jueves, 14 de agosto de 2025

Sinister - Hate (1995 Nuclear Blast)

1. Intro (1:36)
2. Awaiting the Absu (7:04)
3. Embodiment of Chaos (3:53)
4. Art of the Damned (5:15)
5. Unseen Darkness (4:19)
6. 18th Century Hellfire (3:59)
7. To Mega Therion (4:31)
8. The Cursed Mayhem (3:00)
9. The Bloodfeast (5:52)

Hay un puñado de discos editados entre 1994 y 1995 que, independientemente de su peso específico en la escena (o la ausencia del mismo, en realidad), tienen una trascendencia radical para mí. Álbumes que, seguramente, pueden no deciros gran cosa, bien porque no los hayáis escuchado, bien porque os parezcan irrelevantes, bien porque esas bandas ya hubieran publicado sus mejores obras con anterioridad, pero que resultaron fundamentales en mis años mozos porque justamente salieron cuando yo me enganchaba a esto del death metal o cualquier forma de metal extremo. Ahí están pesos pesados como “Symbolic” o “Draconian Times”, que no dejan de tener su relevancia histórica, pero también esos “Domination”, “World Demise”, “Demonication - The Manifest”, “Haunted”, “Once Upon the Cross”, “For All Eternity” (del que tengo pensado hablaros dentro de bien poco) o “Massive Killing Capacity”… que seguramente no se encuentren entre los favoritos de casi nadie, pero que a mí me señalaron claramente el camino a seguir para ponerme a partir de ese momento a urgar en las raíces de la escena. Uno de los que más me marcó en aquel preciso instante fue esta abominación sonora que obedecía al manifiesto título de “Hate”, tercer y, para mí, último trabajo de interés de esta destructiva maquinaria holandesa.

Ya desde el título y esa magnífica portada de Wes Benscoter, que me parecía en aquel momento uno de los mejores artistas visuales vinculados al metal gracias al “Divine Intervention” de ya sabéis quien, queda claro que los de Schiedam van muy en serio. Junto a aquel “Once Upon the Cross” que salía apenas tres meses antes, este “Hate” me parecía la culminación de la maldad hecha música con aquellos 15 añitos recién cumplidos… y me sigue pareciendo chungo de cojones 30 años después, dicho sea de paso. Me lo dejó mi colega “Justo" durante aquel mismo verano de 1995, puse el CD nada más llegar a casa y sólo con escuchar la intro ya tenía los ojos abiertos como platos. Para un chaval que acababa de tener su primer contacto con la Iglesia Católica cuando con 14 años sus padres decidieron meterlo en un colegio “de curas" (¡maldita la hora!) mientras sus amigos iban a un instituto público, aquello fue como una revelación… maligna. El verdadero camino era el de la izquierda, siguiendo el sendero oscuro. El riff de entrada de “Awaiting the Absu” es una atrocidad y la forma de vociferar el estribillo de Mike Van Mastrigt, que dejaría la banda sólo un año después y ahora seguimos escuchando en Houwitser, verdaderamente infernal. Se trataba de una de las más apabullantes demostraciones de fuerza que mis aún inocentes oídos habían escuchado hasta el momento. Mi exposición a Sinister no había ido más allá de aquella “Putrefying Remains” que venía en un “Death… Is Just the Beginning II” que cayó en mis manos de casualidad y tanto hizo por mí en su día, pero tenía claro que esto era lo más cerca del infierno que se podía estar en la tierra. Y no todo era furia y barbarie, “Awaiting the Absu” no está carente de sus momentos inolvidables. Si algo habían entendido Sinister en su tercer álbum era que, además de encarnar la más pura esencia de la maldad, no estaba de más desmarcarse con alguna licencia como ese tenebroso interludio de teclados hacia el minuto cuatro que resulta jodidamente estremecedor. ¡Menudo pepinazo para arrancar!

