido la más fluida, no me voy a molestar en ocultarlo ni por un instante. Ni sus discos con Black Sabbath son mis favoritos, ni su carrera en conjunto me parece tan brillante. Sí, tengo todo su material hasta “No More Tears” y podría decir que lo disfruto en mayor o menor medida (siempre he sentido cierta debilidad por “The Ultimate Sin”, a pesar de algún truño infumable… “Thank God for the Bomb" oigo por ahí), pero nunca me he llegado a explicar del todo su estatus de superestrella intocable, sobre todo viniendo de alguien hay quien encuentro muy justito de talento artístico. Que ha tenido el don de la oportunidad no me cabe duda, pero también, y aquí he visto siempre la clave, ha tenido siempre un ojo clínico para rodearse de gente de verdadero talento y parasitarla como si fuera una garrapata, para luego dejarla en la cuneta sin el más mínimo miramiento. Algunos dirán que eso también es un talento y que, muchas veces, la clave del éxito radica en tener una visión clara de qué hacer con las herramientas de las que dispones, pero todo esto no te hace mejor músico, que a mí, después de todo, es lo que más me importa. Después de esta diatriba que se hará de todo, menos popular, diré que, si en algún momento de su carrera estuvo realmente cerca de la genialidad, fue con este “Diary of a Madman", el cual, más allá de mis preferencia personales, creo que es lo más consistente que ha sacado en toda su carrera. Y aquí esa inspiración tiene nombres y apellidos y no son los de John Michael Osbourne, precisamente. Aquí lo que destaca es el talento compositivo de un tal Bob Daisley y el salvaje genio creativo de otro tal Randy Rhoads. Ellos dos hacen de “Diary of a Madman", junto a la inestimable ayuda de Lee Kerslake y Don Airey (aquí figuraban Rudy Sarzo y Tommy Aldridge, pero no tocaron una sola nota), el mayor logro artístico de la carrera en solitario de Ozzy Osbourne. El único álbum de toda su discografía en que en ningún momento siento que sobra algo y eso vale mucho. Por eso mismo, por la producción de Max Norman, por su irresistible imaginería y por su momento de edición, “Diary of a Madman" no puede ser considerado otra cosa que no sea un auténtico clásico de la historia del heavy metal. En 2002 se le ocurrió, diría más bien a su entorno, no creo que Ozzy sea capaz de sacársela de la bragueta él solito, la "brillante" idea de reemplazar las pistas de Kerslake y Daisley por otras grabadas por "Puffy" Bordin y Rob Trujillo... Bueno, creo que sobran los comentarios, no es más que otra demostración de la clase de calaña con la que tratamos. Obviamente, toda esta mierda no le quita un ápice de calidad al “Diary of a Madman" original.

8. Def Leppard - High ‘n' Dry (Vertigo)

Me gusta algo menos que el debut porque huele, para mi gusto, demasiado a AC/DC, pero, hay que reconocerlo, es un disco bien armado. Aquí Def Leppard perdieron la inocencia y se hicieron mayores. Ya la portada tiene un toquecillo intelectual, los cinco “Lep” salen en la contra intentando hacerse los sexys y, las cosas como son, las canciones son quedonas de cojones. Los tipos andaban a la búsqueda del single (“Bringin’ on the Heartbreak", por ejemplo), lo tengo muy clarito, y por eso lo petaron un par de años después. Sin mucha discusión, haciendo heavy comercial, esta gente era imbatible y por esa misma razón la mitad de la escena corrió detrás de ellos tras “Pyromania”. Mucho de eso ya se consiguió en este “High ‘n' Dry" y buena parte del mérito es de Robert John “Mutt" Lange. Este LP hace gala de una estupenda lista de canciones, con buenos guitarrazos, solos muy bien tocados y estribillos “revientacharts”. Joe Elliott parecía dejar atrás la pubertad y ya era el que podemos reconocer en sus grandes éxitos posteriores. Sería de necios negar el potencial de esas “Let it Go”, “High ‘n' Dry (Saturday Night)", “You Got Me Running”, “Lady Strange", “On Through the Night"... por mucho que no sean sus temas más conocidos. Y no quería dejar de comentarlo, aquí encontraréis una auténtica debilidad personal en la instrumental “Switch 625", que me parece cojonudísima.

9. The Michael Schenker Group - MSG (Chrysalis)

Michael nunca se ha cocido con los títulos de sus álbumes y a este segundo LP, en un auténtico alarde de vagancia, le plantó las iniciales por las que se conocía a su banda en solitario... jugada que repetiría 11 años más tarde. Aunque considero que las composiciones de su predecesor son algo más potentes, “MSG" lo supera claramente en un par de aspectos. Primero, la producción de Ron Nevison es bastante mejor que la de Roger Glover en el debut. El tío será uno de los bajistas y compositores más reputados de la historia del hard rock, pero, como productor, no me gusta nada de nada. En “MSG" salen sobre todo beneficiadas las guitarras del rubio, más afiladas, corpulentas e incisivas. El otro detallito que me puede, tiene nombre propio, Cozy Powell. ¡Qué bien tocaba la batería este hombre y qué poco aguantó a Schenker! En “MSG" hace su demostración de buen gusto habitual, es toda una delicia escucharlo y hace subir al álbum muchos enteros. Aquí hay temas de muchos quilates como “Ready to Rock", “Attack of the Mad Axeman”, “On and On", “Let Sleeping Dogs Lie"... basicamente toda la cara A es una maravilla y, al final, el único que me incordia otra vez es un Gary Barden al que noto aún más exigido que en el debut y más en evidencia al lado de sus compañeros. Afortunadamente, todo esto mejoraría en la siguiente entrega...

10. Judas Priest - Point of Entry (CBS)

Si viniera de cualquier otra banda, lo reconozco, “Point of Entry" no entraría en esta lista. No pretendo negar la evidencia, es uno de los trabajos más flojos de la carrera de Judas Priest, seguramente entre los cinco peores, lo que demuestra lo jodidamente grandes que son estos tíos. Que una banda, en uno de sus peores momentos creativos, sea capaz de parir cuatro joyas como “Heading Out to the Highway", “Hot Rockin'", “Desert Plains" y “Solar Angels", dice mucho del nivel de "engendros" con los que nos estamos topando. Muy en particular, la primera de ellas es, desde siempre, uno de mis temas favoritos de toda su carrera, pero estoy hablando de un top 5, colegas, y eso es muchísimo decir. Las otras seis, ya dije que no me voy a molestar en colársela a nadie, lo tendréis todos perfectamente controlado, son de lo más discretito que han grabado nunca, cuando no directamente una mierda... "You Say Yes". Aún así, esas cuatro genialidades y ese nombre que sale en la portada (sencilla, pero muy chula, a todo esto), que me vence, les alcanzan para meterse en este top 10 de 1981 por los pelos. Igual otro año más competido se habrían quedado fuera. Lo mejor estaba a la vuelta de la esquina...

Para esto dio 1981. Creo que, después de haber terminado la lista y ya con bocetos de años posteriores, este acabó siendo el año más flojo de toda la década de los 80. Y esto lo digo con todos los discazos que acabo de comentar y los que seguro que mencionaréis vosotros, pero es que se nos venía encima una verdadera avalancha. Toneladas y toneladas del hard rock y heavy metal que hizo la historia, esa misma que nos hace echar la mirada atrás una y otra vez con nostalgia. Lo que sí os puedo decir, de momento, es que está siendo muy divertido repasar todos estos clásicos que, en muchos casos, hacía años que no escuchaba. ¡Feliz Navidad, chavales!