Pero no queda ahí la cosa, “Hate” no afloja ni uno de los 39 minutos que dura. Cada uno de sus ocho cortes es pura brutalidad, pero no brutalidad en el sentido americano del término, aunque la influencia de Deicide no se pueda ocultar. Es decir, Sinister no están preocupados por ser más rápidos que la más inverosímil de las bandas de brutal death. Brutos son un rato, pero no brutos en plan “toco a toda hostia y no te enteras de lo que hago". Aquí hay mucha tralla, pero también mucho groove y mucha atmósfera... escucha ese estribillo de “Embodiment of Chaos". Hay técnica, aunque tampoco parecen particularmente preocupados por alardear de ella. Todo suena preciso y engrasado, pero no hay pretensión de maravillar al personal, sino de golpear, de machacarte con una buena somanta de palos. “Art of the Damned" no da descanso con su intrincado riffeo y toda la bilis que vomita Mike por el micro en la línea del mejor Jan Chris de Koeijer… Hasta te podría decir que, si puedes imaginar un hijo bastardo y deforme entre Deicide y Gorefest, estarás bastante cerca de comprender lo que proponían Sinister con este “Hate".

¿Flaquean “Unseen Darkness", “18th Century Hellfire", “To Mega Therion", “The Cursed Mayhem" y “The Bloodfeast"? Ni por asomo, concesiones a la galería las justas y siempre en contexto. Ni voces femeninas, ni acústicas, ni chuminadas varias, tan sólo death metal satánico sin frivolidades superfluas. Mención especial merecen las tremebundas “To Mega Therion" y “The Bloodfeast". La primera, seguramente el tema más brutal del álbum, a pesar de su “calmado" inicio, donde la influencia de Deicide resulta más flagrante (¿a ver quién me dice que ese estribillo no parece escupido por el mismísimo Glenn Benton?). “The Bloodfeast", en cambio, un poco más larga, vendría siendo la nota “épica” del álbum. Y lo pongo así entre comillas para que entendáis que de épica tampoco tiene mucho. Unas voces recitadas algo más solemnes, unos riffs ago más memorables y persistentes en la memoria y pinceladas de melodía en forma de sutiles teclados… todo en unas dosis muy controladas para no suavizar la ingente brutalidad que esto despliega.

Wolfgang Stach muy bien a los controles, haciendo que no echemos de menos a Colin Richardson. Potencia, definición y brutalidad. Lo cierto es que este “Hate" pega realmente duro y el sonido sacado por el alemán, cobrando seguramente bastante menos que el británico, ayuda… y mucho. Este “Hate" probablemente no sería el mismo sin unas expertas manos por las que habían pasado algunos como Massacra, Sodom, Virgin Steele, Capricorn o Elegy ya de aquella.

En definitiva, un álbum bruto y maligno de cojones. Los habrá seguro más brutales, más técnicos también y, por supuesto más rápidos, pero pocos discos de la época me suenan a mí tan bestias como este. Lo dicho, si os gustan los dos primeros trabajos de Gorefest y los tres primeros de Deicide, no deberíais perderos esta primera trilogía de Sinister. Y, aunque “Cross the Styx" y “Diabolical Summoning" gozan de una condición de clásicos de culto que seguramente no tiene “Hate", yo siempre he pensado que este es el mejor de los tres.

8,25/10

4 comentarios:

  1. Casualidades de la vida que mis padres hicieran lo propio con un servidor a la hora de ir al instituto, pero para más inri, éstos, además de curas pertenecían al Opus Dei. Y por mis unholys huevos, que allí acabé los cinco años de formación profesional. Qué tiempos...allá iba yo con mi carpeta forrada a base de fotocopias de portadas de cassette de To Mega Therion, Venom o Bathory. Allí flipaban conmigo. No consiguieron entender nunca que aquel chaval que era nada más y nada menos que el anticristo sacara excelentes en teología y chorradas similares.

    Para cuando salió este disco es más que probable que estuviera más enganchado a la escena de los países bajos que a la misma sueca, finlandesa o americana. Sobre todo a Gorefest, Asphyx, Pestilence, The Gathering, Celestial Season y como no, Sinister. Su anterior Diabolical Summoning lo devoré hasta quemarlo y tiempo después mi favorito se convirtió en el primero, Cross The Stix, el cual prodría formar parte de un top 10-15 de mis favoritos del Death Metal de todos los tiempos.

    Pero sin ningún género de dudas, cuando algún colega venía a casa y me pedía lo más extremo que tuviera, yo pinchaba Embodiment Of Chaos sin pensarlo dos veces. Yo recuerdo la cara de algún tipo tras escuchar el tema y su expresión era todo un poema, a la par que tímida y lentamente se le oía: - "hostiaaa puuutaaaa...".
    Y sí, claro que había discos aún más brutales, pero no con este nivel de sonido, producción y contundencia, que sumado a la forma de berrear de Mike Van Mastrigt son el cóctel perfecto para pincharlos en las fiestas del pueblo y que a algún reguetonero le explote la puta cabeza.

    La lástima de esta gente es que con tanto cambio de formación han seguido un camino un tanto irregular con algún que otro disco que tampoco está muy mal, pero ahí siguen a día de hoy. Es curioso que esta mañana y con el calorazo que hace me haya dado por escuchar a God Macabre, Convulse o Crematory (SWE). Se ve que ya me estaba oliendo a Sinister guiso.

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    1. La historia es que esta reseña ya me había quedado a medias desde la época del Portal y hace poco, en el Kanekas, se me abrió el apetito de death metal tras ver a Benediction. Además, le pillé el libro a un colega que escribió una historia sobre el death metal gallego y me animé a terminar un texto que llevaba en la nevera unos tres años, tranquilamente.

      A mí mis padres me metieron en los jesuitas en 1° de BUP y allí me quedé hasta COU. Me pasaba todos los miércoles y sábados castigado y nunca les gusté a los curas con mis pintas y mi actitud tocapelotas, pero, como al final de curso aprobaba todas, nunca me llegaron a enseñar la puerta de salida. Supongo que no tuve huevos a forzar nunca la situación como para que me invitaran a irme por la que se habría montado en mi casa. Yo, que había ido a un cole de progres cuando era niño y que ni siquiera había hecho la comunión... Ya te puedes imaginar el shock.

      La cuestión es que hice un buen grupo de colegas allí tambien y había bastante gente metalera. Yo no controlaba más que heavy y thrash cuando entré en primero de BUP y, a través del hermano mayor de un colega que estaba bastante metido en la escena noventera, nos empezaron a llegar bandas de black y death metal durante aquel curso. Este se lo compró un amigo mío y me lo dejó aquel verano del '95 junto al Tomb of the Mutilated. Recuerdo volver a casa en bus con los dos CD's en la mano y la portada del de Cannibal Corpse bien a la vista para escandalizar a las viejecitas, jajaja. ¡Vaya impresión me dejaron los dos en aquel momento! Hate me sigue pareciendo una bestialidad de álbum a estas alturas, bruto como pocos. Como digo, hay discos más técnicos, más rápidos, más brutales, más satánicos... pero este sigue sonando como una puta apisonadora.

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  2. Para mí Sinister pasaron algo desapercibidos en aquella época. Había mucho material saliendo constantemente, y no me fijé mucho en ellos. Sí los oí, pero sin prestar mucha atención. Una vez oído este, hay que decir que no recordaba ni tan buena producción ni tan mala leche en su death metal... y sí, Deicide me viene a la memoria al escucharlo. Y no es esta una comparación mala, no.

    Un 7,5 para un dico que se deja oir muy bien si te gusta el death metal.

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    1. Bueno, entre la cantidad de material determinante que salía aún a golpe de 1995, tampoco es raro que se te pudieran pasar bajo el radar. También es cierto que, a esas alturas, el death metal ya iba cuesta abajo y lo que realmente se llevaba era el black metal, pero yo tengo la sensación de que Hate significó uno de los últimos hitos memorables en los años clásicos del death metal. Estirando hasta 1996, te podría citar Here in After y Vile como últimos vestigios del death metal de la vieja escuela. Yo ciertamente lo viví con intensidad, aunque quizás esa fue también mi experiencia personal por el momento que vivía. Entre mi círculo, la gente flipó mucho con este álbum en su día...

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